Héctor Manuel Pérez: virtuoso de taco y tiza

Fue figura en los ‘60 y ‘70, cuando la actividad aún mantenía vivo el interés de los aficionados en Mendoza. Se inició a los 14 años en el desaparecido “Billar Mitre” de Dorrego, fue campeón por 4 años consecutivos (64-67) y fijó el récord de 583 carambo

Héctor Manuel Pérez: virtuoso de taco y tiza
Héctor Manuel Pérez: virtuoso de taco y tiza

"Mi hermano fue un romántico de la vida, lo que se llama un lírico. Un bohemio del café, la noche y los amigos. No salía a bailar, ni iba a las milongas, nunca se puso de novio y jamás pensó en el casamiento porque siempre fue un soltero empedernido. Ni siquiera tuvo un trabajo conocido y su única familia fueron sus padres y sus siete hermanos.

Aunque trasnochaba a diario no tenía vicios, no fumaba y tampoco consumía alcohol. Empilchaba de primera, andaba muy bien vestido, de saco y corbata, pañuelito al cuello y zapatos negros muy bien lustrados. Pero lo único que disfrutaba era jugar al billar, observaba a los mayores, aprendía y practicaba horas enteras. De ese  modo se convirtió en un verdadero maestro, con un estilo único y perfecto, según el comentario de los entendidos.
 
Se inició en la década del '60 con apenas 14 años de edad, en una época en que en cada barrio había un café o un bar con una o más mesas de billar, en el desaparecido "Billar Mitre" de Dorrego, en Guaymallén, lugar que  era frecuentado por los grandes billaristas de las décadas del '60 y '70 como Arce, Rati, Simán, Orofino, Paura, Pedot y Abruzzo.
 
A los 20 años logró su primer gran triunfo a nivel provincial, cuando superó al estilista Rosendo Castro, al que dejó 'parado', sin que siquiera tocara el taco. Aquella resultó una  brillante demostración de alta técnica, habilidad y juego, porque totalizó las cinco líneas estipuladas de una sola "tacada".

"En esos tiempos lo vio jugar el campeón mundial de la especialidad Fantasía, que realizaba una gira por el Interior del país, de apellido Rivas, quien quedó tan  impresionado de sus condiciones  que lo elogió efusivamente y le auguró un gran futuro: "Si continúa así será un campeón inigualable". Esas palabras se hicieron muy pronto realidad porque entre 1964 -1967 se clasificó durante cuatro temporadas consecutivas campeón mendocino en categoría libre. Se había convertido en un jugador invencible, no había manera de ganarle". 

"Derrotó incluso al campeón argentino, profesor Acatti, en una recordada puja por la calidad de su vencido. Su especialidad resultó la carambola libre, donde en una oportunidad logró la espectacular marca de 583 carambolas de una sola tacada. Tenía su propia hinchada y esa noche el público que lo seguía lo aplaudió a rabiar por el récord que había alcanzado.
 
El Avenida (frente a la confitería del ACA en la Av. San Martín), el desaparecido San Martín (frente a la calle General Paz) y otras salas de  calles Entre Ríos y Lavalle, en el centro de la ciudad, eran los lugares donde se reunía mayor cantidad de gente para verlo jugar. Muchas veces aceptó hacerlo por plata, porque todos le querían ganar y lo desafiaban por dinero, lo que difícilmente ocurría.
 
Era tal su popularidad que en otras oportunidades los aficionados hacían apuestas sobre la cantidad de carambolas que podía alcanzar. Cuando andaba falto de plata los hermanos  lo ayudábamos económicamente   porque era un buen muchacho, que no le hacía mal a nadie".

"El hecho que no tuviera un empleo estable no quería decir que fuera un vago. En el ámbito familiar aceptábamos que su decisión era jugar al billar y la respetábamos".

El testimonio de Faustino Sixto Pérez (85) -uno de sus siete hermanos- permitió conocer esos y otros rasgos de la personalidad y trayectoria de ese gran billarista que fue el "Flaco" Pérez, quien falleció el 27-04-94.

Aquel que en un hecho único y conmovedor para el billar mendocino, en 1975 le ganó en nuestra provincia a Juan Navarra -Navarrita- quien junto a sus hermanos Enrique y Ezequiel fuera una de las glorias del billar argentino, sucesor del inolvidable Pedro Leopoldo Carrera.

Navarrita, por otra parte había sido bi-  campeón mundial de tres bandas, consagrado en Misiones (Argentina) en 1969 y en México en 1972. Hijos de Sixto Pérez y Arcelina Molina, los Pérez fueron ocho hermanos con fuertes raíces en Dorrego, Guaymallén, donde crecieron y vivieron: Genoveva, Faustino Sixto, Héctor Manuel, Ramón César, Mario Antonio, Alfredo,  Eduardo y Ramón Armando.

Recordó Faustino: "Mi hermano también jugó en San Juan y San Luis, y en más de una oportunidad se presentó en Santiago de Chile. Cuando salía de gira al interior o el exterior se lo promocionaba como 'El virtuoso del taco y la tiza'. Además tenía un perfil de buen tipo, amable y respetuoso, muy amiguero".

"Como le gustaba el boxeo había forjado una gran amistad con Carlitos Aro, que se había criado en Dorrego, al que iba a alentar cada vez que peleaba en el estadio de la calle Mitre. De igual modo tenía una excelente relación con aquel otro gran pugilista que fue Andrés Selpa y con el cantor de tangos Hugo del Carril, a los que visitaba en el hotel cuando se presentaban en Mendoza. En casa tenía una colección de medallas, copas, plaquetas y trofeos de las que poco antes de morir se deshizo porque había contraído una dolorosa enfermedad y las donó a sus mejores amigos y conocidos".

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