El sospechoso de haber asesinado a la estudiante chilena Nicole Sessarego Borquez (19) fue procesado ayer por homicidio agravado por “odio” al género femenino.
Lucas Azcona (25) está acusado del más grave de los delitos del Código Penal, que contempla una pena única de prisión o reclusión perpetua para quien matare "por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión".
El juez Luis Zelaya obvió la figura del femicidio, ya que según el texto de la ley debió haber existido algún grado de conocimiento o relación previa entre victimario y víctima, lo que en este caso no pudo probarse.
Según la resolución, Azcona estaba en la madrugada del 15 de julio pasado a la búsqueda de una víctima que respondiera a un parámetro determinado desde el punto de vista físico, pero que se adecuara al género femenino y que estuviera en soledad.
La resolución indica que Azcona divisó a la estudiante chilena cuando salía por la boca del subte “A” en la estación Castro Barros a una distancia aproximada de 25 metros, y allí tomó la decisión de asesinarla.
El móvil del crimen fue, según la resolución, el “"profundo odio” que Azcona siente hacia el género femenino, lo que quedó reflejado en los rasgos de misoginia descriptos en el peritaje psicológico.
Consideraciones
El procesamiento abunda además en consideraciones respecto de la imputabilidad de Azcona, que había sido puesta en tela de juicio a raíz de patologías físicas y trastornos de la personalidad que le fueron detectados. Sin embargo, el juez Zelaya entendió que ello no le había impedido comprender la criminalidad de los hechos e incluso pudo haber desistido voluntariamente de matar.
El juez se trasladó el martes a la cárcel de Ezeiza, donde Azcona está alojado en un pabellón psiquiátrico, y le informó sobre las pruebas recolectadas desde su detención hasta la víspera, incluido el análisis de ADN que dio positivo con 4 manchas de sangre halladas en la escena del crimen.
Tras eso, el joven se negó a declarar, pese a que su abogado, Jorge Borgo, le había deslizado al juez que estaba dispuesto a dar su versión sobre lo ocurrido.
El juez enumeró las pruebas por las que entendió que Azcona "actuó con un claro sentimiento de animadversión -concretizado en el odio- hacia el género femenino". Una de ellas fue que cinco mujeres declararon que fueron atacadas por Azcona.
La segunda, un tatuaje en su brazo izquierdo de una mujer con cuernos de diablo. “Lo que a mi parecer puede estar decididamente vinculado a su demonización de la figura de mujer”, sostuvo el juez, que deslizó la posibilidad de que esto sea producto del abandono de su madre al acusado.