En los archivos radiales que hay en su perfil de Facebook, se lo escucha con un acento extraño. Un poco mendocino, un poco mexicano, un dejo de inglés. Todo eso junto en una sola voz. Es la de Alejandro Barbera, un lujanino que vive en Estados Unidos hace unos 15 años.
Actualmente, Alex vive en Dallas, Texas. Allí tiene un programa de radio que -"con mucho orgullo", como menciona él- acompaña todas las tardes a muchos trabajadores que vuelven a su casa después de la jornada laboral. Es una tarea complicada la del mendocino pero los radioescuchas le retribuyen con cariño. "Soy el único mendocino en una radio de Texas, no hay otros antecedentes, así es que para mí es todo un logro", dice.
Viva la vida
La radio en la que trabaja el mendocino se llama FM La Bonita 106.7 y Alex asegura que es un verdadero placer poner canciones de grandes artistas en el programa que conduce. "El formato de la radio es música del recuerdo en español; allí pongo al aire canciones de grandes artistas, sobre todo de argentinos que triunfaron en México", cuenta.
Así, enumera a artistas tales Leo Dan, Sandro, Palito Ortega, Diego Verdaguer, Amanda Miguel, Valeria Lynch, Alberto Cortez, Leonardo Favio... "A propósito de Favio y de Sandro, me tocó dar al aire las lamentables noticias de sus fallecimientos. Las noticias las leí en Los Andes", asegura confidente.
El lujanino explica que 98% de la población de habla hispana en Texas es mexicana y en el resto (centro y sudamericanos) hay una gran colonia de argentinos. "Día a día agradezco la aceptación de toda la comunidad. Por allí, el hecho de hablar diferente y el acento que ya está algo mezclado (pero que no deja de ser argentino), hace que siga con trabajo al aire", relata.
Alex dice que es tan querido por su público que hasta fue bautizado como el argentino más mexicano, aunque él se reconoce como "mexicano hasta las pampas".
Clavado en el dial
Barbera dice que su primer trabajo en radio estuvo lejos de los micrófonos, o no tanto, ya que se encontraba del otro lado del vidrio. "Después de mucho tiempo se presentó la oportunidad de pasar los reportes de tráfico", comenta y agrega que recuerda que tenía mucha ansiedad y nervios el día en que le tocó presentar el demo.
"Cuando me aceptaron no lo podía creer, nunca antes alguien había apostado por un argentino en una radio de Dallas, Texas. Al principio eran solo intervenciones de un minuto al aire cada media hora. Fue un camino largo hasta el día de hoy, pero muy placentero", asegura.
Pero no es que el mendocino llegó de la nada al éter estadounidense. Alex cuenta que siempre estuvo relacionado con el arte y que a su manera, sigue ligado a la música. A principios de la década de los ?90 formó parte de La Roka, una banda de rock lujanina con "muchos y hermosos recuerdos", describe indicando que entre las filas de esa agrupación estaba Pablo Salcedo, uno de los actuales integrantes de Markama.
"Aquí cuando no estoy en la estación de radio hago producción y grabo bandas en el estudio de grabación. También sigo componiendo y tocando en estos lares, que no deja de ser un excelente cable a tierra", desliza.
Del Mosconi a Texas
De chico, Alejandro -cuando todavía no era Alex ni ?El Capi', como se lo conoce en EEUU- vivía en Barrio Parque, en Drummond, y asistía al colegio Mosconi, lugar al que llegaba caminando con su hermano Gustavo y con 'El Chueco' Paredes, un gran amigo.
"Allí se quedaron gran parte de mis mejores recuerdos. Grandes amigos como los Carozio, los Puhiatti, los Scaccia, tardes y fines de semana de fútbol y la juntada obligada en la esquina de Los Fresnos y Rugendas a contar fábulas. Por ese entonces en la radio sonaban Los Enanos Verdes", recuerda y detalla que la vida transcurría entre la escuela y la casa de su abuela.
Luego empezarían los viajes. "Un día que nunca olvidaré me llama Oscar Abraham, ?El Turco"', (aprovecho y le mando un gran abrazo), para integrar Los Sheik. Y así, tocando música oriental, conocí Buenos Aires, Tucumán, La Rioja, Córdoba y Mar del Plata, donde hicimos una temporada de verano y nos quedamos por dos meses".
Por ese entonces también conoció a Andrea, que se convertiría en la mujer más importante de su vida. Tras algunos años de noviazgo la pareja se casó a finales de los ?90 y después de unos meses se embarcaron rumbo a EEUU.
Así recuerda aquel día: "Con Andrea salimos una mañana de Mendoza rumbo a Santiago de Chile donde por primera vez subía a un avión. La despedida fue estremecedora: familia, amigos, afectos que por más objetivos claros y sueños por cumplir, no dejaron de rasgar el corazón".
En el '99 llegaron a Texas, con la promesa -según cuenta- de una (seudo) empresa argentina de ventas radicada en Dallas. Al mes de llegados, se quedaron con los pocos dólares que los mendocinos llevaban. "Así que definitivamente el inicio no fue fácil. Más allá de una ayuda se convirtieron en un contratiempo", sentencia.
Con respecto a la familia, Andrea le regaló dos hermosas princesas: Aixa y Lucila. "A las nenas siempre les hablamos y contamos de Mendoza, la montaña y los buenos amigos. Sé que algún día caminaremos todos juntos con ellas por esas calles que vieron crecer a sus papás", dice con nostalgia.
A pesar de saber que se trataba de una cultura e idioma totalmente diferentes, Alejandro cree que el secreto de todo esto fue nunca haber perdido el sueño y el objetivo que los llevó a dejar Argentina. "Todo esfuerzo tienen recompensa. Hoy desde la distancia y perspectiva que dan los años, creo que repetiría el mismo camino transitado", finaliza.