"Nos dieron un formato y una idea sobre las dificultades que tienen los pacientes de gran porte con las actuales disponibilidades: el asiento se hunde y además existen dificultades concretas para manipular esos elementos", resumieron Damián y Tiago, de la escuela técnica Ingeniero Álvarez Condarco, al explicar cómo idearon una silla de ruedas para personas obesas.
La entidad de Godoy Cruz acredita, como otras de su rango en la provincia, un fuerte compromiso de transferencia de servicios hacia la comunidad. Y mediante el programa "Escuelas solidarias" pudieron donar una de sus últimas realizaciones: las sillas especiales.
El invento estuvo a cargo de alumnos de 3er año de las modalidades Mecánica y Electromecánica del establecimiento, que ayer recibieron una distinción de la Fundación Banco Provincia de Buenos Aires, que les entregó su presidenta, Karina Rabolini.
El grupo de estudiantes está compuesto por más de 30 cursantes y 4 se constituyeron en voceros de la experiencia: Damián Prezioso (15, Maipú), Tiago Minas (15, Godoy Cruz), Jonatan Zárate (16) y Carlos Puertas (15, Guaymallén).
El año pasado, los alumnos y sus profesores habían diseñado andadores con destino al servicio de recuperación del hospital José Néstor Lencinas. Esa novedad trascendió en el departamento de Endocrinología del Central, cuyo titular, doctor Javier Bringa, les pidió que se pusieran en contacto con él y el director del gran centro médico de calle Alem.
El objetivo de la reunión era saber si estaban en condiciones de diseñar una silla de ruedas para personas con elevado peso, dado que las convencionales y otras que se disponen, no tienen capacidad de transportación.
Tomado el desafío, de los talleres de práctica general surgió un modelo de 0,80 m por 0,60 m, con un caño estructural resistente. El asiento fue confeccionado de goma espuma de alta densidad, madera fenólica y un tapizado de cuerina lisa, lo que facilita su limpieza. Según sus cálculos, el valor del elemento médico ronda los $ 2.500 por unidad.
"Llegó el momento de probar nuestro invento y nos constituimos en el Central. La sorpresa fue grande cuando vimos que nos esperaban las autoridades y un paciente de físico voluminoso, un camionero de 45 años, que pesaba 230 kilogramos", explicó otro de los chicos. Se generó entre ellos, aunque más no sea por corto lapso, una conexión especial.
"Nos dijo que habíamos interpretado la necesidad de pacientes como él, y nos sugirió algunas modificaciones, que estamos adoptando en la segunda silla que pronto saldrá de nuestros talleres. Lástima que no tomamos su nombre, esperamos volver a verlo", aportó Carlos Puertas.
Sobre lo que sienten cuando hacen algo que repercute en la sociedad, el grupo coincidió en afirmar que "es un camino de ida y vuelta. Damos algo y el que lo recibe, nos enseña y transfiere su necesidad para llevar a cabo determinadas correcciones. Ayudar al prójimo con nuestras prácticas de taller, da mucho que pensar, da orgullo y ciertas seguridades".
Tiago relató que el director del establecimiento, Luis Lucero, quiere hacer un sillón por cada hospital existente, por lo menos del Gran Mendoza. Otro de los estudiantes contó que debido a estas experiencias, la tendencia hacia la solidaridad se ha consolidado en ellos.
A la hora de hablar de su futuro próximo, Prezioso dijo que cuando termine el secundario, quiere trabajar en un taller mecánico o continuar los estudios en una escuela militar.
A Tiago le gustaría entrar a trabajar en la Refinería de YPF "en algo de mi especialidad (electromecánica), juntar plata y abrir mi propio taller". Carlos Puertas habló de seguir estudios en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo y afirmarse en la profesión. Sobre quedarse o salir del país, 2 de ellos (Damián y Carlos) admitieron que "tal vez emigrarían a Italia o Alemania, si pudieran", pero los 4 coincidieron en que como son muy jóvenes, "habrá qué ver en qué estado se encontrará la economía cuando tengamos que abrirnos camino y formar un hogar". Tiago puso en duda la posibilidad de dejar este suelo.
Los 4 jóvenes se rieron cuando se les preguntó si en el hogar son convocados por los padres a arreglar distintos desperfectos domésticos. "Somos una especie de arregla tutti, pero no cobramos nada", afirmaron entre risas.