Herminio Bracamonte fue uno de los integrantes del histórico conjunto que ganó la final a San Martín. “Tras el partido, nos fuimos en caravana hasta Bermejo, donde nos recibieron como héroes, porque entonces sólo llegaban los grandes y nosotros fuimos el primero de los chicos en ser campeones.
Antes, los campeonatos se repartían entre Independiente Rivadavia, Gimnasia y Esgrima, Andes Talleres y San Martín. Hay una foto de un asado en la casa de un dirigente. En esa comida todos, jugadores y dirigentes, estábamos de saco y corbata. ¡Qué pinta!”, recordó el delantero de Boca en una nota concedida a Los Andes en 2007.
-¿Por qué no volvió a jugar en Boca Juniors?
- “Simplemente no se dio. Tuve oportunidad de ir a probarme en Buenos Aires, pero al final me quedé aquí”. Ya no va a la cancha. “Hay un cambio muy grande con respecto al fútbol de mi época. El jugador pareciera que entra con odio por la fuerza con que juega, sin pensar el daño que pueden ocasionar al ocasional adversario. Un técnico de mi época nos aconsejaba no tirarnos al suelo para trabar una pelota porque se perdía mucho tiempo. Si usted se tiraba a los pies de un jugador y no le sacaba la pelota, se quedaba pagando."
-¿Recuerda el segundo partido?
-Sí, hice el segundo gol, el tanto que aseguró el campeonato. Fue una alegría muy grande para la zona de El Bermejo. Era un equipo chico que ese año se había conformado muy bien atrás. La base de ese triunfo fue la parte defensiva.
-¿En 1958 dónde jugó?
-Volví a Guaymallén, pero entré en una serie de lesiones: jugaba, me lesionaba, hasta que tuve que dejar de jugar, con alrededor de 32 años. Pasé a desempeñarme como preparador físico con el recordado Mumo Orsi, en Talleres y más tarde dirigí como técnico varios elencos”.
En la primera final no jugó porque estaba expulsado del último partido del campeonato, contra Murialdo. “Un zaguero de Murialdo me venía pegando mucho y en un momento repelí con un golpe de puño. Nos trenzamos y nos echaron a los dos”, contó.