En una jornada histórica, los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi y el ex jardinero Armando Gómez fueron condenados por los abusos a chicos y chicas sordos y sordas en el instituto religioso.
Corbacho fue condenado a 45 años de prisión e inhabilitación absoluta por los hechos de abuso sexual y corrupción de menores. Mientras que para Corradi los jueces dictaminaron 42 años de cárcel por los mismos delitos. Por su parte, Gómez fue condenado a 18 años de prisión.
Nada ni nadie reparará ni hará olvidar el dolor y sufrimiento que padecieron los chicos y chicas que estudiaron y durmieron en el instituto religioso Antonio Próvolo, eso es cierto. Pero la sensación a partir de hoy se asimila a la tranquilidad, aquella misma que vienen buscando y reclamando hace 3 años.
Luego de que se conociera la sentencia condenatoria como autores y partícipes de abusos sexuales y episodios de corrupción de menores contra los curas Corradi y Corbacho y contra el ex jardinero Armando Gómez; un tornado de fuertes emociones invadió los cuerpos y las almas de las víctimas y familiares que permanecían en el interior de la sala 6 del Fuero Penal Colegiado. La misma sala donde, desde el 5 de agosto y hasta hoy, transcurrió el histórico juicio contra los primeros imputados por el caso de abuso sexual eclesiástico más importante de la historia de Mendoza. También entre quienes aguardaban la sentencia en la explanada de Tribunales, protagonizando una esperada vigilia.
La condena por los abusos y ataques contra los primeros 10 ex alumnos (toda la causa tiene más de 20 denunciantes) también es celebrada en La Plata y en Verona, las otras dos ciudades donde ex alumnos del Próvolo denunciaron haber sido abusados por los curas que estaban a cargo. Esto con un detalle particular: en las tres sedes mundiales del Próvolo y en las denuncias en los tres escenarios está presente el cura octogenario Nicola Corradi y señalado como uno de los agresores. El mismo Corradi que ayer fue condenado, y que ahora se dispone a ser enjuiciado en La Plata por los hechos ocurridos entre las décadas del 80 y del 90, antes de ser enviado a Mendoza para quedar al frente del Próvolo mendocino.