En abril de 1828, una comisión encabezada por el coronel Juan Antonio Cotapos, José Paciente de la Sota, el joven Pío Valdez y el cónsul de Chile en Mendoza, Domingo Godoy partieron desde Santiago de Chile con rumbo a nuestra provincia.
Pío Valdez era hijo de Javiera Carrera- hermana de los desdichados caudillos - y llevaba en sus manos un decreto nacional promulgado por la Convención Constituyente de ese año en donde proponía la repatriación de los restos de José Miguel, Luis y Juan José Carrera quienes fueron ajusticiados en 1818 y 1821 en la plaza mayor de nuestra ciudad, para luego ser enterrados en el campo santo de pobres y ausentes del convento de la Caridad.
Después de 15 días de viaje por el camino cordillerano de la Cumbre -hoy ruta internacional 7- la comisión llegó a la ciudad y fueron atendidos por el entonces gobernador Juan Corvalán.
En aquel momento, el país estaba envuelto en una guerra contra Brasil y tenía además importantes conflictos internos. Por eso, el gobernador Corvalán comprendió la importancia que tenía aceptar la repatriación de los chilenos y dio la orden de exhumar los cuerpos.
La comisión encabezada por Pío Valdez decidió llevarse sus exequias lo más rápido posible para que no se cerrara el paso de la cordillera por las posibles nevadas que comenzaban a caer para esa fecha. A los pocos días de estar alojados en la casa del Cónsul chileno Godoy, procedieron con su cometido y para el día 19 por la mañana, los tres llegaron al cementerio de la Caridad.
Se le preguntó al sepulturero llamado "Tomasito" en donde estaban enterrados y éste señaló el lugar. Luego se puso a exhumar los huesos de Luis, Juan José y Miguel que estaban junto a sus dos compañeros de patíbulo al coronel Felipe Álvarez y el cabo Monroy.
A Miguel Carrera se lo reconoció por uno de los comisionado que sabía que tenía un diente de oro que se había colocado en Estados Unidos. Fueron puestos en sus respectivos ataúdes y llevados hacia el convento de San Francisco.
Por la tarde del 19 de abril de 1828, en la iglesia de San Francisco -ex Jesuitas- se realizó una ceremonia para rendir los honores correspondiente a los Carrera.
Al día siguiente, los comisionados partieron con los restos en dirección a Villavicencio en donde harían la primera posta. Después de varios días de viaje, fueron sorprendidos por una gran nevada en medio de la cordillera en donde el edecán José Paciente de la Sota casi pierde la vida.
Por la tarde del 3 de mayo, por intermedio de un mensajero, se dio aviso a Santiago que los restos habían llegado a la chacra de las Palmillas y desde Santiago, un piquete de la artillería del ejército dio una salva de 21 cañonazos para comunicar a toda la población de este acontecimiento. Al día siguiente las exequias fueron depositadas en el templo del Carmen para su posterior funeral.
Después de un mes, se realizó el traslado del templo del Carmen a la iglesia de la Compañía. Al mediodía del 13 de junio de 1828, se inició la ceremonia fúnebre con un disparo de salva desde el fuerte de Santa Lucía. Miles de ciudadanos chilenos acudieron a este acontecimiento.
En el cortejo fúnebre se encontraba el hijo de José Miguel de solo 7 años y su tía Javiera quienes marcharon detrás de carruaje que era llevado a pie por 30 soldados y más atrás de los funcionarios, lo acompañaba un escuadrón de coraceros. Después, los restos fueron depositados en el templo de la Compañía.