¡Ni un minuto separados! Para muchas parejas enamoradas no hay como compartir tiempo. Con tal de estar junto a la otra persona, uno puede ir a un concierto de música clásica cuando en realidad le gusta el rock o aceptar salir de vacaciones en tienda aunque siempre detestó dormir en cualquier parte en donde no hubiera una buena cama. Pero cuando el enamoramiento explosivo va cediendo ante la vida cotidiana, es inevitable no plantearse la pregunta: ¿realmente tengo que hacer todo esto?
Hay quienes aseguran que esa idea de que las parejas deben compartir su tiempo libre es algo muy moderno, ya que las generaciones pasadas tenían otro modo de ver la vida en común. Antes, si las parejas no hacían algo juntas en esos momentos libres, no tenía ninguna repercusión en la relación. Al contrario: era muy poco usual que ambos tuvieran un mismo hobby.
Sin embargo, eso no implica que lo ideal sea que cada uno pase el tiempo libre por su lado. Es bien sabido que justamente en esos momentos se generan los recuerdos que las parejas tendrán de su vida juntos.
¿Pero qué es lo que mantiene realmente unida a una pareja? Esa fue precisamente la pregunta que planteó la psicóloga Eva Wunderer en el marco de un estudio a largo plazo que trabajó con 650 parejas.
Las “actividades de vida compartidas” se situaron en el quinto puesto, mientras que la lista estuvo encabezada por otro “ingrediente” fundamental: la tolerancia y la comprensión, seguidas por la confianza y la actitud abierta hacia el otro. El tercer puesto logró conquistarlo... el amor.
“Compartir intereses es importante para una pareja, desde ya”, comenta Wunderer. “Pero los hobbys no tienen tanta relevancia como los valores compartidos y las actitudes en las que ambos coinciden”, asegura la especialista.
Los proyectos de vida planteados en conjunto también le aportan gran solidez a una relación, ya sea tener hijos o armar un hogar. Si a uno le gusta remar y al otro no, no es tan decisivo, pero sí hace una diferencia cuál es la actitud que uno tiene frente a esos gustos no compartidos.
Según Wunderer, lo crucial no es que las parejas pasen el día juntas, sino que cada uno pueda contarle al otro qué hizo durante el día y que el otro sepa escuchar con cierto entusiasmo.
Porque, ¿de qué serviría que los dos salieran a remar si uno de ellos va a estar protestando después de 20 minutos y preferiría estar sentado leyendo en el balcón? Lo importante es compartir los relatos de lo que le interesa al otro, mostrar interés, preguntarle cómo la ha pasado e intentar entender qué es lo que le gusta de lo que hace.
Desde ya, puede que surja la sensación de que no se está compartiendo mucho tiempo. “Nunca hacemos nada juntos” o “nunca salimos juntos”. Es una crítica que bien se puede dar y debe ser atendida, ya que esa falta de tiempo suele ser percibida por una de las partes como un rechazo. ¿Por qué el otro siempre prefiere ir a jugar al fútbol en lugar de salir con su pareja? En esos casos, es importante que ambos se digan abiertamente cuáles son sus necesidades y se escuchen.
Lo esencial es, siempre, la formulación. En lugar de “no tengo ninguna gana de andar chapoteando contigo en un bote” se puede decir “prefiero ir a jugar al fútbol para tener una actividad física que pueda compartir con mis amigos”. Forzarse a compartir una actividad puede ser perjudicial para la pareja a largo plazo.
Por supuesto, también pueden verse parejas que van juntas a todas partes. Son vínculos “simbióticos”. Pero no siempre duran. A veces, explican los profesionales especializados en relaciones de pareja, el vínculo se rompe de pronto porque una de las partes estaba reprimiendo uno de sus costados. Las parejas, en definitiva, deben apuntar a tolerar y respetar sus diferencias.