Hernán Casciari (45) está viajando en un colectivo desde Punta del Este hasta Montevideo. Mientras habla por teléfono con nosotros, entre 15 y 20 familiares suyos duermen religiosamente el sueño de un viernes que ya es mediodía: "Estuvieron en el Casino hasta las 5 de la mañana", comenta el escritor pionero de la blogonovela.
Algunos serán silenciosos, otros seguramente roncarán: es que son “parientes reales”, advierte el subtítulo de “Obra en construcción”, el espectáculo en el que actúa con todos ellos y que visitará Mendoza el 25 y 26 de febrero. Es hiperrealismo familiar, como vemos.
Lo explica él mismo: “No es una obra de teatro exactamente lo que hacemos: es un engendro”. Antes hacía recitales donde leía sus cuentos, pero cuando volvió de su estadía en Barcelona de 15 años (y por razones que veremos más adelante), decidió proponerle a su familia esta aventura.
A ella se sumaron todos, desde su mamá, Chichita, hasta el novio de su sobrina. En definitiva: Casciari cuenta relatos autobiográficas donde todos los personajes son ellos mismos.
-Debe ser como estar en unas vacaciones interminables.
-¡La idea era esa, también! Toda esa gente que está viajando dormida estuvo hasta las 5 de la mañana en el Casino, y ya están preguntando dónde está el de Montevideo también. Es eso, una salida familiar con la excusa nocturna de una función de teatro.
-"En construcción" suena a improvisación, ¿hay mucho de eso?
-No es exactamente improvisación. Lo que pasa es que yo voy cambiando los cuentos. En la función tengo un montón, entonces a veces meto uno u otro. Entonces, se llama “en construcción” porque es un ensayo, en ningún caso es algo terminado. Lo que estamos haciendo está casi todo el tiempo construyendosé.
De hecho, si bien yo digo mis parlamentos, los de mi familia ellos los han ido modificando a través de las funciones. Nunca está terminado. Preferimos que sea un ensayo donde se puede cortar si no nos gusta algo y hacerlo de vuelta. Nunca va a ser una función definitiva, siempre va a ser un ensayo con público.
-Habrá conflictos de por medio a la hora de enfocar una historia, imagino.
-Absolutamente, eso pasa todo el tiempo, todo-el-tiempo. A veces también sube mi hija Nina que vive en Barcelona (va a estar en Mendoza) y algún amigo como Chiri, mi mejor amigo, y en algunos casos también alguna celebridad. Eso pasa cuando entre el público hay una celebridad mirándonos. Le pedimos que suba también.
Lo importante es "viajar"
Por su ventana ve un paisaje que le recuerda a Mercedes (Buenos Aires), que es donde nació. Sin embargo, a Hernán le gusta imaginarse qué habrá del otro lado de la ruta: “Capaz que en la otra ventana hay un paisaje alucinante de mar. Pero no, de este lado es una garcha”, confirma.
Solo así entendemos completamente a este escritor: él mira siempre al otro lado. Es un outsider.
Así lo era desde la secundaria, cuando contó en una de sus revistas (que producía con Chiri) la “historia” del director, que cobraba doble sueldo por desempeñar dos funciones al mismo tiempo (algo prohibido, como sabemos).
¿Tenía ya la mirada acuciante del periodismo? ¡No! “¡En realidad nos gustaba mucho romper las pelotas!”, larga ahora con su estilo desinhibido.
Repasemos algo de su historia: Vivió 15 años en Barcelona y, a causa de sufrir un infarto a finales de 2015, tuvo que quedarse en Argentina, porque el médico le recomendó no viajar (el año pasado se integró al staff del programa “Perros de la Calle”, de Radio Metro, que conduce Andrés Kusnetzoff, y presenta esta obra desde marzo).
Pero ya antes de irse, Casciari incursionó en la “blogonovela”, atrapó a sus lectores, recibió algunos premios y, ya en España, dio el salto a la publicación en importantes editoriales. Su blog “¡Más respeto, que soy tu madre!” inspiró a Antonio Gasalla a adaptarlo (también fue editado en papel).
Entre 2005 y 2009 editó cuatro libros más en España. Tenía un contrato con Random House Mondadori y escribía columnas semanales de opinión en La Nación y El País. Sin embargo, un día del 2010 renunció a todo para fundar la editorial Orsai, que fue un hito de la autogestión.
-¿Qué le pasaba por la cabeza a Casciari?
-La idea era prescindir de toda intermediación que pudiera haber entre el autor y el lector. Vos fijate que, cuando sacás un libro con una editorial, vos no te quedás con el correo electrónico de la persona que compra los libros, no les podés avisar que tenés uno nuevo, por ejemplo.
Eso es innecesario en el siglo XXI, cuando existe la posibilidad de comunicarte con tus propios lectores. Que el mailing de tus lectores lo tenga otro y no vos me parece una pelotudez. Y desde ahí a todo lo que tenga que ver con lo económico también.
