José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
Alfredo Cornejo inició su mandato como gobernador con un análisis muy realista de la crisis provincial y de la difícil situación que hereda de la administración justicialista de Francisco Pérez. Tanto en su mensaje inicial ante la Legislatura como, fundamentalmente, en el discurso que dio en la explanada de la Casa de Gobierno, el jefe del Poder Ejecutivo no pudo ocultar su fastidio por la realidad con que se encontró, aun sabiendo de antemano que el panorama no era para nada alentador.
No hay que olvidar que Cornejo basó su campaña electoral en el concreto vaticinio del estado de las cuentas públicas que iba a encontrar cuando le correspondiera asumir si ganaba las elecciones, como finalmente ocurrió el 21 de junio. Lo que tal vez no previó fue una transición tan dificultosa a lo largo de los casi seis meses hasta la asunción.
Fueron semanas de marchas y contramarchas y de intentos de consenso para la adopción de medidas en conjunto con su antecesor que por lo general no se pudieron concretar, un poco por la resistencia del justicialismo local y otro poco por la reticencia de la Casa Rosada, en manos del cristinismo, a tender una ayuda que se trasladase a la gestión de Cornejo.
A fines de julio, Francisco Pérez comunicaba que su “límite máximo” de colaboración con su sucesor era la negociación de un mecanismo que facilitara el pago del medio aguinaldo de este mes, diciembre. Sin embargo, poco antes de asumir Alfredo Cornejo ya hacía pública su resignación a tener que hacerse cargo prácticamente con la totalidad del pago de sueldos públicos no de este último mes del año, sino de noviembre, lo cual se terminó de cumplir ayer.
Obviamente, el medio aguinaldo y los salarios de diciembre, más el descubierto con el Banco Nación y el atrasado pago a proveedores del Estado quedaron en el paquete que tiene que manejar como sea el flamante gobernador.
Hay quienes comentan en el justicialismo mendocino que “la situación no debe haber sido tan complicada” si en un par de días de gestión el nuevo gobernador fue capaz de conseguir los recursos para completar los sueldos de noviembre.
Pero en todo caso lo que hay que observar es que hubo otra acción del Banco de la Nación, la primera con la nueva conducción nacional, para el aporte de 240 millones de pesos que deberán ser cancelados a fin de mes mediante otro descuento de la coparticipación federal. No cabía esperar otra cosa en virtud de la sintonía del nuevo gobierno de Mendoza con el de Macri.
Si bien el Gobernador varias veces explicó que de ahora en más la relación de la Provincia con la Nación debía dejar de lado la sumisión que caracterizó a las dos gestiones anteriores (Jaque y Pérez), en la actual coyuntura la asistencia del banco estatal resultaba indispensable para complementar lo recaudado en los últimos días y así poder hacer frente al pago de sueldos atrasados. ¿Medio aguinaldo y diciembre? Dios dirá...
Por otra parte, el vínculo de Cornejo con Macri se sabe que es de mutua confianza, como el convencimiento desde hace años del ahora presidente de la Nación de que el radical debía ser el hombre a apoyar para que llegara a ocupar el lugar que ahora tiene.
Macri fue el que en su momento lanzó la idea de una forma de construcción de poder en las provincias apostando al buen vínculo con la principal fuerza partidaria local opositora al kirchnerismo en cada distrito del país y Cornejo fue el elegido como dirigente en proyección de la UCR mendocina. Y el ahora gobernador puso lo suyo: nada menos que su reconocida capacidad de armador para gestar una coalición opositora que contuvo a prácticamente todos los sectores no kirchneristas de la provincia.
De ese modo, el triunfo de Cambia Mendoza fue ejemplo y modelo en el país como opción opositora a 12 años de kirchnerismo y marcó el camino a muchos que en distintos lugares quisieron armar algo similar. El resultado es un radicalismo liderando un frente gobernante que hasta se da el lujo de tener mayoría en las cámaras legislativas.
Posiblemente, un aspecto que deba contemplar el flamante gobernador mendocino es la posibilidad de repetir aquí la imagen que logró ayer en Olivos el presidente Macri, sentando en una misma mesa de diálogo a los 24 gobernadores, incluida nada menos que Alicia Kirchner, la gobernadora de la provincia que supuestamente debe constituirse en el último refugio K.
Si bien el radicalismo gobernante en Mendoza tendrá el mayor número de legisladores y de intendentes, nada impide que ese modelo de diálogo y de búsqueda de consenso que pregona Macri desde la Presidencia pueda intentarse también aquí.
Esa parece ser la idea; uno de los aspectos salientes del mensaje de Cornejo del miércoles en Casa de Gobierno fue la invitación a todos los intendentes, los de su partido o de aliados y los del Frente para la Victoria, a trabajar “codo a codo” en la búsqueda de soluciones a los problemas que se presenten y que necesiten de la intervención del Estado provincial en conjunto con los municipios.
En lo que respecta a los jefes territoriales del PJ, tendrá la ventaja el Gobernador de contar con un puñado de referentes que fueron reelectos en la casi totalidad de los casos con buen respaldo de cada comunidad y que mantienen administraciones bastante ordenadas en lo financiero, más allá de los avatares propios de las urgencias por las que atraviesa la provincia.
Los que fueron en sentido contrario y llevaron a sus respectivas comunas a una situación calamitosa, casi similar a la que dejó Pérez en la Provincia, tuvieron su castigo en las urnas y trasladaron el problema a sus sucesores; Luján, Las Heras y Guaymallén, los ejemplos más claros.
Mendoza tiene un gobernador que se considera buen administrador y posee credenciales para mostrar en ese sentido. Que además debe apagar como sea y con lo que pueda el incendio heredado de una administración que no supo controlar el fuego. Su impronta le hizo arrancar la gestión despertando curiosidad hasta entre los que no lo votaron. Y sus innatas dotes políticas lo tientan con protagonismo nacional que seguramente querrá aprovechar.