"Hacíamos 'Rapidísimo' por Rivadavia y no podíamos más. Los ochenta. Nos escuchaba un país. Se nos rompía la camisa de la felicidad, de anchos que nos poníamos. Decíamos con los chicos del programa: '¿Será posible que tengamos tanta suerte?' Todo nos salía bien".
-¿Ese recuerdo le genera felicidad o tristeza?
-Tristeza no, porque la cosa sigue. Cambió la representatividad de la radio que hago ante el público. No sé qué audiencia tendremos. Hay una cosa que yo entendí siempre: que el gran protagonista de la radio es el oyente, no yo.
Héctor Larrea es la última leyenda de una especie radiofónica extinguida. Qué otro hace radio de traje y sombrero, con un libro de Hamlet Lima Quintana para recitar al inicio.
Qué otro ilustre del aire nos queda de esos que se formaron cuando broadcasting era instrucción y lujo, una orquesta de 20 músicos, una platea y la amplitud modulada más necesaria que el agua.
Ayer "Hetitor" -así lo apodaba parte de su "fiel clase obrera"- cumplió 80. Radio Nacional, su emisora, lo homenajeará en el CCK hoy. Cantarán Jairo, Sandra Mihanovich, Marcela Morelo, Ariel Ardit, María Graña. Música y palabras de Luis Salinas, Franco Luciani, Chango Spasiuk, La Porteña Jazz Band, Esteban Morgado, Jorge Navarro, Lalo Mir, Fernando Bravo; entre otros.
Con seis días de aire a la semana (en Nacional Folklórica, FM 98.7, de lunes a viernes, y los viernes junto a Bobby Flores en "Mirá lo que te traje", por AM 870), "Don Radio" advierte: "He visto mucho trabajo de taquito y me molesta. Porque al tipo que es oyente, que te confía su vida, tenés que respetarlo, darle algo bueno. Me molesta que se sienten a decir cualquier cosa. Existiendo tanto idioma, en este medio la vulgaridad es un pecado".
Mejor que relatar, es dejar que narre él. Matrícula del ISER 1502, el hombre cuya voz suena a despertador, al recuerdo de ese estado semiconsciente entre el sueño y la vida allá afuera de la cama, repasa en primera persona una vida ligada a hablarle a los otros desde hace 60 años.
Recuerdo por recuerdo
El aparatito que cambió mi vida. "El primer aparato radial se lo compramos al tío Gregorio, usado, a 15 pesos, en cuotas, 5 pesos por mes. Eran esas radios que se compraban para armar. Yo no quería dormir la siesta en mi Bragado natal y mi madre no me dejaba salir a esa hora. Entonces imaginaba que tenía un circo. Jugaba solo. Por entonces pasaba un auto cada tres meses. La vida en las casas era la radio y así comenzó el romance. Tenía un hermano 10 años mayor y tal era la locura que él dejaba a sus noviecitas para venir a escuchar radio".
El primer milagro. "Felisa y Emilio, mis padres, se amaban. Él tocaba el bandoneón, ella era costurera. Dos hijos y una casita en la calle Chacabuco, eran felices. Todo cambió cuando murió mi padre. Mi madre entró en un gran duelo. Tres meses de silencio hasta que ella nos permitió volver a escuchar radio, bien bajita. Tengo el recuerdo sonoro todavía: un programa auspiciado por aceite Olavina. Ella lloraba, pero de a ratos con la radio sonreía. Descubrí entonces que esa cosa era extraordinaria, que acompañaba a los caídos".
La carta que torció el destino. "Cuando me picó el bichito de la locución, le escribí una carta al maestro Antonio Carrizo para que me aconsejara. La respuesta me llegó por correo: 'Hay que tener vasta cultura, señor. Secundario completo, buena voz y mucha lectura. La radio no es para cualquiera'. Después, Antonio fue mi colega y lo tuve una vida al lado".
De Bragado a la gran ciudad. "Dejé Bragado por un trabajo en la DGI. Me trasladaron a Pehuajó y de allí al partido de San Martín. Yo revisaba declaraciones juradas. Ese trabajo no era para mí. Vivía en pensiones espantosas. Había acordado con mamá que me esperaría dos años para que fuera a rescatarla. Cumplí. Yo miraba su retrato y lloraba. Hasta que, por fin, la fui a buscar y me la traje a la ciudad. Fue para siempre".
