A fines de 1893, la opinión pública de Mendoza se conmocionó con un crimen que sucedió en la localidad de Jesús Nazareno, en Guaymallén. A aquel hecho de sangre se lo conoció como “el asesinato del sombrerero francés”. La víctima se llamaba Augusto Dupuy y tenía una finísima tienda de sombreros en plena calle San Martín.
Incógnita de un asesinato
En una finca de la entonces apacible zona de Jesús Nazareno -Guaymallén- el reconocido sombrerero francés Augusto Dupuy fue encontrado muerto, por su suegro: Alberto Rabounin.
Eran aproximadamente las 6 de la tarde del Día de los Santos, cuando el comerciante galo salió a dar un paseo por unos viñedos que se encontraban dentro de la propiedad.
A los pocos minutos, desde muy lejos, se escuchó una detonación. Inmediatamente la familia de Dupuy, y un empleado, salieron a ver que había sucedido. Cuando llegaron, encontraron a Augusto muerto y con un balazo en el pecho.
El escándalo hizo que el gentío corriera hacia la finca e inmediatamente un grupo de vecinos -en su mayoría extranjeros- salieron en busca de los asesinos del respetado empresario: recorrieron los callejones de la zona sin encontrar rastro. Media hora después llegó a la escena del crimen una partida policial al mando del comisario Elgueta.
Como medida preventiva detuvieron al peón Luis Tula, quien estaba en las inmediaciones. El cuerpo sin vida del sombrerero, de 40 años, fue trasladado al hospital provincial para practicarle la autopsia.
Un vecino en la mira
El comisario Elgueta envió a una patrulla a rastrear los lugares cercanos, en busca del homicida. Mientras que el suegro de Dupuy juraba al jefe policial que el asesino había sido su vecino. Por varios días la policía provincial se movilizó, sin suerte, en busca del sospechoso: el italiano Vito D'Longo.
Callejón sin salida
La mayoría de los mendocinos comentaban el crimen del sombrerero francés. Los diarios, por su parte, publicaban diariamente las novedades del caso. Una semana después, un vecino de Rodeo del Medio, denunció que cerca de su casa se encontraba el presunto homicida.
En un par de horas la policía llegó a la casa donde se ocultaba Vito D’Longo. El edificio fue rodeado por una comisión policial y sin resistirse, el italiano se identificó como ingeniero agrónomo y manifestó si inocencia. Pero luego se quebró, ante el delegado de Guaymallén, y confesó el incidente.
Arrestado, fue trasladado a la penitenciaría -ubicada en ese entonces en la manzana comprendida entre las calles Chile, Sarmiento, 25 de mayo y Espejo-, donde se lo encerró en una celda común. Al día siguiente su esposa contrató, para la defensa, al abogado Maximiliano Leiva.
Ese mismo día fue enterrado Augusto Dupuy. Sus mejores amigos, indignados por su muerte, contrataron a uno de los mejores abogados de la época: Carlos Ponce; y además corrieron con los gastos del sepelio.
La verdad revelada
Un mes antes del asesinato, el francés Augusto Dupuy provocó al vecino Vito D'Longo. Ambos se fueron a las manos y el italiano recibió una gran paliza.
El día del crimen Dupuy, después de leer el diario, salió a caminar por la viña que poseía su suegro y vio a D’Longo que se encontraba en una de las tapias linderas. Ambos se insultaron y, bastante exaltado, el sombrerero desafió al italiano a pelear en la calle. Como éste último no accedió, Dupuy trató de saltar la pared y D’Longo le disparó con su revólver.
El veredicto de la justicia
El juez Conrado Céspedes condenó a D'Longo a 4 años y 6 meses de presión, como culpable de homicidio con atenuantes. El asesino Vito D'Longo cumplió solo un año y medio de su pena. Este mérito le fue concedido por tener buen comportamiento durante su estadía en la penitenciaría provincial.