Por primera vez en sus 41 años, Mariela Alonso pudo sostener un vaso con la mano izquierda. “Es muy fuerte esto para mí”, atinó a decir con emoción. Es que nació sin este miembro y en varias oportunidades descartó la posibilidad de usar una prótesis. Esto, hasta que conoció a Franco Mazzocca y Facundo Frasca, quienes le ofrecieron hacerle una con una impresora 3D.
Ayer realizaron la última prueba de la mano impresa en un material color piel, con las articulaciones flexibles, unos hilos que hacen que los dedos se abran y cierren cuando gira la muñeca, y unos dedales que le brindan agarre. Además, Franco incorporó un velcro en la palma, para que Mariela pueda sostener el celular u otros elementos.
La entrega oficial se concretará hoy, en el Colegio Tomás Alva Edison, al que asisten los hijos de Mariela: Juani (9) y Ema (5). Es que en ese establecimiento tienen una escuela de robótica y programación, y cuentan con impresoras 3D, por lo que los directivos decidieron que era una buena manera de mostrar a los alumnos la utilidad de estas tecnologías.
No sólo "chucherías"
Franco Mazzocca (20) es estudiante de segundo año de Mecatrónica, en la UNCuyo, y tiene una impresora 3D, que él mismo armó con elementos reciclados. Aprendió de un profesor que tuvo en la secundaria en Trelew (Chubut), donde nació. Si bien se dedica a hacer impresiones para tener un ingreso, decidió cambiar la idea general de que este tipo de dispositivo sólo se utiliza para “chucherías”.
En Internet encontró modelos de prótesis de mano que se pueden descargar en forma gratuita y le pareció que era una buena oportunidad para ofrecer una alternativa a las costosas que hay en el mercado. Además, se hacen a medida, adaptadas a la edad de la personas y el tamaño de la otra mano.
El primero en recibir una mano ortopédica mecánica impresa por Franco fue Valentino, un nene de 9 años, de Rodeo del Medio. El “de boca en boca” fue haciendo lo suyo y la de Mariela es la séptima que realiza. También lo han contactado a través del grupo de Facebook “yo quiero mi prótesis 3D”, que vincula a gente de distintas partes del país.
Sí se puede
Mariela Alonso cuenta que nació sin su mano izquierda, lo que se denomina agenesia. Aprendió a andar en bicicleta, a vestirse sola, a cortar la carne con un tenedor que le adaptó su papá para que fuera independiente. “Mis padres siempre me entusiasmaron, me dijeron que sí se puede. Que me iba a demorar más, que lo iba a hacer a mi manera, pero que lo iba a lograr”, destaca.
En su adolescencia le ofrecieron una prótesis pero ella no quiso. Cuando estaba estudiando para convertirse en docente de educación especial volvieron a plantearle la posibilidad. Fueron a una clínica de mano y un médico le dijo que podía utilizar una biomecánica, pero requería una cirugía y dos años de rehabilitación.
Como estaba por terminar la carrera, Mariela se negó. Es que confiesa que no se siente una persona con discapacidad hasta que se ve en el espejo, porque en su vida cotidiana se las arregla para hacer casi todo. Cuando fue mamá, su esposo Claudio la ayudó a cambiar los pañales, a buscar estrategias para amamantar y a subir los cierres de la ropa de sus pequeños. “Mi hija acepta que recién ahora estoy aprendiendo a hacer trenzas”, señala.
Sin embargo, en el último tiempo ha empezado a sufrir dolores por una escoliosis que favoreció el hecho de que siempre gira el cuerpo para utilizar la parte interna del codo o la muñeca para sostener cosas con el brazo izquierdo. Esto la ha llevado a dejar de realizar ciertas actividades cotidianas, ya que se le complica hasta barrer o sostener libros o carpetas.
Cuando vio en un programa de televisión nacional a un joven que imprimía prótesis 3D, pensó en contactarlo. Y su prima le dijo que un chico que asiste a la iglesia de los Hermanos Libres se dedicaba a eso en Mendoza. Así se encontró con Franco.
Trabajo en equipo
Al poco tiempo, se sumó a la tarea Facundo Frasca, quien es kinesiólogo y le ha ayudado a Franco a ir ajustando el diseño, además de asesorar a los usuarios sobre cómo utilizarlas y modificar su postura. Él también asiste a la iglesia Comunidad Cristiana de la Ciudad, conocida como C3, por lo que ambos jóvenes bromean con que el nombre de su emprendimiento, que aún no han definido, será C3D.
El proyecto fue adoptado por la comunidad religiosa, que busca maneras creativas de ayudar a otros, es decir, dedicarse a áreas que no sean abordadas por otras organizaciones. De este modo, pueden donar las prótesis, porque la iglesia aporta los recursos económicos y, como tienen contactos en Estados Unidos, quien viaja trae algunos elementos que no se consiguen en el país.
Facundo detalla que, al momento de la entrega, organizan una fiesta a la que invitan a la familia, como si se tratara de un cumpleaños. “Vemos la alegría de la gente. Es nuestra forma de materializar en algo el amor de Dios”, sostiene.
Contacto en Facebook
“Sabemos cómo empezó esto pero no dónde va a terminar”, lanza Facundo Frasca. Por lo pronto, él y Franco Mazzocca apuntan a hacer prótesis de mano para niños pequeños, ya que a ellos les resulta mucho más sencillo y rápido adaptarse al nuevo elemento. Además, porque al ser de bajo costo, se les puede ir cambiando a medida que crecen. De todos modos, también trabajan con adultos ya que, como destaca Mariela Alonso, “nunca es tarde”.
Quienes estén interesados en acceder a una de estas prótesis impresa en 3D pueden escribir a la página de Facebook C3 Comunidad Cristiana de la Ciudad.