De las amplias casonas coloniales, hechas con bloques de adobe y jardines de ensueño, a las viviendas con fondos angostos y extensos hasta el formato tipo "caja", que con el advenimiento de la cultura de masas en los '50 dibujó en los barrios un estilo casi seriado, las viviendas en Mendoza fueron modificando sus características conforme al estilo de vida, las necesidades, los gustos y la influencia recibida por la provincia desde el exterior.
Al igual que el resto de los aspectos que tiñen de características particulares la historia de los mendocinos, la manera en que se edificaron las casas y edificios que perduran hasta hoy no puede estar apartada de los factores sociales, culturales y económicos que determinan la red de relaciones de cada época.
Lorena Manzini es doctora en Arquitectura e investigadora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Centro Científico Tecnológico Conicet en Mendoza. Con el objetivo de plantear esta relación entre el paisaje urbano y la idiosincrasia y evolución histórica de los mendocinos, la experta mendocina llevó adelante un estudio que profundiza en esta temática.
De hecho, en su trabajo, Manzini abordó el entorno que abrazaba, por ejemplo, a esas casas de techos altos, grandes patios y portones labrados de estilo europeo o a los suntuosos chalet de familias adineradas que influyeron política y económicamente a través de la historia de Mendoza.
"La vivienda -explica la especialista- es unos de los principales elementos patrimoniales que contribuyen en la conformación de la trama urbana, el territorio y el paisaje cultural que los integra".
Pero, incluso, su función es aún más importante, puesto que el hogar no sólo es el sitio material donde las personas encuentran su cobijo y protección sino que, además, "permite el desarrollo de la célula básica de una sociedad: la familia", indica Manzini en una investigación que hoy por la tarde será presentada ante la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, entidad que así la recibirá formalmente como miembro de número.
Espejo de una época
Si bien la vivienda es el escenario donde se despliega la vida privada, la experta en arquitectura recuerda que ésta está inserta en un marco contextual determinado por diferentes factores. Asegura que "en estas construcciones no sólo se conjugan los modos de vida y costumbres sino también aspectos económicos, conocimientos técnicos, artísticos y recursos disponibles propios de una época, lugar y grupo social determinado".
Para llevar adelante su análisis histórico-arquitectónico, la investigadora se valió de documentos materiales (construcciones antiguas que aún se mantienen en pie) y testimonios escritos que dan cuenta de las distintas tendencias estilísticas que configuraron la trama habitacional de la zona más poblada de la provincia. Así, la identidad de cada época, siempre haciendo hincapié en las casas y edificios de zonas urbanas y rurales, quedó reflejada en su trabajo.
Esta ?radiografía' incluye un marco de tiempo que va de 1810 hasta 1955. En ella, Manzini advierte un panorama variado y heterogéneo. "Encontramos edificaciones de todo tipo: casas de patio, casas rurales, las tipo chorizo, chalets, petit hotel, entre otras, cada una con distintas características materiales", explica la arquitecta.
De allí que en nuestros días convivan en el GranMendoza estilos tradicionales y modernistas, de influencia francesa e inglesa pero que al mismo tiempo guardan un particular matiz local.
El terremoto de 1861, que destruyó en la provincia casi todas las estructuras que hasta entonces se mantenían en pie, junto a la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX, fueron los grandes hechos históricos que marcaron un cambio de rumbo en la manera de construir de los mendocinos.
Pero más allá de los hechos que fueron marcando las tendencias arquitectónicas de cada época, la experta asegura que "Mendoza no rompió con la tradición heredada del pasado hasta 1945, cuando el auge de la cultura de masas llevó a la construcción de casas iguales, tipo caja".
Múltiples tendencias
Tal como los imponentes chalets determinaron la forma en que los propietarios se presentaban ante la sociedad, las casas angostas y alargadas, tipo "chorizo", configuraron la imagen urbana de la Mendoza de fines del siglo XIX.
En su investigación, Manzini ordena cronológicamente tres períodos habitacionales. El primero es el denominado tradicional y corresponde a principios del siglo XIX, pleno período de revolución en el país.
Confluyen en esa época tanto los estilos de arquitectura vernácula post colonial como los conocidos como neoclásico tardío e italianizante. Es el momento de los muros construidos en tapia y adobe, ya que la principal materia prima era la tierra.
Durante décadas éste fue el recurso predominante hasta 1885, cuando la tecnología aportada por la instalación del ferrocarril llega a Mendoza. Esto impacta de manera decisiva, puesto que por este medio se transportaban nuevos materiales de construcción.
Así, hasta 1946 es posible identificar la época de la modernidad, como período en el cual predominó la arquitectura vernácula del siglo XX y se mantienen los estilos neoclásico o italianizante, pero comienzan el academicismo francés, el eclecticismo y el historicismo junto a otras corrientes, como el modernismo, el racionalismo y el pintoresquismo, entre otros.
En esta etapa, vinculada a un complejo proceso modernizador en el mundo, se encuentran paredes de adobe, pero paulatinamente comienza a difundirse el ladrillo y el hormigón armado como la materia prima clave de la construcción.
Por último, el trabajo de Manzini hace foco en la época habitacional ligada a la cultura de masas (auge del peronismo). Aquí, además de mantenerse algunos estilos anteriores, perduran las técnicas ya instauradas en el período de la modernidad.
En la línea del tiempo, esta época se corresponde con los años que van de 1946 hasta 1955 (fin del gobierno de Perón) y es el que hace referencia a las características de las viviendas y a las formas de vida de la llamada "cultura de masas".