Un histórico 2013, recitales: la leyenda india

El Indio y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado escribieron su propia epopeya. El 14 de setiembre, bajo una llovizna helada, 120 mil personas encendieron en San Martín el pogo más grande del Universo.

Un histórico 2013, recitales: la leyenda india
Un histórico 2013, recitales: la leyenda india

"Fue el show más significativo pero el más desprolijo”, reconoció tres meses después.

Es que aquel 14 de setiembre en el Autódromo de San Martín, la llovizna helada le golpeó la frente, la lengua, los dedos. Por momentos, debilitó su voz. Supimos, tiempo después, que antes de subir al escenario debió tomar dos diclofenac, y que los Fundamentalistas del Aire Acondicionado no la pasaron nada bien: a Gaspar Benegas y Baltasar Comotto (guitarras) le costaron los punteos; a Sergio Colombo, soplar a través del saxo. “Estar ahí arriba fue bravo”, dijo él, al calor de diciembre, poco antes de lanzar su nuevo disco “Pajaritos, bravos muchachitos”.

Fue bravo, sí. Tal vez fue el peor día para tocar. Ese sábado, un capricho climático alejó la primavera con dos grados, agua nieve y viento. Estar en el parque Agnesi fue una odisea. Digna de valientes. O de esperanzados feligreses. Porque la hostilidad del clima alimentó el mito; le imprimió el toque épico a un recital que pasó a la historia: con 120 mil tickets vendidos, fue el recital pago más convocante en la historia del rock nacional. Pero la leyenda se escribió con otras cifras: 150 mil, incluso 180 mil. Tal vez más.

Es que la 'misa' se había hecho esperar dos años, un paréntesis demasiado largo para los corazones ricoteros. Buscando la Ruta 7 cruzaron el país, la provincia, las fronteras. Viajaron en bondi, auto, avión, a dedo. Y cuando llegaron encendieron la ‘previa’ con zapadas, tinto y asado, cumpliendo con el ritual sagrado que los preparó “el pogo más grande del universo”.

El show fue un récord para el Indio en su primera década post Redondos y también para Mendoza, una ciudad que, por distintos motivos, nunca había rankeado como plaza para elevar el altar (nada hacía pensar que podía superar la convocatoria alcanzada en Junín, Buenos Aires, dos años atrás). Para ambos fue altamente rentable: a la provincia, 'la misa' le dejó la friolera de 100 millones de pesos; a Carlos Solari, 36 millones.

Pero la fiebre ricotera venía elevando la temperatura de las redes, los medios y de los funcionarios desde mucho antes. El Indio fue "el" tema. Por eso las 50 mil entradas iniciales se agotaron en un día y medio, y el show debió mudarse del Estadio Islas Malvinas al Hipódromo de Godoy Cruz.

Por eso, los dueños de los caballos de carrera lanzaron una campaña para evitar el show y el intendente Alfredo Cornejo exigió un complejo e inédito operativo de seguridad antes de firmar el contrato. Por eso comenzó a correr el rumor de que podría suspenderse. Hasta que, finalmente, se trasladó al Autódromo de San Martín.

Aquel 14 de setiembre, el Indio y los Fundamentalistas escribieron su propia leyenda y Mendoza entró en las páginas de oro del rock. Y pese a los discursos alarmistas (que vaticinaron robos, desmanes, descontrol), no hubo incidentes graves,  porque todo ocurrió en comunión pacífica, solidaria, amistosa.

En los meses que siguieron, no dejamos de hablar del Indio: por los recitales intimistas que Gaspar Benegas y Hernán Aramberri llevaron por todo el país (un repertorio de clásicos ricoteros y de los Fundamentalistas arreglados para batería y piano que aquí sonó en Le Parc) y por el disco que venía en camino, “Pajaritos, bravos muchachitos”, en el que se da el gustito de volver a tocar con Sergio Dawi, Semilla Bucciarelli y Walter Sidotti (en el tema “La pajarita pechiblanca”).

No dejamos de hablar del Indio porque, en definitiva, así se mantienen vivas las leyendas.

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