Hombres de 40 “¿Viejo yo?”

Los cambios físicos y mentales que vienen con el tiempo, también pueden implicar para ellos ciertas crisis en la finalización de una década, para pasar a otra de mayor madurez. ¿Por qué algunos hombres entran en crisis o terminan convirtiéndose en la peor

Fernando se mira al espejo y la imagen que el reflejo le devuelve parece no gustarle... Canitas visibles y otras tantas que coronan una calvicie incipiente, con una promesa de cabellera más rala por sectores dejan atrás la imagen de los veintitantos... Ésa en la que el jopo ganador, y una cabellera desprolijamente estudiada, hacía de las suyas entre la troupe femenina. Tampoco la breve pancita cervecera resulta tan amena, ni mucho menos el hecho de cumplir los 40 ese mismo día. “Tengo que volver al ruedo y reivindicarme. Algo de ropa nueva, unos jeans más desestructurados, con mi remera de ‘Divididos’ y a romperla”, se dice.

Finalmente, y con todo el outfit puesto, el reflejo vuelve a mostrar una versión de alguien parecido al de la foto de los 20, salvo porque la remera se le sube por encima del ombligo y el jean está por cortarle la circulación... Como una versión distorsionada de él mismo, con la que tampoco se siente cómodo.

El cuadro de situación, aunque ficcionado, suele ser una vivencia recurrente en muchos hombres que, al cumplir o transitar los 40, simplemente se sienten depresivos, “viejos”, o fuera de su centro. Una fase en la que muchos hacen un balance de vida: “qué tengo”, “qué he logrado”, “por qué no me animé ‘a’...”, “qué quiero”.

Las dudas y ansiedades entonces confluyen en pensarse de una manera negativa, casi única y distorsionada. Algo que le sucede a la mayoría de los seres humanos que pasan por esta crisis, y que la proyectan en comportamientos y actitudes que no tienen que ver con su edad, ni interés real. Basta pensar en hombres que se visten como adolescentes, que frecuentan lugares de jóvenes veinteañeros, o que se prueban para seducir a alguien muy menor, en un intento de reivindicación juvenil casi bizarro. Pero eso no pasa porque la etapa implique la caducidad o la vejez del hombre en sus 40. Nada más lejos de la realidad. Antes que nada porque el paso del tiempo es lo más equitativo que existe en la vida: sucede sin distinción de género, billetera u origen. En segunda instancia, porque no se puede hablar de vejez en esta década, pero sí de madurez (ya no se es un adolescente o joven), tanto en hombres como en mujeres que cerca de la edad o transitándola pueden sentir o vivir desde lo físico, e interno, diversos cambios que simplemente se dan.

La manera en que se tomen y acompañen estas vivencias será sin dudas cómo se transiten desde adentro hacia afuera.

La licenciada en psicología vincular, Paula Corso, desgrana el contexto social que potencia esa mirada, mientras que la licenciada en psicología y autora de diversos libros, Beatriz Goldberg (“Cómo convivir con un andropáusico”), analiza el por qué de esta sensación en muchos hombres.

"Pídele al tiempo que vuelva"

Un título de película (1980) que mezcla drama, romance y viaje en el tiempo y la vuelta a la juventud. Dirigido por el director francés. Jeannot Szwarc. desglosa este viaje en pos de no perder el amor adolescente. En el caso de la crisis de los 40, en muchos hombres suele darse ese sentimiento de amor por la eterna juventud, que ya no se tiene, pero que tampoco se perdió del todo. Un camino que implica aceptar y poder expresar lo que le sucede en una etapa que muchos sienten como de “inflexión”.

“No habría diferencia con la misma crisis en la mujer, en la que aparecen también cuestiones emparentadas a lo social, o de identificaciones sociales vigentes. Lo que sucede es que el hombre no suele poner en palabras esa crisis, ya sea con un profesional o diciendo lo que le sucede a un amigo. La mujer sí lo hace más explícito, incluso a la hora de hablar de su menopausia precoz a los 40”, sostiene Corso.

Esta situación en el hombre daría cabida a depresiones, ansiedades o comportamientos, y hasta actitudes, desenfocadas de su edad cronológica, cayendo en muchos casos en lo ridículo o bizarro.

El cuerpo cambia de a poco y, más allá de los cuidados o trucos estéticos, esa mirada se hace sentir severa para muchos desde lo social, generando mayor presión en la crisis.

Según explica la psicóloga, “hay una impronta desde lo social muy grande en donde ser joven, bello, y entrar en los cánones de ‘éxito’ estipulados desde lo cultural, marcan a hombres y mujeres de manera tajante”.

- ¿Por dónde empezar a desandar entonces la crisis?

- Paula Corso: Sobre todo en el hecho de que los hombres empiecen a permitirse poner en palabras lo que les sucede o afecta. Desde lo cultural están presionados bajo ciertos ‘mandamientos’ como el hecho mismo de no poder llorar, o decir lo que siente. El hombre tiene que empezar a cuestionar estos mandatos, al igual que lo ha hecho la mujer con los movimientos de liberación femenina.

“Quizá sean esos mismos mandatos lo que hagan que a veces muchos hombres parecieran medirse con los veinteañeros, con la consecuente frustración que eso puede conllevar”, continúa Corso.

“A los 40 un hombre (al igual que una mujer) es una persona joven, pero madura. Uno de los aspectos que suelen verse es que muchos se miden con chicos jovencitos en su rendimiento físico, o en el coqueteo con chicas, la performance en el trabajo con los jóvenes nuevos, u otras áreas en las que aparece la comparación. Entonces empiezan a medirse desde la pancita, hasta el último pelo que se les cayó y eso no está bueno, ni le suma. Hay que trabajar la aceptación, sin dejar de ver todo lo que se tiene desde adentro hacia afuera”, argumenta la psicóloga Beatriz Goldberg.

- ¿Qué cambios de comportamiento suelen verse?

- Goldberg: A veces, en esta etapa o cerca de los 50, comienzan a probarse con mujeres más jóvenes, para de esta manera ser más visibles. En ciertos casos también proyectan lo fálico en la tecnología de alta gama de dispositivos con los que cuentan, los autos importantes o la posición económica y social conseguida.

- ¿Qué pasa cuando caen en excesos a la hora de vestirse o salir, y tampoco esa imagen condice con algo que les gusta?

- Goldberg: Considero que cultivar aspectos internos enriquecedores desde lo cultural, emocional y de valores, nos permite llegar con un foco más preciso a determinadas etapas en las que el cambio de edad, o de oportunidades, no nos afecta de una manera crucial. Tiene que ver con una mirada de aceptación que el hombre debe lograr, poniendo el ojo en asumir la edad que tiene, entendiendo que aún es joven y que los años agregan vida. Lo más importante es lograr ser la mejor versión de uno mismo.

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