Historias paralelas y el desafío de que “no se rompa” - Por Daniel Peralta

Historias paralelas y el desafío de que “no se rompa” - Por Daniel Peralta
Historias paralelas y el desafío de que “no se rompa” - Por Daniel Peralta

El radical Alfredo Cornejo le dejó el bastón de mando y la banda al radical Rodolfo Suárez. Para encontrar una situación similar en la historia democrática reciente hay que remontarse a 2003, cuando Roberto Iglesias le entregó esos mismos atributos a Julio Cobos. Es un logro que desde 1983 le resultaba esquivo a la UCR, pero no tanto al PJ: José Octavio Bordón dejó a Rodolfo Gabrielli en 1991 y éste último a Arturo Lafalla en 1995. Luego Celso Jaque le pasó los atributos a Francisco Pérez en 2011.

En 2003 Iglesias asumió como diputado nacional, tal como lo ha hecho Cornejo ahora. Iglesias es conocido como el “Mula”, un tipo hosco y terco, quien eligió como delfín a Cobos, un ingeniero que había sido funcionario suyo en la Municipalidad de la Capital y en el Gobierno provincial. Cobos tenía un carácter más amigable que Iglesias. Cornejo no es precisamente tierno y Suárez es conocido en La Consulta como “sonrisal”.

En 2005 se desató una interna feroz entre Cobos e Iglesias, a pesar de que ambos pertenecían al mismo espacio interno, la Convergencia de la Capital.

Cobos coqueteaba con el entonces presidente Néstor Kirchner, quien necesitaba un armado político que llamó “transversalidad”; y Cobos necesitaba que la Rosada no le pusiera palos en la gestión provincial y le diera una carrera política tras el fin de mandato.

Al momento del traspaso se deja el bastón, la banda y la lapicera. En 2003 Iglesias, quien no tenía mucho predicamento nacional, pareció querer manejar el gobierno de Cobos a la distancia: varios de los ministros de Cobos eran iglesistas y todos se fueron de sus cargos cuando estalló la guerra.

Hoy, Cornejo dice que no quiere interferir en la administración de Suárez, aunque deja tres ministros y varios funcionarios, algunos en cargos de rango constitucional. El ya diputado nacional deberá tener el apoyo de Suárez para ser una de las piezas clave de la oposición nacional y Suárez necesita buena relación con Alberto Fernández. ¿Se podrán armonizar las necesidades de ambos para no fracturar a un partido, la UCR, que prefiere romperse a doblarse?

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