Hombre asesinado en Guaymallén había sido absuelto de un crimen

Se dijo que había sido una “ofrenda” a San La Muerte, pero el Tribunal no encontró pruebas para condenarlo y lo dejó libre.

Hombre asesinado en Guaymallén había sido absuelto de un crimen

El sujeto asesinado el viernes pasado en Guaymallén fue juzgado hace dos años por un crimen ocurrido en ese departamento. Lo acusaban de haber matado a un joven y se dijo que lo hizo en ofrenda a San La Muerte, un personaje pagano venerado, sobre todo, en el mundo del hampa. Pese a ser señalado por varios testigos como el autor del asesinato, la Justicia no encontró pruebas para condenarlo.  
Julio Abue Bogarín (34) se consideraba un seguidor de San La Muerte.

Tal como contó Los Andes en su edición del domingo pasado, tenía un tatuaje que le recorría toda la espalda y que demostraba su gran devoción a la deidad pagana. Una calavera cubierta con un manto negro y una guadaña en la mano derecha, eran el amuleto que llevaba plasmados en su piel. Fuentes consultadas dijeron que Abue era tan devoto que hubo un tiempo en el que, incluso, tuvo una especie de altar cerca de su casa de Guaymallén.

"Es un santo muy cumplidor", aseguraba. Sus allegados lo acompañaban en esa veneración.

A mediados de 2013,  el hombre fue juzgado en la Primera Cámara del Crimen por el homicidio de Mario Bustos (18) ocurrido el 21 de marzo de 2011  cuando la víctima iba por la calle Félix Suárez en su bicicleta. Testigos dijeron que dos personas en moto se le acercaron, lo acribillaron con una 9 milímetros y luego huyeron.

Libre tal como pidió

El debate fue extenso. Durante más de diez días se presentaron varios testigos que comprometieron y desvincularon a Abue, cada uno a su turno, como el autor del asesinato.

Los que presenciaron el hecho dijeron que el matador llevaba sobre sus ropas bolsas de nylon de color negro y que, una vez cometido el crimen, se arrodilló, tocó a la víctima y luego, con esa misma mano, se tocó la espalda. Una vez concluido esa especie de "ritual", el agresor se deshizo de las bolsas que lo cubrían -dijeron que las había quemado- y se escapó.

Tras el asesinato, hubo al menos dos llamados al 911 de personas que aseguraron que Abue había sido el autor del hecho. Ellos, durante el juicio ratificaron sus dichos. Sin embargo, la defensa demostró que tenían enemistad con el acusado por lo que el testimonio perdió credibilidad. Una mujer incluso declaró que Abue le había confesado el crimen a su esposo, quien había muerto unos meses antes del debate.

En contraposición con estas declaraciones, se presentaron ante el Tribunal allegados a Abue que aseguraron que no tenía nada que ver con el crimen.

Durante el debate, el hombre hizo varias alusiones a su devoción a San La Muerte e incluso mostró su tatuaje ante el pedido del Ministerio Público. Sin embargo, en su momento la Justicia no encontró las pruebas suficientes para condenarlo por el crimen y resultó absuelto por el beneficio de la duda. En cambio recibió 4 años de cárcel por un robo por el que estuvo en prisión hasta hace dos meses.

Final sangriento

El viernes pasado, Abue apareció asesinado entre las manzanas 3 y 4 del barrio Dos Costas de Guaymallén.

El cadáver presentaba una herida por arma de fuego en la cabeza y cuatro en la región del tórax.

Llamadas al 911 alertaron sobre un hombre herido pero nadie, hasta el momento, ha señalado a su matador.

Muchos seguidores entre los "tumberos"

La veneración por San La Muerte se extendió desde Paraguay al noreste de Argentina y al sur de Brasil desde 1960. Luego, debido a las migraciones internas el culto se fue acrecentando.

Sus imágenes suelen ser talladas (a excepción de la guadaña, que se le suele añadir) en una sola pieza de madera dura, hueso (en ocasiones huesos humanos). Ésta es la representación más frecuente, aunque existen estatuillas con la figurilla sentada o en cuclillas.

Se lo considera un personaje pagano, alejado de las creencias católicas pero que tiene muchos seguidores en el mundo “tumbero”.

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