La hepatitis C es una enfermedad silente con la que uno puede convivir durante años y descubrirla recién cuando aparecen los síntomas de fibrosis hepática, cirrosis y hasta cáncer. Se trata de una afección viral que daña principalmente al hígado y que a nivel mundial es cuatro veces más frecuente que el sida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 185 millones de personas infectadas con hepatitis C y 35 millones con el virus del sida.
En Mendoza, la proporción es similar, ya que se estima que el 1% de la población vive con el virus de la hepatitis C, es decir, aproximadamente 17.200 personas tomando datos del Censo 2010, mientras que 3.312 padecen la infección por VIH, según el informe epidemiológico elaborado por el Ministerio de Salud hasta setiembre de 2014.
Pero la principal preocupación de los especialistas ante esta realidad no es la cantidad de casos, sino que la mayoría de las personas -a nivel mundial un 75%- desconoce que ha contraído el virus de la hepatitis C y no se trata. “Generalmente, el que está infectado no lo sabe y es una agravante porque no se consulta con médicos para curarse”, manifestó Carlos Espul, coordinador del Programa de Lucha contra Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la provincia. Para él, hay una ignorancia de la población en general sobre esta enfermedad y sus consecuencias. “Lo que vuelve a las personas más vulnerables porque no pueden protegerse de lo que ignoran”, señaló.
En este sentido, el médico recalcó la necesidad de conocer las vías de transmisión de esta afección, para que cada persona pueda evaluar si se encuentra dentro de los grupos de riesgo. “Es fundamental identificar a la gente que ha tenido un riesgo asociado. En primer lugar aquellos que hayan recibido sangre antes del año 92 o 93, que fue cuando se empezó a hacer el screening en la sangre para descartar que tenía el virus”, comenzó a enumerar Espul.
En segundo lugar aparecen las personas que han hecho uso de drogas inyectables y también inhalatorias. “Como por ejemplo la cocaína: cuando se aspira y se comparte el canuto, si a la persona le sangra la nariz puede perfectamente transmitir el virus”, detalló el especialista.
Otra vía de contagio son las perforaciones y tatuajes. “Por eso, el material con el que se trabaja tiene que estar esterilizado, si no lo está y se halla contaminado puede contagiar a otras personas”, remarcó Espul, a la vez que aseguró que esta es la forma de infección más frecuente en la provincia.
Un caso similar ocurre con los odontólogos: “Si el profesional no aplica buenas prácticas de esterilización del material, el próximo paciente que venga está en riesgo”, indicó.
Lo más importante para Espul es que todos aquellos que están dentro de los grupos de riesgo se realicen el estudio para comprobar o descartar la presencia de la enfermedad. “Se puede acceder en cualquier hospital público de forma gratuita. Es muy simple, ya que se toma una muestra de sangre venosa para un hemograma”, describió el titular del programa contra la hepatitis.
Ahora hay cura
Una buena noticia para los que padecen la enfermedad es que con el tiempo los tratamientos han mejorado su eficacia. “Hoy por hoy hay posibilidades de curarse totalmente. Se medica con un antiviral que bloquea el ciclo de replicación del virus y no tiene cómo sobrevivir”, precisó el médico. De hecho, si se pudiera darle un tratamiento efectivo a todos los infectados se podría erradicar la enfermedad, tal como remarcó el experto.
Para Espul, el desarrollo de nuevos fármacos representa una gran ventaja. “Recientemente, la Anmat autorizó una de las drogas (daclatasvir) para el tratamiento y falta la autorización de dos drogas más. Estos fármacos han generado grandes expectativas porque logran mejores resultados con menos efectos adversos”, contó.
A diferencia de otros tipos de hepatitis, como la B, la C no tiene vacuna. “El virus tiene una tasa de mutación muy importante que hace que pueda evadir el sistema inmune, por lo que las vacunas son ineficaces”, apuntó.
Efectos negativos
Según explicó Espul, si no se trata la enfermedad con el paso del tiempo se va degradando gravemente la salud. “Porque hay una lucha permanente de los anticuerpos para eliminar el virus, pero esos anticuerpos no son eficaces. En esa lucha se va generando un daño por la acción del sistema inmune que trata de destruir las células infectadas. Al principio las células del hígado se van recuperando, pero cuando pasan los años esas células empiezan a ser remplazadas por tejido fibroso y queda como una especie de cicatriz”, explicó el médico. En una primera etapa, el paciente presenta fibrosis y con el tiempo evoluciona a cirrosis porque se ve afectada la funcionalidad hepática.
demás, por la excesiva multiplicación de las células se puede llegar al carcinoma hepatocelular. "Todo esto se revierte evitando que el virus replique, realizándose controles periódicos para que el médico indique en qué momento iniciar el tratamiento", destacó Espul.
Desde el programa que él dirige se hacen campañas periódicas para tratar de identificar a las personas que viven con hepatitis C de manera que puedan comenzar a actuar al respecto. "Todos los años tenemos nuevos casos que van apareciendo, pero estimamos que son casos anteriores que se van descubriendo, porque la mayoría se da en mayores de 40", cerró.