Hasta siempre, Titi

José Scordo Lara, que se desempeñaba como titular de la Federación Mendocina de Automovilismo Deportivo y del Automóvil Club Mendoza, murió a los 71 años de edad. Así lo recuerda Más Deportes.

Hasta siempre, Titi

Había decidido tomarse una licencia voluntaria en las últimas semanas por cuestiones particulares. Sin embargo, más allá de alejarse por un tiempo y dejar sus tareas a la comisión directiva de la Federación Mendocina de Automovilismo Deportivo, optó por viajar al Rosendo Hernández de San Luis para estar junto al Zonal Cuyano.

Esa fue su última aparición en un autódromo de la región, aunque antes también pudo disfrutar de la 65ª edición del Gran Premio Vendimia sobre el autódromo de San Martín, viendo el notable resurgimiento de la especialidad en la competencia más antigua de Argentina llevada adelante por el club que presidía.

Estando al frente de la entidad madre del automovilismo y del Automóvil Club Mendoza, el popular Titi se distanció para siempre de la sinfonía de motores. En la madrugada del pasado lunes, José Scordo Lara dejó de existir a los 71 años de edad, a causa de un paro cardíaco.

Quien también fue piloto asumió al frente de la FEMAD en el período 2003-2004 en sustitución de Antonio Díaz Constantini, de quién había sido un estrecho colaborador desde 1985 cuando ingresó en condición de vocal a la institución que agrupa a la Asociación Volantes del Este (AVE), la Asociación Categorías Tradicionales (ACT), la Asociación Sanrafaelina de Automovilismo (ASA) y el Automóvil Club Mendoza (ACM). Mientras que, por invitación de José Domingo Pelliza, en 1994 se incorporó al ACM (en 1998 se hizo cargo de la presidencia).

Sus inicios en los autódromos

En sus comienzos (década del ’70) se lo conoció como El Pelirrojo del Ruido cuando era un joven que llevaba bien visible la inscripción de Scordo Competición. Además, fue conocido por su gran amor a Racing, sentimiento que con llamativo fervor transmitió a su familia.

Casado con Zenobia Elizabeth y padre de 3 hijos (Silvina Hebe, José Luis y Laura Emilce), heredó la pasión por el automovilismo de su papá -don José- que fue mecánico y propietario de un taller de chapería y pintura que durante años funcionó en calle Maipú de la Cuarta Sección.

“A los 9 años sentía un placer especial cuando acompañaba a mi papá y me sentaba a su lado para observar cómo metía los cambios. A los 12 aprendí a manejar en un pequeño Fiat Topolino y a los 16 me reunía con un grupo de amigos en el entonces Café Bahía, de la esquina de Sarmiento y la Avenida San Martín, donde nos desafiábamos para ver quién llegaba primero a Potrerillos para tomar el té con masas”, decía Titi en una entrevista con Más Deportes en abril de 2011.

Manejaba una cupé Ford ’38 que era propiedad del padre y ya sentía el encanto de la velocidad. Por esos tiempos participaba en las picadas que se hacían en el circuito viejo del Parque y que, obviamente, no estaban autorizadas. Competía con un Sinca-Aronde de 1957, que era un vehículo de fabricación francesa.

A los 20 años le dijo a su padre que había tomado la decisión de ser corredor. A fines de los ’60, con los ahorros de su empleo en el banco, adquirió un Fiat 1600 usado con el que empezó a correr. Su hermano menor, Raúl Alberto, siguió sus pasos; no así el mayor, Juan Carlos, que nunca compitió oficialmente.

En distintas épocas formó equipo primero con Nelson Darío Poggio y después con Roberto Patti. También afrontó competencias en las categorías de los Fiat 128 IAVA.

Las crónicas de Los Andes de esas épocas recuerdan un brillante triunfo en el Panorámico de Villa Mercedes y otra gran actuación cuando dio cátedra de manejo sobre el Oscar Cabalén de Alta Gracia.