Debut en Radio Antártida. "La primera radio que visité, curiosamente, es ésta donde trabajo hoy, Maipú 555, que entonces era El Mundo. Veníamos desde Bragado a visitar a parientes y el plan era ir a las emisoras. Conocíamos de memoria las direcciones gracias a Radiolandia. En Bragado trabajé en una red de parlantes, una mesa conectada a amplificadores que se ponían en las esquinas, arriba de los negocios. Ya en la Capital, me recibí en el ISER en 1961 y compré un espacio en Antártida. El programa duró un año, pero me sirvió porque me contrataron para otros espacios. Título más berreta, imposible: el ciclo se llamaba 'Musicosas'".
La mujer de mi vida. "Conocí a Eli en 1969, en el edificio de Radio Nacional. Yo salía de mi programa y me la encontré. Flechazo. No me olvido más: llevaba una capelina. Trabajaba para la Sociedad de Socorros Mutuos y me invitó a un acto de beneficencia. Después del evento la invité a cenar. Todo era entonces mucho más lento. Nunca más nos separamos. Transitamos la vida juntos a pesar de etapas complejas. El oyente supo que durante cinco años yo luché con la internación de mi esposa y me acompañó en ese tránsito".
Paternidad de estreno. "Me convertí en papá un 23 de abril de 1972. Florencia fue tan respetuosa que nació un domingo, día en que yo no tenía radio. Por entonces yo trabajaba en Continental y la beba llegó el día del cumpleaños de Cacho Fontana, así que hicieron un dúplex desde la clínica. Tres años más tarde llegó Laura. Me dieron tres nietos".
Un almuerzo con Borges
"Fue en una cantina, en los '60. Me había invitado un muchacho que iba a juntarse con él, y a Borges le dio lo mismo que estuviera yo o cualquier otro. Pidió puchero. Yo ni hablé. Mucho después mandé a un chiquito que había leído sus obras a conocerlo, que fue diciendo 'Vengo de parte de Larrea'. Lo atendió y le dijo: '¿Quién es Larrea?' Ah. Ya sé. Es ese que pasa música vieja'".
La hazaña de “Rapidísimo”
"Un ciclo que permaneció 30 años. Nació en 1969 y primero duró media hora, por eso el título. Voces como Rina Morán y Beba Vignola, el humor del doctor Pueyrredón Arenales, Luis Landriscina, Mario Sánchez; los guionistas Jorge Marchetti y Horacio Scalise. El deporte con José María Muñoz y los flashes de Marcelo Tinelli. Tantos nombres que faltan. Fue el triunfo de la clase popular como líder de audiencia".
Carta abierta a sus oyentes: “Intentaré seguir un añito más”
El conductor hizo pública una carta que le envió a sus más fieles seguidores. Aquí la transcribimos:
"Queridos amigos. Esta suerte de carta es para agradecer el afecto de siempre ahora que llegaron mis 80 años. Al contarme sus historias, me incluyeron en sus vidas, en su intimidad. Que un lobo estepario haya logrado tantos amigos gracias a un medio como la radio, es un regalo.
"Gracias por la fidelidad. Intentaré seguir un añito más, pero a esta edad nunca se sabe. Voy a quedarme mientras el bocho acompañe lúcidamente.
"A los que quieran hacer radio, aconsejo: pongan el alma. La radio dejó de ser un gran negocio y por eso no se va a fondo en los contenidos. En una época tan difícil, se necesita amar intensamente a la radio, que es lo mismo que amar a la gente. Para eso se inventó, no para nuestro ego, sino para ayudar al otro, para comunicarse. De lo contrario pierde todo sentido.
"En este cumpleaños sólo puedo decir que estoy en deuda con la vida. No voy a pedir deseos, sólo voy a agradecer.
"Miro para atrás y todo es felicidad. No hay nostalgia. Desde 1961 en que me recibí, todo fue aprendizaje y amigos. Tal vez somos de los últimos mohicanos, pero no hay que tomarlo como tragedia. La radio, como la vida, sigue".