-¿O sea?
-Los porcentajes que se llevan las editoriales por supuestamente hacerte publicidad, los porcentajes que se llevan las distribuidoras habiendo tantas nuevas formas de hacerlo uno.
Yo interpreté, en el momento de la renuncia, que no hacía falta tanta intermediación, tantas personas en el medio entre el autor y los lectores, y que se podía hacer de una manera mucho más artesanal, sin tanto quilombo y sin tanto careteo.
Una de las cosas que más me aburrió de todos estos medios donde trabajaba era que había que caretear mucho, que había que almorzar mucho con gente pelotuda. No tenía muchas ganas de eso.
En la Revista Orsai, los lectores compraban la revista antes de que fuera publicada. Así, la cantidad de impresiones correspondía a las compras aseguradas. “Muy simple”, dice, “y sin ningún tipo de perdurabilidad asegurada. Duró hasta cuando tenía que durar”.
-¿Es cierto que duró hasta cuando empezó a "salirse de las manos" el tema de la ganancia?
-No. Nosotros íbamos a hacer un año de la revista, con cuatro números trimestrales, y terminamos haciendo 16 números. Dejamos de hacerla cuando Chiri, que era mi socio, se vino a vivir a Buenos Aires y yo me quedé en España. Intentamos hacer dos números más por Skype pero nos aburríamos como un hongo. Lo que hicimos fue dejar de hacerla.
-¿Y ahora?
-Ahora que estoy viviendo de vuelta en Argentina empezamos a fantasear con la posibilidad de hacer más números, pero en ese entonces la dejamos de hacer más que nada por aburrimiento. Habíamos pensado hacer un número especial para final de 2017. Posiblemente lo hagamos, o capaz que no, pero siempre desde un costado hobby.
-En la revista se mezclaba la literatura y el periodismo, ¿crees que hoy se están uniendo más que nunca?
-No, creo que se unieron más que nunca en la época de Truman Capote en el mundo anglosajón y en el primer García Márquez, cuando escribía en “El espectador” de Colombia. En Argentina eso se dio con mucha fuerza en la época de Jacobo Timerman con “La opinión” y después con el primer Lanata y el primer Caparrós en la revista “Veintiuno”.
Hoy no está pasando nada de eso: ni hay Truman Capote, ni García Márquez, ni primeros Lanata y primeros Caparrós. Hay, lamentablemente, últimos Lanatas y últimos Caparrós, que no es lo mejor que le pueda pasar al periodismo.
-Dicen que en la era de la sobreinformación solo queda "contar historias". ¿No debería haber más historias en el periodismo?
-Debería, pero no es lo que estaría pasando. Es fantástico poder hacer una crónica narrativa donde un periodista, durante 14 días, investigue con mucha fuerza algo, o persiga al personaje donde quiera que el personaje va, pero detrás de eso hay una producción que ningún medio nacional de importancia que quiera asumirla.
-¿No hay posibilidades reales?
-No. Con la Revista Orsai lo que hicimos, solamente para romper las pelotas y demostrar que sí se puede hacer, era pedirle al público el dinero, y no a las empresas publicitarias, para poder enviar un periodista durante veinte días a hacer una crónica.
-¿Recordás alguna buena especialmente?
-Sí, en cada número hacíamos una que nos parecía que iba a estar muy buena, y que al final lo estaba. Tenía que ver con la elección del autor, primero, con el tema y con el dinero que le poníamos encima.
De hecho, no escatimábamos en gastos. Me acuerdo que intentábamos hacerle una entrevista en uno de los números al Indio Solari, y se encaprichó con que había que hacerla en Nueva York, no en su casa.
Hoy lo habríamos mandado a cagar, pero en ese momento se mandó al periodista a Nueva York. Eran gustos que nos dábamos, porque no se trataba de un negocio ni se buscaba rentabilidad. ¡Es como si vos te vas con tres amigos a hacer un año sabático a Tailandia y te preguntan por la rentabilidad de ese viaje!
“El blog está pasado de moda como lo está el cuaderno Gloria, pero la gente sigue escribiendo en ese cuaderno”, agrega Casciari, que continúa escribiendo en el mismo formato como siempre. Pero ahora su plataforma se apuntala con la difusión que hace a través de Facebook y Twitter. Los 140 caracteres no lo limitan: su cabeza siempre está puesta en otro lado.
La ficha
“Obra en construcción”, con Hernán Casciari, su mámá, su hermana, su cuñado, tres primos y dos de sus sobrinos (abajo del escenario una prima hermana de su madre, el novio de su sobrina y otro sobrino) y, en este caso, la participación especial de su hija Nina.
Fecha y hora: 25 y 26 de febrero, a las 21. Lugar: Teatro Selectro (Capitán de Fragata Moyano 111).
Entradas: $300, platea, y $400, VIP (solo disponibles a través de www.eventbrite.com.ar; VIP del 25 agotadas).