Hay desafíos para Macri, la sociedad y la oposición

Hay desafíos para Macri, la sociedad y la oposición

Por Carlos Sacchetto - Corresponsalía Buenos Aires

No era necesario que el jefe de Gabinete lo verbalizara para que la realidad se pusiera en evidencia, pero al comentar el documento de la Iglesia del pasado fin de semana, el funcionario pronunció una de las más sinceras y acertadas opiniones del macrismo.

“Estamos en el peor momento”, dijo Marcos Peña, y aunque quizás no haya sido su intención, en ese “estamos” pueden reconocerse por igual los sectores medios y de menores recursos, también el propio Gobierno y hasta la oposición en su estrategia de diferenciarse.

Están en el peor momento los asalariados porque si bien la inflación comienza a insinuar una leve baja, vienen soportando el fuerte aumento del costo de vida impactado por devaluación, precios y tarifas, con los mismos ingresos pactados el año pasado. Recién en junio las paritarias y el medio aguinaldo buscarán equilibrar en algo ese desfasaje. El fenómeno afecta también a pequeñas empresas y comerciantes por la caída de las ventas. Es el llamado costo del ajuste.

Está en el peor momento el Gobierno, porque el clima social comienza a enrarecerse y las demandas que no encuentran rápida respuesta se convierten en protestas callejeras. Esa conflictividad altera la paz social y es propicia para que determinados grupos de activistas transformen la legitimidad de los reclamos en actitudes violentas. La administración Macri no ha demostrado hasta ahora tener capacidad de contención en las calles y ése es un territorio clave donde se dirime parte del poder.

El Gobierno también está apremiado por el escaso tiempo que plantean las urgencias por un lado y los procesos necesarios que llevan a implementar medidas correctivas por el otro. “No podemos resolver los problemas de todos los frentes a la vez”, reconocen en la Casa Rosada y apelan de manera incansable a la paciencia que, según los funcionarios, conducirá a una mejor situación para todos.

Menos margen

El peor momento también lo atraviesa la oposición, en especial aquélla que representa al peronismo en todas sus variantes. Eso ocurre porque con el Gobierno tomando la iniciativa y lanzando medidas que la sociedad espera, como el pago de los juicios y el nuevo régimen para los jubilados, se le hace más difícil la confrontación.

El paquete de leyes que anunció el Presidente el viernes, incluido el blanqueo de capitales, seguramente va a encontrar disposición en el Congreso para que se instrumente de manera rápida.

¿Podría alguien oponerse a un aumento del 45 por ciento en las jubilaciones y trabar su aprobación legislativa? En el oficialismo piensan que estas medidas, más otras que vendrán la semana próxima también dirigidas a mejorar la situación de los sectores más afectados por el ajuste, dejarán atrás en forma definitiva el veto presidencial a la ley antidespidos, utilizado como argumento político para que la oposición se uniera. Todos predicen un nuevo acercamiento y ciertos trabajos en conjunto entre el Gobierno y el peronismo no kirchnerista.

A pesar de que Macri no autoriza a sus espadas legislativas a tejer un acuerdo más amplio, como lo propuso el jefe del bloque PJ-FPV del Senado, Miguel Pichetto, en esa Cámara ya están avanzadas las conversaciones para que se aprueben algunas iniciativas importantes del Ejecutivo. Una de ellas es la designación de los dos jueces que faltan para completar la composición de cinco en la Corte Suprema de Justicia.

Es curioso, pero otra dificultad que enfrenta la oposición es la misma que tiene el Gobierno: el tiempo. Cuanto más tiempo tenga Macri para encauzar su administración con medidas positivas para la población, menor será el tiempo opositor para ocupar espacios centrales en la escena política. Es ése un factor clave para los sectores más duros del kirchnerismo en su camino al aislamiento.

Las internas

Así como el peronismo está inmerso en un momento de desorientación que arrastra desde que fue derrotado en las urnas a fines del año pasado, el gobierno de Cambiemos parece haber comenzado a sufrir la “picazón” del sexto mes. Las dificultades con que día a día se encuentra en el camino, y la falta de planes para afrontarlas, lo obliga a una improvisación que no todos los funcionarios toleran. Los cruces dentro del equipo económico y entre distintos ministerios, se repiten con frecuencia.

Uno de los más comentados fue el intercambio de gritos destemplados entre el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el titular de Energía, Juan José Aranguren. Los motivos son obvios: el tarifazo que llevó a algunos intendentes a presentar cautelares ante la Justicia para limitar los aumentos excesivos. Es un paso atrás del Gobierno que debe admitir su error y Frigerio se lo habría reprochado en términos fuertes.

La postulación de Susana Malcorra a presidir Naciones Unidas ha despertado también muchas ambiciones contenidas hasta ahora dentro del equipo de Macri. Si la canciller resulta elegida, hay otros tres ministros que desearían remplazarla. Ante la posibilidad de que se produzcan esos movimientos, la UCR ha incrementado la presión sobre el Presidente para tener una mayor participación en el Gobierno.

En algunos despachos de la Casa Rosada no descartan que Ernesto Sanz tenga pronto un lugar relevante en el gabinete y creen que ése sería un buen pago al radicalismo.

El viaje de Elisa Carrió a Estados Unidos, donde según ella investigó cuestiones privadas del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, sembró también algo de inquietud cerca de Macri. Nadie sabe en el oficialismo hasta dónde llevará su embestida la diputada. Lorenzetti, tampoco.

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