La histórica Casa del Altillo espera su urgente restauración

Fue construida en 1887 por el ex gobernador Tiburcio Benegas, que supo organizar allí reuniones políticas y grandes fiestas. En manos privadas, es patrimonio histórico municipal y necesita arreglos porque el derrumbe es inminente.

La histórica Casa del Altillo espera su urgente restauración
La histórica Casa del Altillo espera su urgente restauración

La antigua Casa del Altillo es, desde hace más de cien años, testigo de la historia de Palmira aunque también, y gracias a las reuniones que cobijaron sus salones a finales del siglo XIX, de los cambios políticos y sociales que vivió la Mendoza de aquella época.

Fue levantada en 1887 por el entonces gobernador Tiburcio Benegas quien, además de utilizarla como estupenda residencia de descanso, supo organizar allí habituales mitines políticos y glamorosas fiestas, a las que solía asistía el sector más encumbrado de la sociedad.

"Sin dudas que parte de la política del gobierno mendocino de esos años debe haberse decidido entre esas paredes", comenta el historiador Carlos Chacón, embarcado desde hace más de 15 años en un proyecto de restauración para la Casa del Altillo, que aún no ha tenido eco suficiente en el gobierno.

Hoy, la Casa del Altillo sigue esperando por una oportuna y merecida reparación que ponga a resguardo su historia y que, más urgente aún, evite las consecuencias del constante deterioro al que la someten los años y que ha puesto en peligro toda su integridad. "Es sencillo, queremos que se repare para evitar que se termine viniendo abajo", resume Chacón.

La propiedad, declarada patrimonio histórico por la comuna de San Martín en 2005, está ubicada sobre la calle Soberanía Nacional, en la zona Oeste de la ciudad de Palmira, y es una de las pocas construcciones de dos plantas levantada sólo con adobes y palos. En sus muros, algunos de casi un metro de espesor, no hay más que una mezcla precisa de barro, paja y guano de caballo. Con tan poca ciencia (o con tanta, vaya uno a saber cómo es la cosa) ha resistido en pie más de 120 años de soles y lluvias, de heladas y temporales y de sismos también.

"Su restauración no puede quedar en manos de cualquiera, ya que lo que se requiere es una tarea artesanal. Hay que conocer la técnica con la que se construyó y repetirla", dice Oscar Rossi, desde el área de Ordenamiento Territorial de la comuna de San Martín.

Rossi es una de las personas que el año pasado participó de un proyecto para subsidiar algunas reparaciones a la histórica casa. "El dinero que en ese momento envió Patrimonio de la provincia debe sumar entre 60 y 70 mil pesos, y entiendo que ya se ha comprado el material necesario para los arreglos, además de algunos andamios que hacen falta", comenta el funcionario y sigue: "En 2012 hicimos un relevamiento de toda la Casa del Altillo para conocer las condiciones reales del edificio y sí, hay peligro de derrumbe".

"El tema es que al ser parte de una propiedad privada, no es mucho el subsidio que se puede conseguir para las reparaciones; sería distinto si se tratara de un bien del Estado", agrega y pone como ejemplo de lo que dice los importantes arreglos que se hicieron al museo de Las Bóvedas y a la capilla de Alto Verde.

Lo cierto es que todavía nada se ha hecho desde el año pasado. La comuna anunció la llegada del subsidio para reparaciones y aunque el municipio insiste en que "esa obra está al salir", también es verdad que con la suma de la que habla Rossi sólo se puede aspirar a apuntalar las habitaciones más dañadas, que están en la parte posterior de la vivienda; a reforzar parte de la estructura y a resolver el hundimiento de parte del suelo.

"Lo importante es garantizar su sustentabilidad y que no corra peligro de caerse", subraya Rossi, aunque en realidad eso ya ocurrió a mediados de los ?90, cuando se vino abajo parte de la galería sur del primer piso, que más tarde fue reparada por el municipio.

La Casa del Altillo pasó por varios dueños y desde 1947 es propiedad de la familia Di Paola, que compró la histórica edificación como parte de un predio mucho más amplio, donde se levantan otras construcciones posteriores y en las que hoy vive parte de la familia.

"Está en malas condiciones pero así y todo es una casa muy admirada por aquellos que nos visitan y que se sorprenden de la solidez de sus adobes, que después de tantos años siguen sosteniendo una casa de dos pisos", explica Pablo Di Paola. "Parte del problema es el techo, que siendo de paja y barro es sumamente pesado. Restaurar la Casa del Altillo es una obra que debe superar, seguramente, los $ 500.000, una suma con la que la familia no cuenta para destinar a esa tarea", se sincera.

Más allá de los inconvenientes, el historiador Carlos Chacón se entusiasma con recuperar la construcción y abrir allí el museo patrimonial de Palmira, que hoy funciona en el garaje de su propia casa. Aunque la idea de un museo es del agrado de los Di Paola, lo cierto es que como están hoy las cosas, ese destino para la Casa del Altillo parece muy lejos de convertirse en realidad. "Difícilmente vaya a llegar el dinero suficiente para una restauración completa.

A lo que tenemos que aspirar es a mantenerla y que no se caiga. Además, pensar en un museo implica también hablar de personal que deberá atenderlo, mantenerlo y eso, con recursos del Estado en una construcción privada, es siempre complejo de implementar", cierran desde el municipio.

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