Por ejemplo, en una competencia entre el Hombre A y el Hombre B, el primero hará enojar a su oponente si piensa que eso lo ayudará a ganar, según Uri Gneezy, un analista del comportamiento de la Universidad de California, en San Diego, cuyo estudio apareció el 13 de enero en la revista Proceedings de la Academia Nacional de la Ciencia.
¿Por qué estudiar el enojo?
A Gneezy y sus colegas les interesa lo que motiva a la gente a tomar decisiones. Las interacciones estratégicas entre ellos parecen ser el factor principal, señala.
Dentro de esas interacciones, afectar los sentimientos de los demás parece ser un motor crucial en su forma de actuar, que es el quid de los experimentos de psicología del nuevo estudio.
Tradicionalmente, algunos psicólogos y expertos en negociación han sugerido evitar los sentimientos en las discusiones de toma de decisiones, incluso llegando a decir que la gente racional no usa sentimientos, según Gneezy, quien trabajó junto con su colega Alex Imas.
Pero la investigación de Gneezy ha demostrado exactamente lo contrario: “Los sentimientos son lo que somos”, afirma.
En otras palabras, es perfectamente natural verse influenciado por sus propios sentimientos, y no deberíamos sentirlo como una debilidad, indica Gneezy, quien también es autor del libro “The Why Axis: Hidden Motives and the Undiscovered Economics of Everyday Life”.
¿Qué experimentos se hicieron?
Para el primer experimento, los científicos formaron grupos aleatorios con los participantes (140 estudiantes universitarios) y probaron la fuerza de su apretón de manos.
Al permitir que uno de la pareja tuviera la oportunidad de hacer enojar a su oponente poniéndolo a hacer tareas administrativas luego de la primera ronda de pruebas, el equipo descubrió que el tomador de decisiones encolerizó estratégicamente a su oponente cuando pensaba que eso deterioraría el desempeño del otro; pero no cuando creyó que beneficiaría a su rival.
Por ejemplo, el tomador de decisiones sabía que hacer enojar a un oponente cuando éste no tenía ocasión de enfriarse no era una medida inteligente, porque el oponente tendría mejor resultado en la prueba de apretón de manos y lo derrotaría.
En el segundo experimento, que involucró a 120 estudiantes universitarios, los investigadores enfrentaron a dos personas al azar en un juego de computadora mentalmente desafiante, en el que los participantes comprendían que hacer enojar a sus oponentes los ayudaría a ganar.
Eso es porque encolerizar a los oponentes ocasionaría que su desempeño fuera menos bueno en su tarea de disparar a un blanco digital.
¿Por qué estudiar sólo hombres?
Gneezy dice que las mujeres son más difíciles de estudiar porque sus emociones son más variables que las de los hombres.
Afirma que las hormonas de las mujeres causan una gama de sentimientos durante el curso de un mes que los hombres podrían no experimentar.
No todos los expertos coinciden. Los que asumen que los hombres de alguna forma son más fáciles de estudiar están “sub-complicando” sus hormonas, dice Kathryn Clancy, una antropóloga de la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, quien ha estudiado las hormonas femeninas durante 12 años.
“Las hormonas de los hombres varían en respuesta al contexto de comportamiento y estilo de vida tal vez aun más que en las mujeres”, dijo Clancy vía correo electrónico.
Por ejemplo, la hormona del hombre, la testosterona, varía con el ejercicio (de la misma forma en que la progesterona en las mujeres), categoría de dominio, compañía y matrimonio, paternidad, sea que el hombre gane o pierda en los juegos, e incluso con si está alentando al equipo que gana o pierde.
Tomar en cuenta todas esas variables “hace que trabajar con hombres al menos sea igual de complicado que trabajar con mujeres, ¡si no es que más!”, resaltó.
¿Por qué es importante este estudio?
A toda decisión que tomamos la envuelve un sentimiento, sostiene Gneezy.
“Los sentimientos no son algo que deba ignorar”, afirma.
“No es un error, no es irracional; en cambio, tenemos que aprender cómo usarlos”, agrega.