El doctor Hipólito Solari Yrigoyen, abogado y político que cubre mucho más de medio siglo de la vida nacional, defensor de presos políticos y militante de los derechos humanos, estuvo algunas horas en Mendoza, invitado por la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) para disertar sobre la Reforma Universitaria de 1918, de la que su padre, Edelmiro Solari, fue un activo militante.
Mezquina resultaría una presentación abreviada, por tratarse de un hombre que cubrió un amplio espectro de actividades, en el país y fuera de él, cofundador del movimiento de Renovación y Cambio que lideró Raúl Alfonsín, ex presidente de la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical, legislador e integrante del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Por añadidura, sobrino nieto de Hipólito Yrigoyen, quien iba a ser su padrino de nacimiento pero murió antes del nacimiento de Solari, quien vino al mundo en Puerto Madryn (provincia del Chubut), el 23 de julio de 1933.
Respetado por propios y extraños, Solari Yrigoyen, de 81 años, produjo definiciones políticas, se refirió a los atentados que sufrió en los ‘70 (Ver aparte) y trazó algunas perspectivas para lo que se viene, en ocasión de una visita a este diario, donde fue recibido por el presidente del directorio del matutino, Raúl Flamarique.
Consultado sobre el actual momento político, no se guardó nada. “Atravesamos una democracia deteriorada. No se puede decir que esto sea una dictadura, pero tampoco una democracia perfecta, plena… Nuestros amigos oficialistas tienen la tendencia a creer que haber sido legítimamente elegidos, los hace democráticos. La legitimidad que da la soberanía popular se pierde si después no se gobierna estrictamente con las reglas de la democracia. Es en este punto donde el peronismo ha fallado siempre, desde el general (Juan Domingo)
Perón hasta ahora. Tienen un origen genuino pero gobiernan en forma autoritaria; el de ahora es un gobierno inclinado hacia el autoritarismo”.
- ¿Cómo vivió el acuerdo radical con el Pro y otras fuerzas? (Solari fue convencional en la convención de Gualeguaychú).
- Me fui triste de la reunión de Entre Ríos. Respeto a la gente del Pro como adversarios políticos, pero no tengo con ellos ninguna afinidad política.
- ¿Alfonsín hubiera aprobado este pacto?
- No. Conocí y traté mucho al ex presidente. Él me nombró embajador itinerante, cargo que acepté a condición de que fuera ad honorem. Tuve que explicar en muchos foros europeos que no éramos la continuidad de la dictadura militar, sino la antítesis. En ese tiempo presenté al presidente italiano Sandro Pertini, y en Francia a François Mitterrand y Alan Poher, que había sido titular del Senado galo.
-¿Qué podemos esperar de la próxima competencia electoral que colocará a Daniel Scioli o Mauricio Macri en la máxima magistratura del país?
- No sé, yo creo en los candidatos de mi partido, Ernesto Sanz y Lucas Llach. En ese sentido deseo que la UCR lleve fórmula propia.
- Parece difícil que ese binomio pueda ganar…
- La palabra difícil es muy habitual en política. No soy partidario de hacer un frente con gente con la cual no tenemos afinidades.
- En su extensa carrera pública, ¿cuál fue el mejor tiempo político que vivió?
- Aprendí lo que era democracia en el gobierno del presidente (Arturo Umberto) Illia. Antes nunca había vivido en democracia. Ése fue un momento importante. Lo traté intensamente pese a la diferencia de años y por mi forzado exilio en Europa, lo conecté con muchos amigos del Viejo Mundo.
- ¿A qué atribuye que el radicalismo, uno de los partidos referentes en el país, ahora tuvo que hacer alianza con otras fuerzas para acceder al poder?
- A varios factores. Últimamente se ha fomentado la división de las fuerzas políticas, desde el gobierno y también desde la oposición. Hay dos formas de hacer política: una es la personal y otra desde las agrupaciones. No creo en la primera, es efímera; defiendo la política desde los partidos, porque estos marcan una línea.
Aspiro a que se vuelva a fortificar la vida de los partidos. Sin embargo, hubo peores momentos que el actual. En los ‘70 se denigraba a los partidos políticos, se los llamaba partidocracia y se exaltaba la violencia. Había que ser revolucionario y violento. Uno de los méritos de la UCR, en esa época, fue ser vocera de la democracia.
Éramos reformistas y creíamos en los partidos, no en las revoluciones. Condenamos la violencia como forma de accionar política y esa circunstancia quedó bien clara en la década del ‘70.
Tres veces esquivó la muerte
El doctor Solari Yrigoyen tuvo tres citas con la muerte, de las que se salvó “porque Dios me dio una mano”, reconoció. El patrocinio de detenidos políticos lo puso en la mira de la Triple A y de militares extraviados.
No tenía muchas ganas de recordar esos infaustos hechos, pero al final cedió. El 21 de noviembre de 1973, la organización terrorista inventada por López Rega le puso una bomba en el modesto Renault 6 que tenía entonces. “Creo que la fortaleza de ese auto me salvó. Tengo el ‘honor’ de haber padecido el primer atentado de los muchos que perpetró el grupo paramilitar, que introdujo el terrorismo de Estado. Tenía 40 años”.
El segundo ocurrió 24 meses después y fue una bomba en su domicilio de Puerto Madryn. La misma banda se atribuyó la explosión.
Por último, estuvo en serio riesgo cuando lo secuestró un comando militar tras el golpe de 1976, (más precisamente el 17 de agosto de ese año), junto con su amigo y colega Mario Abel Amaya. En esa ocasión un tiro de arma de fuego le rozó la cara. En una unidad de Bahía Blanca sufrió crueles tormentos. La presión internacional consiguió que los blanquearan, fueron traslados a Viedma y arrojados al costado del camino. Su compañero de ruta murió poco después, con la salud muy deteriorada.