Fue el segundo paro "general" que parte de la dirigencia sindical le realiza a la administración kirchnerista. El primero, el del 20 de noviembre de 2012 fue importante, pero resultó indudable que el del jueves pasado tuvo mayor repercusión.
De todas maneras, los sectores del sindicalismo que impulsaron la medida de fuerza, si bien manifestaron su satisfacción por el resultado obtenido, deberán considerar que una parte importante de quienes se adhirieron lo hicieron porque no contaron con los servicios de transporte para dirigirse hacia sus lugares de trabajo. Al Gobierno también le cabe una reflexión, porque la mayoría de quienes decidieron adherirse a la medida de fuerza, lo hicieron a modo de protesta por no estar de acuerdo con la gestión.
No fue una partida de ajedrez, porque las piezas estaban jugadas de antemano. Hugo Moyano era consciente de que tenía la fuerza que le da el hecho de conducir, junto a otros dirigentes, a todo el transporte que se mueve sobre ruedas en el país, desde los camiones hasta los micros, con excepción de los taxis, cuyo secretario general, Omar Viviani, decidió pasarse a la CGT que dirige Antonio Caló no hace mucho tiempo atrás. El camionero sabía que el resultado de la medida de fuerza sería importante.
Y lo mismo pensaba el Gobierno, pero las decisiones que adoptó para desactivar el paro resultaron insuficientes. Intentó, en primer lugar, politizar la medida indicando que estaba impulsada por el massismo, por el hecho de que el gastronómico Luis Barrionuevo, titular de la CGT Azul y Blanca, que también se sumó al paro, se ha alineado políticamente detrás de Sergio Massa. Pero, tanto las declaraciones del ex intendente de Tigre como las del propio Barrionuevo desestimaron la denuncia.
Más aún, el propio gastronómico perdió credibilidad cuando, días pasados, formuló una crítica al ex presidente Néstor Kirchner en términos absolutamente inadecuados. El oficialismo buscó también retrotraer la discusión al enfrentamiento con el campo, en razón de que Eduardo Buzzi se sumó a la medida, pero la iniciativa perdió fuerza porque Buzzi es titular de la Federación Agraria Argentina, una entidad que suele estar alejada en sus objetivos -salvo en la lucha por la 125- de lo que supone la Sociedad Rural.
Hacia el final, cuando ya todo estaba decidido, el Gobierno decidió acelerar las paritarias y lograr acuerdos con dos gremios importantes: comercio y bancarios, con un 30 y un 29 por ciento, respectivamente, porcentajes que determinarán con toda seguridad el piso salarial, ya que en un porcentaje similar -el 29,6 por ciento- logró la Unión Obrera Metalúrgica. Es más, durante el acto de firma del acuerdo, realizado en la Quinta de Olivos, la Presidenta prometió la actualización del piso salarial a partir del cual los trabajadores tributan ganancias, que constituía uno de los motivos de la medida de fuerza de la CGT Azopardo.
Por otra parte, las críticas que surgieron desde el kirchnerismo contra los cortes de rutas en sectores estratégicos, no afectaron a la dirigencia sindical que había decretado el paro, en razón de que los mismos popes gremiales habían anticipado que no estaban de acuerdo con ese tipo de actitudes y que la misma fue realizada por partidos de izquierda que aprovecharon la situación para sumarse al reclamo. En el caso de Mendoza, esos cortes constituyeron la continuidad de un plan de lucha que desde hace tiempo vienen realizando gremios de la salud y de trabajadores del Estado.
El Gobierno debería tomar nota del reclamo del jueves. La gente está molesta por la inflación, la inseguridad, el impuesto a las ganancias, los tarifazos y el irrisorio aumento que se otorgó a los jubilados, que no alcanza a cubrir la inflación de los tres primeros meses del año. Y gran parte de quienes adhirieron a la medida de fuerza, lo hicieron por esos motivos.
El plano gremial
Desde el otro plano, el sindical, la dirigencia gremial congregada en la CGT Azopardo, la CGT Azul y Blanca y la CTA opositora, cometería un error si cree que tiene "el manejo" de la protesta en el país. En primer lugar, porque no fue un paro "general", en razón de que no adhirieron gremios de la talla de metalúrgicos, comercio, mecánicos, construcción, Luz y Fuerza, comercio, sanidad, bancarios, alimentación, textiles, petroleros o la confederación que nuclea a la educación, entre muchos otros. Más aún cuando, en algunos casos, como el de los bancarios, el gremio se encuentra alineado dentro de la central obrera que conduce Hugo Moyano.
La medida se hizo sentir esencialmente porque hubo una fuerte adhesión de los gremios del transporte, cuyo manejo está en manos de Hugo Moyano, un hombre que construyó gran parte de su poder merced al apoyo que recibió durante el tiempo en que mantenía una excelente relación con el ex presidente Néstor Kirchner. En su afán por tener un solo interlocutor, Néstor le dio a Moyano el manejo de todo lo que se moviera sobre ruedas: desde los camiones de carga hasta el transporte de caudales, pasando inclusive por aquellos que manejaban los elevadores en los supermercados.
Le permitió los piquetes permanentes para lograr sumar a trabajadores de otros gremios y hasta lo favoreció con "acuerdos" paritarios que determinan que para algunas empresas de transportes no hay libertad de agremiación entre sus empleados. La división del sindicalismo que el propio Gobierno impulsó, reconociendo cinco centrales sindicales, no dio los resultados buscados porque ha quedado en evidencia que no pudo debilitar el poder de Moyano.
Pero el dirigente de los camioneros se equivocaría si cree que el "éxito" del paro responde a su liderazgo personal. Los hechos le han demostrado que cada vez que intentó incursionar en política, impulsando inclusive un Partido de los Trabajadores y reclamando que alguna vez "un trabajador ocupe el sillón de la Presidencia", lo único que logró fue espantar a muchos de los que lo apoyaban.
Y también cometería un error si impulsa una nueva medida de fuerza -por 36 horas como dejaron trascender algunos- porque la misma debería superar lo sucedido el jueves, ya que de lo contrario podría ser considerado un fracaso.