Ayer, a los 89 años, falleció el cantor de Las Heras. Inolvidable, la huella del compositor de "Remolinos" queda indeleble en las páginas de la música cuyana.
Manuel "Nolo" Tejón fue un poeta, un investigador. Su reflexión profunda sobre nuestro territorio lo condujo hacia la búsqueda de una expresión genuina. Tanto, que no adscribió a ningún movimiento político-musical ni buscó adherirse a sus ecos de fama.
Creyente de "la revolución del día a día", defendió contra todo las causas de "la belleza, la poesía, los cantos de los hombres y las mujeres de estas tierras". Esos principios les fueron legados a sus hijas, Cecilia y Marina Tejón De Merolis.
Ellas describieron sus últimos momentos: "Eligió el disco 'Ha de ser que somos parras' y escuchó sus canciones de pie con la misma actitud guerrera que tantas veces sujetó alguna bandera".
Manuel "Nolo" Tejón nació en Guaymallén pero creció en la Capital, cerca de la Quinta Agronómica, donde comenzó su diálogo íntimo con la naturaleza.
Más tarde, desarrollaría además su profunda pasión por la música, sobre todo, luego de sentirse traspasado por Atahualpa Yupanqui. Y si bien traía desde la cuna las coplas andaluzas, su curiosidad se abrió de lleno a distintas rítmicas. Hasta entonces tocaba la armónica. Pero la revelación de Yupanqui lo inclinó por la guitarra.
Nolo se encaminó entonces hacia el folclore norteño, mientras iba presintiendo que tenía muchas cosas para decir de su propio lugar. Así, junto a su compañera de vida y música, Magda De Merolis, creó esas composiciones que encierran sensible y plásticamente el espíritu de Cuyo: '"Río que va lejos", "Jugueteando", "Remolinos", entre muchas más.
Pidió que lo cremaran. Pidió, también, que reunieran sus cenizas con las del amor de su vida, Magda.
Ella, decía, aprendió a cantar como la acequia. Pues hay que recordar que la pareja creó y grabó obras importantes del cancionero cuyano.