El seleccionado iraní de fútbol goleó hoy a su par de Camboya por 14-0, en un partido histórico por la presencia de 3.500 mujeres que ingresaron sin restricciones a un estadio por primera vez en 40 años.
El estadio Azadi de Teherán, con capacidad para 78.000 espectadores, contó con la presencia de 3.500 mujeres que presenciaron un partido de fútbol del seleccionado iraní sin las restricciones impuestas por el gobierno local desde 1979.
Las 3.500 espectadoras, que agotaron las entradas en apenas una hora, se ubicaron en un sector separado al resto del público masculino.
Este hecho histórico se produce luego de la muerte de Sahar Khodayari, una hincha de 30 años, que se prendió fuego antes de ser juzgada por haberse disfrazado de hombre para presenciar un partido del club del cual era hincha.
Tras la fuerte presión de la FIFA que amenazó con sanciones, la federación iraní permitió la venta de entradas para mujeres, que antes solo podían ingresar por invitación o en un número limitado como sucedió en noviembre del año pasado con la presencia de mil hinchas.
La medida tuvo fuerte repercusión en el mundo pero también recibió críticas por parte de Amnistía Internacional.
"La decisión de permitir la entrada de un número simbólico de mujeres al estadio Azadi es un cínico ardid publicitario por parte de las autoridades iraníes, que pretenden así lavar su imagen tras el clamor general en todo el mundo por la trágica muerte de Sahar Khodayari", afirmó Philip Luther, director de Investigación e Incidencia de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África, según consigna un comunicado.
Según la misma entidad, desde principios de 2018, al menos 40 mujeres fueron "detenidas" y "varias procesadas" por intentar entrar en estadios de fútbol de Irán.
El partido correspondiente a la segunda fase del grupo C de las eliminatorias para el Mundial de Qatar 2022 fue un mero trámite para el equipo dirigido por el belga Marc Wilmots que no tuvo piedad con el humilde seleccionado conducido por el argentino Félix González Dalmas, quien a su insólita historia de vida (se fue del país a los 13 años y a los 31 dirige un conjunto representante de la FIFA) ahora le puede sumar un nuevo capítulo al ser testigo de un hecho inédito y memorable en Medio Oriente.