La amargura de 2013, de aquella final perdida, ayer fue un incentivo más para las chicas de Leonardo Murialdo al pisar el sintético del Estadio Ciudad de Godoy Cruz. En la definición del Campeonato Apertura femenino, dieron cuanta de Los Tordos por penales australianos (3 a 1) tras remontar un 0-2 en tiempo reglamentario.
Las dirigidas por Gabriel Herrera con tantos de Valeria Rosales (al 1', del tercer cuarto) y de Eliana Herrea (a los 6', del último cuarto) neutralizaron la ventaja que habían impuesto las Azulgranas gracias a las conquistas en el primer tiempo de la Leona, Pricila Jardel (2' y 25').
Y fue ante las defensoras del títulos que las Canarias tuvieron al alcance de su mano la posibilidad de escribir una historia muy deseada en el club de calle Bandera de los Andes. Con el nerviosismo propio de toda definición, en la tanda de penales australianos Chiara Médici, Gabriela Bauzá y Eliana Herrera empujaron la bocha para besar la red. Mientras que la gran tarea de Rocío Moreti, defendiendo el arco Canario, encendieron la alegría para para dar una Vuelta olímpica que será eterna.
La labor de la arquera Rocío Moretti fue determinante en los penales australianos, ya que contuvo los intentos de Palta, Avendaño y Jardel.
Cuando parecía que Los Tordos (campeonas de este certamen en 2014, 2015 y 2016), estirarían su reinado local, una muestra de coraje de las chicas de Villa Nueva volvió a todo a foja cero. El premio final es mucho más valioso que el resultado del partido, porque en elenco escribió una página memorable para el club.
Murialdo, que venció a UN San Juan (4 a 1) en la fase de semifinales, se esforzó al extremo para entregar lo mejor de sí. El revés de Rosales, para achicar la diferencias, fue el momento de quiebre en el segundo tiempo.
Sabiendo que podían lastimar el arco defendido por Florencia Saravia, Las Canarias se animaron a más y no dejaron de insistir.
Murialdo fue en busca de la hazaña que la encontró por medio de una jugada fija, fue en un corto cuando Herrera selló el empate. De allí en más se jugó en el terreno de la emoción, y el partido fue preludio de lágrimas de felicidad.