El problema suscitado en China con el coronavirus, tiene consecuencias graves a nivel global al ser ese país uno de los dos grandes en la economía mundial.
La disminución de la tasa de crecimiento por esta pandemia significa menos comercio y menos precios. Sólo el turismo chino permite al resto del mundo recibir 250 mil millones de dólares.
Estos hechos deben llamar la atención de las dirigencias argentinas para elaborar políticas que nos saquen de la decadencia, la pobreza y la exclusión. Ha sido un primer paso en el buen camino, que nadie, salvo un par de alterados de la extrema izquierda, haya planteado el default de la deuda externa en el debate sobre ese tema en el Congreso. Claro contraste con el aquelarre suicida del 2001, celebrando el dislate del efímero presidente Rodríguez Saá.
La Argentina tiene el mismo PBI del 2010 y la población se incrementó en más del 10%, hay menos porciones de la torta que hace diez años. Para crecer nuestro país necesita exportar bienes y servicios. No hay otro camino para dar trabajo, mejorar ingresos, y fortalecer el mercado interno que exportar y elevar drásticamente las tasas de inversión.
Ello implica, además de las reformas internas impostergables y la creación de una moneda, una apertura al mundo con la idea predominante de ingresar al siglo XXI y dejar toda tentación reaccionaria de preservar el status quo.
Por eso preocupan medidas que afectan a las industrias relacionadas con el conocimiento que hoy exportan por un valor que duplica el de las carnes. Y por otro lado se quieren preservar actividades incapaces de generar divisas, que más bien las demandan y encima producen bienes caros y de mala calidad. El modelo Tierra del Fuego es un ejemplo de políticas al servicio de pocos en perjuicio de muchos.
Hay que elegir entre ingresar a la cuarta revolución industrial digital o el modelo Grabois, que es el atraso y el igualitarismo en la pobreza. El “pobrismo” que atrasa y lo sufrimos en las provincias feudales subvencionadas por las productivas.
El sector agroindustrial fue capaz en 30 años de quintuplicar la producción a pesar de la escasez de créditos, cargas impositivas crecientes y agobiantes impuestos que gravan la exportación y sufren las políticas proteccionistas para sectores ineficientes, pues dificultan exportaciones por no contarse con tratados de libre comercio.
La vitivinicultura mendocina es un ejemplo, paga retenciones y paga aranceles en los países a los que exporta, mientras los chilenos venden sin retenciones ni aranceles.
La producción se puede incrementar con más tecnología innovación y la incorporación de nuevas tierras con riego. El Bermejo puede irrigar más de un millón de hectáreas. El Río Negro un par de millones de hectáreas.
El otro paso es exportar más valor agregado en vez de granos o harinas de soja para que otros produzcan bienes de más alto precio. Y exportar más carnes. Eso es industria que genera puestos de trabajo genuinos y demanda a su vez otros productos industriales como maquinarias agrícolas, fertilizantes, herbicidas. Con esa producción agrícola se puede incrementar la elaboración de biodiesel y la generación eléctrica. Las proteínas vegetales como las legumbres y la forestación de millones de hectáreas son otras futuras fuentes de divisas que tienen una gran capacidad de generar trabajo genuino y productivo.
La otra cuestión es mirar a todo el mundo, no solo a Europa o China como mercados o el sudeste asiático. Por ejemplo la India es otra economía de rápido crecimiento y con una población similar a la China. En la India cuatrocientos millones de habitantes comen carne vacuna y toman alcohol; hay allí un mercado para trabajar.
El África es un continente a tener en cuenta por varias razones, incluso históricas, pues en parte de la población argentina hay sangre africana. Es más la República de Guinea ( la española) integró el Virreinato del Río de la Plata. Ese continente crece a una tasa del 6% anual, triplica a América Latina, su población asciende a 1300 millones de habitantes y se estima que en el 2050 será de 2400 millones. Está del otro lado del Atlántico y a ocho horas si hubiera vuelos directos; por ahora sólo los hay con la República Sudafricana.
África es un continente con un gran déficit de proteínas en su alimentación y un mercado potencial para nuestros alimentos pero también para vender conocimiento, tecnología, gerenciamiento. Tiene tierras que con adecuado manejo pueden ser muy productivas, por eso se trata no solo de vender mercancías sino también los conocimientos que poseemos en producción agroindustrial: ello puede implicar ventas de maquinarias agrícolas, servicios diversos, formación de empresas conjuntas.
La Argentina no puede atar su futuro a las posibilidades de las actividades extractivas como la minería o Vaca Muerta, sin que esto signifique el abandono de inversiones en estos sectores, pero es más inclusivo y dan más posibilidades a las empresas y emprendedores argentinos estas propuestas basadas en lo que en serio somos los mejores del mundo.
Pero primero hay que entender el mundo y mirarlo en función de nuestros intereses y no con miradas prejuiciosas o ideologizadas. Los lazos con España e Italia son indiscutibles pero no vendrá de allí la posibilidad de encarrilar el tema de la deuda, eso se decide en Washington y significará definiciones con consecuencias internas. Y ya conocemos los resultados para el país cuando nos equivocamos en las relaciones exteriores.