Por Fabián Galdi - fgaldi@losandes.com.ar
El primer caso de hoguera mediática de las dos últimas décadas en el fútbol comenzó cuando #Diego Maradona dio positivo en un control antidóping en Italia, en 1991, y terminó tres años después, con la explosión globalizada a partir de la exclusión del Mundial de Estados Unidos por un idéntico motivo y cuya onda expansiva derivó en el ataque a mansalva sobre una imagen construida a base de excelencia deportiva. El astro, en ese momento, convirtió en leyenda una de sus frases más emblemáticas: "Me cortaron las piernas".
En un efecto dominó prolongado en el tiempo, aunque nunca de tanta dimensión como el que envolvió a Diego, las nuevas víctimas de la exposición pública por comportamientos alejados de lo esperable fueron: #Carlos Tevez, con sus peleas con el DT Roberto Mancini, las cuales derivaron en su salida del Manchester City en malos términos; #Luis Suárez, debido al mordisco dado al italiano Giorgio Chiellini en Uruguay 1 Italia 0, durante Brasil 2014; #Arturo Vidal, tras el escándalo por el accidente automovilístico en Santiago luego de haber conducido su vehículo en un estado evidente de ebriedad; y #Neymar, debido a su desborde emocional en el final de Colombia 1 Brasil 0, por la actual #Copa América 2015, que le valió la expulsión del árbitro chileno Enrique Ossés y la posterior sanción por cuatro partidos.
En todos los casos, se trata de estrellas futbolísticas oriundas de suelo sudamericano, provenientes de la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Primer interrogante: ¿Qué causa produce que el deportista nacido en el cono sur se extralimite y no logre contenerse en momentos clave? ¿Le sucede igual a un colega surgido en el viejo continente o es que éste sobre actúa su auto contención? Segunda interrogación: ¿Por qué el futbolista de suelo americano modera su comportamiento al acatar las normas en las ligas europeas y en cambio aquí permanentemente las trata de romper? Y si invirtiéramos los orígenes y en ligas sudamericanas jugasen ingleses, alemanes, italianos, franceses o españoles, por ejemplo, ¿cuál sería su modo de adaptarse a los hábitos y costumbres de esta región?
El jugador que rápidamente se convierte en estrella a temprana edad en América del Sur suele emigrar a la elite del fútbol mundial cuando aún se halla en pleno proceso formativo. Ya no sucede como en décadas anteriores, ya que mayoritariamente las transferencias se hacían cuando el futbolista tenía al menos entre 21 y 22 años; por ejemplo, la de Maradona desde #Boca Juniors al #FCBarcelona. Hoy en día, en cambio, un talento descubierto en plena adolescencia sería negociado antes de los 18 o 19 años (#Atlético de Madrid lo hizo con #Sergio Agüero y ahora con #Ángel Correa). Y si el genio es precoz, nada mejor que recordar que #Lionel Messi llegó al #Barça aún en edad escolar.
A propósito de Leo, cuando se intensificaron las denuncias en España por presunta evasión fiscal entre fines de 2012 y principios de 2013, y esto provocó que por primera vez en su vida haya quedado expuesto ante la opinión pública, la seguidilla de lesiones musculares sufridas por él fueron analizadas por especialistas como de probable origen psicosomático; ésto es, como las afecciones de origen psíquico terminan debilitándole el organismo. Los problemas, además, se agravaron con la difusión de las fotografías que lo ubicaban en una situación incómoda durante una fiesta privada en Las Vegas y lo movieron del eje de persona modelo y ajena al tipo de hechos que pueden debilitar su imagen. Más recientemente, pocos días antes del debut albiceleste ante Paraguay, en La Serena, volvió la embestida de la Hacienda Española al difundir que iba a ser citado a juicio oral, pero el crack parece haber absorbido estas situaciones de tensión ahora con más naturalidad que antes.
La mirada que sobrevuela la categoría de ídolo deportivo ha variado, también, en relación a otras épocas. El de hoy ya no importa sólo por lo que produce dentro del campo de juego, ya que ésta parece ser en el imaginario popular sólo una faceta más del culto a la idolatría en lo que va de este siglo. Al futbolista consagrado de estos tiempos se lo inviste en la categoría de modelo en todo sentido: visual y a la vez social; ésto, tanto desde el punto de vista de la estética como de los modelos de comportamiento esperables. El héroe lo es tanto en la cancha como en cualquier otro espacio que lo muestre en público.
Las camisetas, pantaloncitos, medias y botines se complementan con los cortes de pelo y peinados a la moda, además del lenguaje gestual y los ademanes que la estrella del fútbol utiliza al saberse enfocado por las cámaras. El individuo - así - se singulariza y desde lo simbólico se aleja del ser humano anónimo que lo tiene como punto de referencia. Fijémonos el caso reciente de Vidal en Chile, con un inconsciente colectivo trasandino que navegó tanto por las aguas de la sanción taxativa como de la indulgencia del perdón; por caso, hasta la propia jefa presidencial, #Michelle Bachelet, lo apoyó sin dudas.
Las grandes figuras, inclusive, ya ni siquiera son patrimonio absoluto de la prensa especializada en deportes, sino que sus alcances como fenómeno masivo cada vez más asiduamente los coloca en el centro de la escena farandulesca. Por ejemplo, el raid de los escándalos alrededor de las vidas de #Daniel Osvaldo y de #Mauro Icardi así lo certifica. En sendos casos, ganan tanto o más centimetraje por sus actividades fuera de las canchas que dentro de éstas. Los dos, también, conforman el nuevo estereotipo metrosexual del futbolista, digerible para la industria del consumo y de eventual reposición cuando la luz que hoy los ilumina se apague. Dentro de los autorreferenciales natos, el máximo referente es #Cristiano Ronaldo, indiscutible en lo alto del podio como si cada día de su existencia se transformara en un espectáculo de stand up.
De hecho, el culto al individualismo en las sociedades modernas pone al deportista exitoso en un marco de relevancia y no le permite que ningún exabrupto de su conducta entre en pugna con los valores del auto control. Como sostienen los especialistas, de ahí al concepto de auto ayuda hay un paso. Al menos, para los futbolistas criados en territorio sudamericano y luego convertidos en materia prima para las grandes potencias de la elite mundial, en la cual también surgen situaciones de conflicto entre sus nativos aunque en estos casos el destaque en los medios parezca reducirse a la mínima expresión.