Toda la historia del rock nacional (o casi toda, podríamos mencionar dos o tres excepciones, no más) en un solo lugar y en una sola noche no apta para valientes que no estén dispuestos a dormir y reponerse en menos de cinco horas. Fito Páez y Charly García fueron las figuras sobresalientes de la noche del rock en la Vendimia 2013 y las 20 mil personas que disfrutaron desde las tribunas del teatro griego Frank Romero Day fueron testigos de una noche que se volvió interminable.
En la previa Bela Lugosi y Los Enanitos Verdes también dieron que hablar con todo el crédito (y el peso) que les acarreó "jugar de locales" en su provincia.
Un detalle a rever, quizás para las repeticiones de las Vendimias venideras: planificar una agenda con cuatro bandas convocantes más la repetición del acto central y las inevitables demoras que se suscitan entre número y número, todo esto en el contexto de un día hábil, puede llegar a resultar contraproducente para un show tan imponente. Y eso se evidenció durante la madrugada del martes cuando gran parte del público emprendió la retirada promediando el recital de García y eligiendo renunciar al lujo de disfrutar de los últimos dos temas que los gigantes del rock nacional interpretaron a dúo cuando el reloj indicaba que habían pasado unos pocos minutos de las 4.
Previa menduca
Pasadas las 19, con un teatro griego que de a poco empezaba a llenarse, Bela Lugosi tuvo a su cargo una labor nada fácil: romper el hielo que separaba el escenario de la gente. O mejor dicho, romper esa pared de hielo que no sólo separaba ambos espacios, sino que del lado de las tribunas tenía a gente ansiosa a más no poder por ver a Charly y a Fito.
Más allá de esta situación, los músicos locales que adoptaron el nombre del mítico actor que interpretara a Drácula entre las décadas del '20 y del '30 para bautizar a su banda superaron el desafío, y con creces. Poco más de una hora estuvieron los "Bela" para darles paso a la banda de Marciano Cantero y Felipe Staiti, la otra anfitriona en la noche más rockera de la Vendimia.
Así fue como los músicos, que se han transformado en embajadores de Mendoza en el mundo entero con sus canciones (están radicados desde hace años en el exterior y al propio Cantero lo traicionó el inconsciente la noche del lunes al desafiar al público con un "dicen que los mendocinos tienen swing", hablando en tercera persona del plural y sin incluirse entre "los mendocinos"), se llevó las primeras grandes ovaciones. Poco más de 90 minutos estuvieron "Los Enanitos Verdes" en escena, haciendo un repaso por sus grandes hits entre los que -por supuesto- no quedaron afuera "Guitarras blancas", el éxito de Alcohol Etílico "Lamento boliviano", "Tu cárcel" y "Luz de día".
Más adelante, en el desarrollo del acto central de la Vendimia, Goy Ogalde también tuvo su reconocimiento (una vez más) como músico local en una de las escenas cantando "La Kulebra".
El tiempo pasa…
Quizás con la idea en mente de evitar que se repita lo sucedido en la noche folclórica, en la que el show se prolongó hasta bien entrada la madrugada y los números centrales recién pisaron el suelo del Teatro Griego cerca de las 3, en el transcurso del lunes la organización decidió que Fito Páez saliese a escena también durante la previa, después de las bandas mendocinas y antes de la repetición del número central de la fiesta.
Así las cosas, en 30 minutos se desarmó el set de Cantero, Staiti y compañía para armar el del rosarino, que hizo su entrada triunfal a las 22 con el inoxidable "El amor después del amor". Fue la señal esperada para el delirio de los más de 20 mil nostálgicos que estaban en el lugar.
Páez brindó una versión resumida del mismo show que hizo en octubre del año pasado en el Arena Maipú, homenajeando los 20 años de su disco más glorioso y que lleva el nombre de la canción con que abrió ayer. Con una voz malherida, de esas que han sobrevivido mil batallas y que aún muestran fortaleza para sobrevivir otras tantas, Fito incluyó 13 canciones entre su repertorio vendimial -una más "hit" que la otra- y que dejó su lado melancólico cuando mezcló una versión en vivo de "Pétalo de sal" con una grabación del enorme Luis Alberto Spinetta (QEPD) que fue anexada en el fragmento de esa canción que grabó el Flaco en su versión original.
"Dos días en la vida", con los coros grabados y proyectados en pantalla gigante de Celeste Carballo y Fabiana Cantilo, y "La rueda mágica" (manteniendo esa técnica, aunque esta vez con intervenciones de Charly García y Andrés Calamaro) también fueron de la partida. Y, de paso, sirvió como un tentempié para lo que deparaba el final de la noche.
"Un vestido y un amor", "Tumbas de la gloria", "Recuerdos sobre el MIC" y "Al lado del camino" también fueron entonadas por esa voz cada vez más afónica (y muy bien sostenida por los coros de la colombiana Adriana Ferrer). Como broche quedó "Mariposa Technicolor" y un teatro griego en el que ya no cabía un alma aplaudiendo de pie.
Pasó el momento del acto central dirigido por Vilma Rúppolo, el armado y desarmado de escena una vez más y a las 2, minutos después de que un auto lo dejase a pocos metros del set, Carlos Alberto García Moreno (o Charly García, a secas) se sentó frente al teclado ante el delirio descontrolado del público.
Lejos quedó ya ese Charly que sentía rechazo por Mendoza. Ya no quedan signos de ese Charly que ingresaba al impecable cuarto de un hotel y lo transformaba en la representación del caos en sólo segundos. Ya no está ese cuerpo flaco que saltó desde el balcón de un hotel mendocino para hacer un "clavadito" en la pileta (no sin antes haber lanzado un almohadón desde el lugar "para hacer una prueba") y luego escribió un tema con el título "Me tiré por vos". Ni tampoco ese que era capaz de abandonar un recital al tercer tema enojado con el público, con el sonido o consigo mismo.
Por suerte hay otro Charly, uno igual de brillante (musical y mentalmente), ese que aún toca el piano "como un animal" y que mantiene esa chispa característica. Y ahora está acompañado por una banda perfecta: "The prostitution".
"¿Me escuchan? Porque yo los escucho a ustedes... Y la policía nos escucha a todos, je", disparó entre tema y tema durante lo que ya era la madrugada del martes con su genial picardía característica, demostrándonos a todos que el gran Charly García estaba de vuelta en Mendoza.
Con una voz que ya tampoco es la que era (incluso el canto estuvo mucho más apoyado en Rosario Ortega que en él, pero que así y todo sigue siendo su marca personal), y con mucha menos destreza física que la del escuálido cuerpo que saltó a la piscina; el genio del rock nacional mantiene su vigencia y está mucho más estable -emocionalmente hablando- que nunca. "Demoliendo hoteles", "Influencia", "Rezo por vos" (y el obligado homenaje a Spinetta), "Los dinosaurios" con ese recuerdo de épocas nefastas y "Tu vicio" abrieron el espectáculo de García. El clímax de la noche llegó de la mano de "Eiti Leda" con dedicatoria a la presidenta Cristina Fernández, para darle lugar después a clásicos y más clásicos ("Cerca de la revolución, "No voy en tren" y "Yendo de la cama al living", solo por mencionar algunos).
Para coronar una noche prácticamente perfecta, el dios supremo del rock nacional invitó a subir al escenario a uno de sus mejores discípulos, y así fue como Charly y Fito cerraron la fresca madrugada con "Desarma y sangra" y con "Me siento mucho mejor", frente a un teatro griego que ya no estaba repleto de personas, pero sí de emoción y energía.