A lo largo de casi 10 años compitió con un Fiat 125 Berlina, una cupé Fiat 125 y un Fiat 128, todos autos 0 kilómetro y preparados por su padre, que primero no quiso que corriera y después se puso de su lado como un colaborador incondicional y un hincha más de su hijo.
En la Clase A, hasta 850 cc, entre otros participaban su hermano Raúl Alberto, Miguel Ángel Tutera, Carlos Alberto Carreño, Héctor

Cabrerizo, Héctor Eduardo Llovell, Vicente Valdez y Antonio Ruiz; en la Clase B, entre 851 cc a 1.300 cc, lo hacían su gran amigo Carlos Miguel Manzano, Danilo Mora, Luis Ángel Blas, Roberto Basualdo, Nelson Darío Poggio, Raúl Adolfo Cantú, Roberto Patti y Norberto Horacio Pereira; y en la Clase C, entre 1.301 a 2.000 cc, que era en la que Titi intervenía, siempre entre otros figuraban Juan Antonio Robledo, Roberto Ubertone (h), José Fiorentino, Vicente Abramo, Luis Alberto Rossetti, Juan Carlos Rodríguez, Francisco Ferranti y el Lulo Sosa.

"Competí durante casi diez años y siempre puse todo, di lo mejor de mí. Amé la velocidad, corrí con pasión y jamás dejé de participar en alguna carrera del Zonal. Así conocí los circuitos más exigentes del país como el Gálvez de Buenos Aires, el Cabalén de Córdoba, El Zonda de San Juan, el de Allen en Río Negro, Potrero de los Funes en San Luis, el Panorámico de Villa Mercedes en San Luis, Tucumán y desde luego Los Barrancos y el autódromo General San Martín", recordaba Scordo Lara en la charla con el periodista José Félix Suárez.
Desde ayer ya no está entre nosotros. Hasta siempre, querido Titi.

De la Academia

Titi se reunía el primer martes de cada mes con los miembros del Círculo Racing Club Mendoza, un grupo de entrañables amigos para compartir el inmenso amor por la Academia de Avellaneda. Su hijo José Luis es principal heredero de la pasión por los colores celeste y blanco.

En 1983, cuando se encontraba radicado en Buenos Aires por su condición de gerente de la sucursal del Banco Agrario en Diagonal y Maipú, estableció primero una estrecha relación comercial y más tarde de amistad con Horacio D’Annunzio, Enrique Capozzolo y Humberto Capelli (padrastro de Graciela Alfano) a los que ese año acompañó como vocal en una lista de renovación de autoridades del club, que finalmente consagró a Enrique Tadeo y Ramón Vinagre, los que fueron electos presidente y vice. Scordo Lara decía al respecto:

“Resultó una experiencia única e increíble porque yo, que provenía del interior y que era de extracción del automovilismo, podría haber sido dirigente de fútbol en Racing, el club que había aprendido a amar desde la época del tricampeonato (’49,’50 y ’51) en una familia donde todos eran del club Boca Juniors: mi papá y mis dos hermanos”.

Pintado de negro y blanco

La posibilidad de ser directivo de fútbol se hizo realidad al poco tiempo para Scordo Lara, cuando en su regreso a Mendoza en 1985 (el mismo año de su ingreso al ACM), se incorporó a la comisión directiva de Gimnasia y Esgrima. “Los fines de semana que no corría iba siempre a la cancha con un grupo de amigos todos hinchas del Lobo. Como ya jugaba el Víctor (Legrotaglie) nos deleitábamos con el buen juego y con el toque”.

Titi había regresado a la casa central del Banco Agrario. “Don Samuel Kolton, que era el presidente del banco y del club, me llevó a Gimnasia. Más que en cualquier función, porque figuraba como vocal, era su persona de más absoluta confianza. En la misma situación continué por expreso pedido de él, hasta que en 1992 me retiré definitivamente del Lobo para dedicarme por entero a mi trabajo como dirigente del automovilismo deportivo”, destacaba. Años después, sería presidente de FEMAD y el ACM.

Una reseña de su vida en las páginas del más

En nostalgia de hechos y personajes, Titi tuvo su espacio mediante una nota realizada por José Félix Suárez en 2011. En la imagen se puede observar a un joven Titi junto a un Fiat 125 que manejó en la década del ‘70.

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