Las extrañas circunstancias en torno al asesinato de Pier Paolo Pasolini siguen sin resolverse. Han pasado 40 años desde que, en la noche del 1 de noviembre de 1975, el cineasta y escritor fuera brutalmente apaleado hasta la muerte en la playa de Ostia, a 60 kilómetros de Roma. Su cuerpo ensangrentado y herido contrastaba con el del asesino, un joven amante del cineasta, que no mostraba ni una marca de sangre.
Una película, “Pasolini, la verdad oculta”, de Federico Bruno, y el libro “Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas” (Errata Naturae), una antología de ensayos -"el testamento espiritual e intelectual", tal como él mismo lo definió- junto a un texto publicado dos semanas después de su muerte, y la última entrevista que concedió, cuatro horas antes de su asesinato, suponen el recuerdo y el afán por recuperar la grandeza intelectual de un hombre libre y transgresor, que hizo gala de su homosexualidad y rompió con las reglas más rancias de la época.
Pobre, homosexual y comunista, una combinación terrible por la que el joven Pasolini, con 23 años, fue obligado a huir de su pueblo natal, al norte de Italia, y refugiarse en la locura de Roma. Fue en 1954, y sus primeros años en la capital italiana transcurren entre los más pobres y proletarios. El director italiano Federico Bruno ha investigado a conciencia la vida de Pasolini para centrarse en el último año de su vida.
"Pasolini representa como nadie a Italia, sus conflictos, contradicciones y misterios. Lo reúne todo en una sola figura, también la parte más sucia y violenta. Es absolutamente injusto cómo una figura como Pasolini ha sido borrada de la memoria de Italia. Fue un testigo de su época que se dedicó a denunciar la pobreza, la corrupción y las miserias. Con su cine rompió de manera rotunda los esquemas estéticos de la época, algo así como hizo Buñuel con ‘Los olvidados’".
El filme protagonizado por un espléndido Alberto Testone desbarata la versión oficial de que el realizador de “El Decamerón”, “Teorema” o “El Evangelio según San Mateo” fuera asesinado tras un morboso encuentro homosexual.
"Hoy en Italia se sigue diciendo que fue un homicidio casual, pero en el proceso no se hizo ninguna investigación. Fue todo un complot entre los servicios secretos, la Iglesia y los políticos. Se había creado un ambiente de que Pasolini era un hombre peligroso que hacía daño a la sociedad italiana y a la democracia", asegura Bruno, que ha levantado este filme, en gira por las filmotecas, sin ningún tipo de ayuda ni institucional ni privada.
Premonitorias fueron las palabras del propio Pasolini en la entrevista que concedió la misma tarde de su asesinato y que fue publicada siete días más tarde. "Todo el mundo sabe que yo pago mis experiencias personalmente. Pero también están mis libros y mis películas. A lo mejor soy yo el que se equivoca, pero sigo pensando que todos estamos en peligro".
Amigo de Moravia, de Maria Callas y de gente muy humilde, abogó siempre por la educación y la cultura y se puso del lado de los más desfavorecidos. "Añoro la revolución pura y directa de la gente oprimida cuyo único objetivo es ser libre y dueña de sí misma. Imagino que aún puede llegar un momento así en la vida de Italia y del mundo… Quiero decir a calzón quitado: yo bajo al infierno y sé cosas que no perturban la paz de los otros. Pero tened cuidado. El infierno está subiendo y las ganas y necesidad de dar un garrotazo, de agredir y de matar es fuerte y es general".
Esa noche trágica Pasolini dejó una película acabada y sin estrenar, “Saló”, que finalmente se proyectó 20 días después de su muerte, y un libro, “Petróleo”, donde investigaba crímenes que señalaban al propio Estado. Esta novela póstuma se publicó en 1992 con un capítulo perdido y nunca encontrado. Se dice que en ese capítulo, el número 21, daba datos concretos sobre esos crímenes.
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