Hermenegildo Sábat: un artista y un cronista libertario

En la madrugada del martes, mientras dormía, nos dejó este querido artista que, aunque uruguayo, sentíamos nuestro.

Hermenegildo Sábat: un artista y un cronista libertario
Hermenegildo Sábat: un artista y un cronista libertario

El caricaturista uruguayo Hermenegildo Sábat, considerado un analista de la realidad que retrató con agudeza a grandes figuras de la cultura y la política de Argentina, murió en Buenos Aires a los 85 años. 

Sábat falleció la madrugada de ayer mientras dormía, informó el diario Clarín; donde trabajaba como principal caricaturista. No se conoció de inmediato la causa de muerte. Sus restos fueron velados ayer en la Ciudad de Buenos Aires.

El encuentro entre Hermenegildo, "Menchi", y Mendoza fue fluido y constante, a partir de su relación con diario Los Andes y las sucesivas muestras y Ferias del Libro en las que participó con su obra inapelable.

En 2001, recordamos, trajo consigo una colección de dibujos de humor político que retrataba una época de incendio en la Argentina. La exposición fue en el ECA (Espacio Contemporáneo de Arte -hoy cerrado y en refacción-). "El humor político forma parte del periodismo. Y el periodismo tiene que ser absolutamente claro, coherente y libre", nos dijo en aquella oportunidad en que mostró una colección de caricaturas sobre Domingo Cavallo, Fernando de la Rúa y Gabriela Fernández Meijide y hasta el fotógrafo José Luis Cabezas. "Yo no soy pesimista ni fatalista. Sé que esta democracia es muy vulnerable pero también sé que tiene que continuar", dijo sobre el momento frágil y difícil que estábamos atravesando.


    Videla. Una de sus caricaturas más famosas.
Videla. Una de sus caricaturas más famosas.

En 2004 volvió, también al ECA, para compartir grandes caricaturas; junto al artista plástico Eduardo Médici y las fotografías de Chelco Razzano y Javier Garcés. "Es más difícil dibujar en democracia que en dictadura, y no se puede ser francotirador toda la vida. La democracia es más amplia y hay que protegerla", decía aquella vez para las páginas de nuestro diario.

Durante 2008 fue una presencia de honor para este matutino, cuando regresó para celebrar el crecimiento de Diario Los Andes: sumó su entusiasmo y sus palabras en la inauguración de nuestra nueva planta impresora. Y cinco año años después, cuando ya era presidente de la Academia Nacional de Periodismo, vino con "Periodismo dibujado", una muestra que hizo Fopea en la Universidad del Aconcagua, y reunió sus dibujos junto a los de otros inmensos artistas como Quino, Rep, Caloi, Tute, Sendra, Daniel Paz, Liniers, Pablo Bernasconi; entre más.

Uno de los paladines de la libre expresión, supo decirnos en esa oportunidad: "Una cosa es la libertad de prensa y otra cosa es el ejercicio de esa libertad. La gente tiene que comportarse de acuerdo a sus opiniones, para eso es una democracia. Yo me considero un libertario". Detrás del "Yo dibujo y punto", que repetía asiduamente, hay una pequeña pero innegable mueca: la de aquel que, para decirlo todo, se desembarazó de las palabras.

Mucho más que tinta

Menchi nació en 1933 en Montevideo y trabajó en el diario uruguayo El País. En 1965 llegó a Buenos Aires, donde decidió continuar su trayectoria profesional, y colaboró en las revistas políticas Primera Plana y Crisis y el diario La Opinión, antes de ingresar en los '70 a Clarín, donde se desempeñó como caricaturista hasta su muerte.

A los 15 años publicó sus primeros dibujos en el diario Acción de Montevideo y aprendió allí el oficio de periodista. Fue fotógrafo, redactor, diagramador y hasta trabajó en la imprenta. Entre sus compañeros estaban el escritor Juan Carlos Onetti y los políticos Zelmar Michelini y Julio María Sanguinetti.

En 1988 ganó el Premio María Moors Cabot que otorga la Universidad de Columbia por los dibujos hechos durante la última dictadura militar y el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que le entregó en mano el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. 

En la década de los '90 impulsó en San Telmo una Fundación de Artes Visuales y fue director de la revista Sección Áurea. El año pasado, además, le fue otorgado el Konex de Brillante por su trayectoria. "Espero que estas cosas ayuden a otros a trabajar con ilusión", dijo en esa oportunidad, emocionado hasta las lágrimas.

Aparte de ilustrador, reconocido a nivel mundial por su calidad, Hermenegildo Sábat era un apasionado de la música, en especial del jazz, afición que lo llevó a peregrinar varias veces por los Estados Unidos en busca de sus héroes musicales. Este culto personal por la música se ha manifestado muchas veces en sus homenajes dibujados a Duke Ellington, Gardel, Pichuco y Astor Piazzolla, entre otros. Pero es especialmente conocido por sus caricaturas políticas, que lo dicen todo y un poco más.


    Freud. También se lució en su pluma.
Freud. También se lució en su pluma.

Artistas, medios de prensa y políticos de distinta tendencias lamentaron el deceso en redes sociales y destacaron el trazo de su lápiz. Sábat retrató con agudeza a políticos de toda laya, dirigentes sindicales y jefes militares protagonistas de la escena pública argentina durante los últimos 40 años. También a grandes personalidades de la cultura, entre ellos los escritores Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Bajo su penetrante mirada pasaron varios de los cruentos jefes de la última dictadura militar a los que se atrevió a dibujar en tiempos de prohibición, como Jorge Videla, y Emilio Massera.

También los presidentes de la posterior democracia, cuyas flaquezas destapaba. El ex presidente Carlos Menem (1989-1999) fue uno de sus personajes favoritos a la hora de reflejar el ansia de poder: “Lo dibujé ocho años agarrado a la sillita de mando y nunca me dijo ni ‘mu’, se la bancó (lo soportó)”, dijo sobre el hoy senador peronista.

Demócrata, clarinetista, fotógrafo, pintor autodidacta, mago de plumín y tinta china, maestro en un taller en el que le costaba pagar las cuentas a fin de mes, Sábat fue un hombre sofisticado; capaz de reírse de las cosas más sencillas.

Conversó con Borges, cruzó cartas con Cortázar, estuvo en fiestas cerca de Truman Capote, fotografió al clarinetista Benny Goodman, dibujó al Che Guevara. Era, también, el que escucha a Charlie Parker cuando pintaba cuadros en su taller de Monserrat, el que no tenía ni manager ni galerista y exponía cuando lo invitaban. "Chau, Maestro", le decían los colegas de Clarín cuando abandonaba el cuartito al final de la jornada.

Menchi, el querido Menchi, levantaba la mano y seguía. Sin palabras.

El día que Cristina enfureció

Uno de los ataques más resonantes que recibió Hermenegildo Sábat durante los últimos años fue el que llegó desde el kirchnerismo, a partir de una mención pública que hizo la entonces presidenta Cristina Kirchner en 2008, en pleno conflicto con el campo.

El 1 de abril de ese año, en medio de un multitudinario acto encabezado en Plaza de Mayo, la expresidenta habló durante 27 minutos. En un tramo de su extenso discurso, calificó a Sábat de enviar "un mensaje cuasimafioso" por la publicación de un dibujo suyo en la que se la ve con su boca atravesada por dos cintas negras.

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