Jorge Sosa - Especial para Los Andes
Al parecer la gran noticia de esta semana fue la reunión que nuestro presidente tuvo con nuestro showman. Pudo más que los juicios en ciernes, los aumentos en ciernes y hasta los desbarajustes de la AFA, lo que ya es mucho decir.
El presidente de la República puede reunirse con quien quiera, es más, debería hacerlo con aquellos que le pueden aportar algo a su gestión (aún sus detractores), también con los ciudadanos comunes que pueden contarle algo de cómo están sufriendo la cosa, y sería bueno que con algún pobre, de vez en cuando, para que le de noticias de la indigencia, ya que no creo que nuestro presidente la haya vivido en carne propia. Sería bueno.
En esas reuniones, por qué no, caben las que pueda tener con algunos ídolos populares. Una reunión con Ginóbili, por ejemplo, podría ser bien mirada, o con Darín, o con León Gieco. Reuniones que podrían servir para que el presidente se distienda, se aleje un poco de las preocupaciones que, uno calcula, lo abruman, de los problemas que le llueven como chaparrones de verano en pleno invierno. El presidente es un hombre y tiene derecho a relajarse y sonreír.
Lo que llama la atención es la forma en que se produjo la reunión, o las formas que acompañaron a la reunión: una promoción como si fuera el debut de algunos de los programas de Tinelli, una cobertura enorme que se pensó hasta en el menor detalle, un acatamiento protocolar como si hubiese sido un encuentro con el Secretario General de las Naciones Unidas, y después, una cobertura comunicacional como muy pocas de sus reuniones han tenido.
Al parecer, el presidente, le dio al encuentro la categoría de gran reunión, de una charla con uno de los notables pensadores de la Argentina. Hay antecedentes de esto, en 2014, cuando Macri era Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Tinelli fue nombrado “Personalidad destacada de la cultura de la Ciudad”. Todavía estoy esperando que alguien me explique cuáles son sus méritos culturales.
Algunos macristas podrán decirme: “No es el único. Cristina se mandó una extensa entrevista con (nada menos) Jorge Rial que tuvo una difusión nacional”. Es cierto. También Menem podría ser nombrado el máximo fans de artistas y deportistas, y si hablamos de humor, hasta el mismo Perón no dudó en referirse a las salidas de Fidel Pintos en uno de sus últimos discursos.
Uno piensa en la trayectoria de Tinelli y debe inferir que algo de poder debe tener este señor para que sea tenido en cuenta por los poderosos (Menem, De la Rúa y ahora Macri). Pero, pensando en su trayectoria precisamente, también podemos preguntarnos ¿Qué es? Sin duda es un gran productor de programas de televisión y tal vez un buen conductor, pero de arte, minga, no baila, no canta, no recita, no monologa, no reflexiona, no no.
¿Será la opinión de Tinelli sobre los temas coyunturales del país tan importante como para que se le dé a la visita la misma jerarquía que si fuese un estadista? Un tipo que se ha hecho famoso tomándole el pelo a los demás no creo que pueda aportar mucho en beneficio de los demás.
Uno le tiene respeto a la institución presidencial y pretende que el presidente, con su jerarquía, nos jerarquice. Pero que terminen la conferencia jugando con la pantalla del Snapchat aparece como una banalidad digna de un programa de televisión de Tinelli pero no de una residencia presidencial.
En fin, presidente, si va a güevear, güevee, pero que no sea tan notorio, porque va a terminar sospechado de frivolidad. Si va a seguir en este camino, para conocer el estado de los pibes en la Argentina, no dude en ponerle la alfombra roja a Piñón Fijo.