Falta de alimentos, atención de salud y carencias en la educación, son sólo algunas consecuencias que aparecen cuando la pobreza involucra a niños o a adolescentes. Justamente son ellos los más afectados por este flagelo, que está en el tapete tras la difusión de los índices del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec).
De hecho, según un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), a nivel nacional los hogares con niños sufren necesidades básicas insatisfechas aproximadamente cuatro veces más que los hogares conformados sólo por adultos.
Este relevamiento que abarcó el período 2010-2015 evaluó el ingreso per cápita de los distintos hogares y concluyó que en los que hay menores no se alcanza la mitad de los montos de ingresos registrados en las unidades domésticas conformadas sólo por mayores.
Para hacer más visible la problemática de los menores en el estudio se destaca que 40,4% de las personas de 0 a 17 años vive en hogares por debajo de la línea de pobreza económica, porcentaje que es del 31,8% entre las de 18 a 29 años; del 24,8% en la población adulta y del 7,6% en mayores de 60.
Por su parte, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) analizó los datos difundidos por el Indec y concluyó que casi la mitad de los menores de 14 años viven en situación de pobreza.
Los más vulnerados
Expertos y personas que trabajan para mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes concordaron con la apreciación que indica que los menores son los más perjudicados por las situaciones de pobreza ya que inevitablemente se ven vulnerados sus derechos.
Lorena Troncoso es coordinadora del Banco de Alimentos Mendoza, organización que le provee comida a 83 organizaciones del Gran Mendoza y alrededores. “Nosotros trabajamos con una problemática social muy compleja que tiene que ver con una carencia de una necesidad básica, se trata de la inseguridad alimentaria. En este contexto, toda la familia se ve perjudicada, pero los más vulnerados son los chicos”, aseguró la responsable. En este sentido, ella informó que llegan a más de 21.000 personas y de ellas entre 75% y 80% son niños.
Según su experiencia, la situación de carencia ha empeorado en el último año. “Nosotros les pedimos a las organizaciones actualizaciones constantes y desde marzo hasta la actualidad 80% de estas organizaciones declararon que han aumentado la cantidad de personas a las que asisten”, remarcó. A esta apreciación le sumó que durante 2015 tenían 11 instituciones en lista de espera y en lo que va del año han ascendido a 22.
“Trabajamos en un intento de paliar esta necesidad concreta y para cumplir con esta misión hay muchos eslabones importantes que hacen que la cadena funcione: por un lado, conocer las necesidades de las organizaciones de base y por el otro, el aporte del sector empresarial e industrial. También son importantes las políticas públicas que respalden la donación de alimentos”, expuso.
Impacto en la salud mental
La trabajadora social Laura Luna vive la situación diaria de los menores desde dos frentes: en el Centro Preventivo Asistencial en Salud Mental Infanto Juvenil que pertenece al hospital Carlos Pereyra y en una escuela de Las Heras.
“La realidad que observamos diariamente en mis dos lugares de trabajo es de mucha vulnerabilidad de nivel socioeconómico. Evidentemente, los niños terminan siendo muy desprotegidos, no se garantizan sus derechos y terminan estando en una situación de riesgo que afecta sus posibilidades desde lo más básico”, describió.
En el centro preventivo asistencial, ella trabaja con un equipo de profesionales con la problemática de salud mental, trastornos psiquiátricos, de conducta, discapacidades mentales, entre otras. Allí se reciben a chicos de 0 a 18 años a través de derivaciones y demanda espontánea.
“La mayoría de los casos son situaciones que están atravesadas por la vulnerabilidad socio económica, lo que nos permite concluir que esta realidad impacta fuertemente en la salud mental de los niños”, subrayó. Ella además observa actitudes de mucha violencia relacionados con estos contextos. “Si bien, hay muchas políticas que tratan de contener la situación y muchas familias subsisten de la asignación, no es suficiente. Además el resto de los programas y políticas son paliativos”, aseguró.
Transmitir valores
José Villanueva es presidente de Crecer Felices, una ONG formada por jóvenes universitarios que realiza voluntariado en Centros de Apoyo Escolar (CAE) de la provincia. “Si bien nosotros no trabajamos con chicos que están en la indigencia, hace mucho tiempo venimos viendo situaciones de pobreza y cómo afecta a los más chicos”, comentó.
Como un ejemplo de esas situaciones que viven durante su tarea recordó que muchos niños no se quieren sacar las zapatillas para jugar. “Como tienen un solo par no lo quieren dejar por nada del mundo, además muchas veces tienen vergüenza porque no las pueden lavar en su casa”, contó.
Su objetivo como organización es transmitir a los chicos valores a través de talleres de música, deporte, cocina, danza, manualidades y teatro, entre otros. “La idea es intentar desde nuestro lugar cambiar esas realidades y formar un vínculo con los niños que les permita conocer que otras cosas son posibles”, explicó.
Protección de derechos
Desde de la Dirección de Promoción y Protección de Derechos que depende del Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes, no son ajenos a la realidad que muestran tanto los números del Indec como el informe de la UCA.
“En los casos que trabajamos, vemos la vulneración del derecho a la calidad de vida de esos niños, lo que tiene relación directa con los índices que se han publicado”, expuso Verónica Álvarez, titular de esa dirección.
Ella aseguró que cuando detectan una situación perjudicial para un menor se ponen en marcha inmediatamente. “Los niños no pueden tener derechos vulnerados por lo que trabajamos de forma articulada entre municipios y provincia. Se asesora a los padres y a veces se los asiste económicamente”, explicó la funcionaria.
Los casos con los que trabajan son derivados por distintas instituciones, pero también llegan a la dirección papás o mamás que se presentan espontáneamente a preguntar o asesorarse. “También tenemos un área de promoción de derechos muy importante”, destacó Álvarez.