"Esto no es para miedosos, eh", advierte el policía mientras, detrás del volante de una patrulla, se apresta a recorrer barriadas "calientes" del Oeste de Godoy Cruz. Durante su recorrido en busca de sospechosos vivirá una de las tantas jornadas acumuladas durante años de servicio. Pero esta vez estará acompañado por un equipo periodístico de Los Andes.
La tarde está llegando a su fin y el calor ha comenzado a mermar tímidamente. Cuando reine la oscuridad los delincuentes aprovecharán para hacer de las suyas. Los uniformados lo saben y están listos para "tenerlos a raya". Para ello el jefe departamental de Godoy Cruz, Camilo Uvilla, ha orquestado un operativo con más de 40 efectivos de distintas divisiones.
Cuando el comisario inspector se acerca a "la tropa", que ya está reunida en el parque San Vicente, los uniformados se apresuran a acomodarse y realizan la venia. Sus jefes también están allí y serán quienes coordinen las maniobras.
Luego de recibir las instrucciones y objetivos, los policías se dispersan, suben a sus motos, autos y camionetas y comienzan a recorrer barrios como La Estanzuela, Puesta del Sol, Gráfico, Sol y Sierra, Los Barrancos, Bicentenario y los asentamientos Piedra Blanca y Razquin.
"Hace 29 años que soy policía y 28 que soy chofer. Nunca en mi vida choqué un móvil", cuenta con orgullo Hugo Agüero, cabo de la Unidad Especial de Patrullaje (UEP) de Godoy Cruz mientras conduce una camioneta Chevrolet S10 por un estrecho y empinado camino de tierra en el piedemonte.
En su recorrido por momentos apagará las luces, en otro sector encenderá las balizas y los destellos azules inundarán cada oscuro rincón de un asentamiento. Las calles están prácticamente desiertas. Sólo grupos de niños y mujeres se juntan en las veredas. No es el escenario típico, dominado por grupos de jóvenes en las esquinas. "Hasta hace un rato estuvieron trabajando los Cuerpos Especiales, por eso muchos se han guardado", advierte el titular de la comisaría 40, Juan Carlos Balmaceda.
El aire fresco que brota del acondicionador de la patrulla contrasta drásticamente con el "infierno" que se vive afuera, donde muchos han optado por consumir cerveza para aplacar el calor. Mientras el patrullero se abre paso por pedregosos caminos, los policías reciben la misma expresión de la mayoría de los rostros que voltean a verlos. Es una mezcla de bronca y desprecio, ese que se acompaña con pintadas en algunas paredes que rezan "muerte a la yuta". Otros miran con indiferencia ante la presencia azul.
"Cuando subimos a algún detenido al calabozo (la parte trasera del móvil que está enrejada) vivimos momentos tensos. Nos insultan, nos escupen, nos amenazan", cuenta con resignación el principal Edgar Pereyra.
Un efectivo recordará luego cuando detuvieron a unas travestis que protagonizaban una riña y amenazaban a los uniformados porque eran portadoras de VIH.
A toda velocidad
El cabo Agüero transita a toda velocidad con la sirena encendida por calles asfaltadas. La adrenalina entonces desborda. Pero el aullido parece no inquietar a algunos automovilistas que no se apartan del camino. En pocos minutos el chofer llega a destino. Sus compañeros han rodeado a un joven que tenía un arma de fuego en el barrio Bicentenario. Luego se comprobará que se trata de una réplica rellena con cemento para darle más peso.
Una multitud se ha empezado a reunir alrededor de los policías que, escopeta en mano, custodian el perímetro. "Vienen por curiosidad pero sobre todo a darle apoyo al detenido. Y no se asombren si empiezan a tirarnos piedras; siempre pasa", comenta Agüero.
Cuando el aprehendido es subido a un patrullero, los uniformados se dispersan y cada móvil toma un rumbo distinto. Agüero manejará ahora por una oscura calle a la que los vecinos le han implantado lomos de burro de tierra. "Son barricadas para que los móviles no puedan entrar al barrio", aclara el principal Pereyra. "Si no es con camioneta 4x4 (como la que maneja) acá es muy difícil pasar. Pero si te desplazan tenés que entrar como sea", suma su compañero mientras sortea los montículos con maniobras precisas.
La radio en manos de los efectivos no para de emitir indicaciones y reportes. Pereyra instruye al chofer dirigirse al puente San Vicente, que divide Godoy Cruz de Ciudad. Allí los perros de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico están olfateando los vehículos que sus compañeros humanos han detenido. Otros agentes suben a colectivos y supervisan que todo esté bien, mientras las potentes motos de los "hombres de negro" rugen en dirección al parque San Vicente.
Es que, después de dos horas, la voz de Uvilla en la radio indica que el operativo ha terminado y deben reunirse nuevamente en ese espacio verde. Pereyra y Agüero suben al móvil y enfilan hacia allí, donde compartirán los resultados con sus superiores y compañeros de otras divisiones. Luego volverán a subir a la reluciente "chata" azul para internarse nuevamente en las oscuras y hostiles calles, pero ya sin el equipo de este diario acompañándolos.
Balance
- 45 Policías participaron del operativo el jueves pasado.
- 430 Personas identificadas
- 152 Autos inspeccionados
- 80 Motos controladas
- 39 Aprehendidos
- 2 Detenidos con pedidos de captura