Las heladas son un flagelo, que, dependiendo de su magnitud, se pueden o no prevenir. Existen sistemas de defensa contra heladas pasivos: que consisten, entre otras cosas, en tener los suelos de las quintas o viñas libres de malezas, compactados y húmedos. Y los activos: que se logran a través del uso de riego por aspersión o el sistema de calefactores con combustible (gasoil, fuel oil o mezclas del tipo IFO).
El control de heladas por riego por aspersión no está totalmente probado que sea efectivo en un alto porcentaje. En el caso del uso de calefactores, su efectividad depende de la cantidad que se usen por hectárea y de las horas y días que dure la helada. Ya que por más que haya una muy buena distribución en quinta de los mismos, si la helada es de larga duración y si se repite en dos o tres noches seguidas, es casi imposible (más allá de lo económico), poder reponer el combustible en tiempo para seguir protegiendo los cultivos.
Teniendo en cuenta que para proteger una hectárea con calefactores hacen falta aproximadamente 5.000 litros de combustible, para no más de quince horas de prendida (tres noches de defensa), al precio del combustible que ronda los $ 6 promedio por litro, estamos hablando de $ 30.000 la hectárea, sólo de costo de calefacción.
Si a eso le sumamos otros $ 30.000 de costo de producción totalizamos $ 60.000 por hectárea. Y el promedio de ingreso que tuvo el productor por la cosecha de la temporada anterior no superó los $ 25.000 en el mejor de los casos, y obviamente habiendo cosechado.
Las heladas que tuvimos en la provincia en los últimos días se dieron en el peor de los escenarios: escasa o nula presencia de lluvias previas, viento zonda, nevadas en el llano y cielo despejado en las últimas horas de la tarde: el combo perfecto para que se produjesen temperaturas muy bajas durante muchas horas y durante varios días.
Sumado a eso el estado fenológico de los cultivos, que en el caso de las frutas de carozo (ciruelas, duraznos, nectarines, cerezas) han sido las más afectadas. En menor medida, pero también con daños importantes, se encuentra la fruta de pepita: pera y manzana, algunas variedades de vid y algunos cultivos anuales tempranos: melones y tomates, por ejemplo.
Del fenómeno de las heladas no podemos echarle la culpa a nadie, sólo a la naturaleza. De lo que sí debemos hacernos cargo todos es de las consecuencias de las heladas.
Esta emergencia involucra a productores; gobierno departamental, provincial y nacional; organismos recaudadores del Estado provincial y nacional; bancos. Y cuando digo bancos quiero hacer una mención especial, los mismos no solo deben estar para cuando todo está bien, también deben hacer su aporte para este tipo de contingencia, que alteran notablemente la economía de una provincia.
En el sector de fruta fresca esta situación la vivimos con enorme preocupación, ya que una primera apreciación indica que los daños en fruta de carozo son muy importantes en toda la provincia.
El productor que pierde un porcentaje alto de su cosecha enfrenta enormes dificultades para hacer frente a la situación. Tiene que seguir pagando sueldos de sus empleados, aportes y contribuciones correspondientes. Además, debe seguir trabajando su quinta, a pesar de no tener fruta. No puede bajar la persiana o poner candado a su tranquera, tiene que seguir y esperar dieciocho meses para una nueva cosecha.
La pérdida de cosecha trae aparejados enormes problemas a otros actores de la actividad, como galpones de empaque, aserraderos, fleteros, proveedores de insumos, trabajadores temporarios. Indudablemente la falta de materia prima le impide al resto de las actividades directamente vinculadas una actividad normal. Y a las indirectamente ligadas también les ocasiona problemas, como son el comercio y los servicios, sobre todo en los departamentos en los que la producción es la actividad más importante.
En cuanto al tema laboral, la repercusión es muy grande, ya que sumado al personal permanente están los temporarios, que realizan los trabajos de raleo y cosecha en el campo y el personal temporario de empaque. Entre el personal permanente y temporario que se ocupa (tanto en finca como en empaque) en el sector de fruta fresca de la provincia, se utilizan más de 2.000.000 de jornales durante todo el año.
Por todo esto es de crucial importancia que de la solución a los problemas que genera este flagelo participen también, además del gobierno provincial, organismos nacionales. No debemos olvidar lo mal que están las economías regionales, que vienen con problemas desde hace años. Si a esto último le sumamos los accidentes climáticos, vemos que el futuro no es de lo mejor y necesitamos economías regionales fuertes, a no ser que quieran que nos vayamos todos a vivir a Buenos Aires.
Heladas: costos y consecuencias
El autor asegura que se debe trabajar mancomunadamente para que el productor pueda enfrentar el flagelo climático.
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