Esta vez les proponemos un viaje a Japón, hogar del Matcha. Un té cargado de ceremonias y siglos de historia.
De acuerdo con Kakuzo Okakura en El Gran Libro del Té, el té pulverizado apareció por primera vez durante la dinastía Sung en la llamada “segunda escuela del té” en China.
El té evolucionó de la compactación absoluta a la pulverización. Las hojas empezaron a cortarse para después pasar a un molino de piedra y ser finamente pulverizadas. Una vez pulverizadas, las hojas serían mezcladas con agua para disfrutar de esta intrigante nueva bebida.
Este proceso le dio un nuevo significado al mundo del té. Fue precisamente durante la dinastía Sung que el té pasó de ser un simple pasatiempo a un estilo de vida.
Los monjes Zen comenzaron a realizar un ritual en el cual buscaban tener un entendimiento espiritual que los llevaría a la iluminación.
Fue así que a finales de la dinastía Sung, cerca del año 1200 las semillas de la Camellia Sinensis fueron trasladadas por monjes Zen de China a Japón. Se cree que los primeros arbustos de camellia sinensis en Japón fueron colocados en las afueras de los templos templos en Kyoto.
El monje Zen Eisai fue el primero en consumir el té verde pulverizado en Japón. Por la forma en la que fue introducido el matcha, este se volvería parte de la filosofía zen, convirtiéndola en una de las ceremonias de té de mayor tradición en el mundo.
Proceso del Matcha
El té verde japonés, se caracteriza por ser de los tés verdes con menor grado de oxidación en el mundo del té, concentrando una gran cantidad de antioxidantes.
El matcha es cultivado bajo sombra, una vez que las hojas están listas para ser cortadas, la forma de prevenir que se siga oxidando el té es por medio de la vaporización.
Una vez que se cortan las hojas de la planta del té, son inmediatamente inmersas en unos tanques llenos de vapor por no más de 30 segundos para prevenir que la hoja se siga oxidando.
Después de pasar por estos tanques, se realiza el secado de la hoja y posteriormente la trituración.
Producción
La preparación del matcha comienza varias semanas antes de su cosecha. Se cubren las plantas del té para ocultarlas del sol, para retrasar su crecimiento. Con este proceso se gana en aminoácidos, creándose así un té más dulce.
Tras la cosecha, las hojas se colocan en una superficie plana para su secado.
El resultado se llama “tencha”, que se muele hasta conseguir una textura de polvo fino, de un verde intenso: el “matcha”. Las mejores calidades de matcha tienen un sabor más dulce y más intenso.
El “Usucha”, o té ligero, se prepara con media cucharadita de matcha y unos 75 ml de agua caliente, creándose un té más ligero y algo más amargo.
Para el "Koicha", o té espeso, se emplea más matcha (hasta seis cucharaditas en un cuenco agua) y se remueve la mezcla más lentamente produciendo una mezcla más espesa, sin espuma, y que resulta más dulce.
El Koicha se sirve principalmente en las ceremonias japonesas del té.