Hace unos 130 años la empresa japonesa Mitsubishi compró una próspera isla de apenas 480 metros de largo por 160 de ancho debido a su tamaño fue por mucho tiempo el territorio más densamente poblado del mundo.
La principal actividad económica eran las minas de carbón las cuales fueron descubiertas en 1810.
En 1870 empresario llamado Koyama Hideuji puso en funcionamiento las minas y 1890, Mitsubishi que se dedicaba la industria minera y naviera compró la isla para aprovechar la provisión del carbón.
La empresa llegó a extraer unas 410.000 toneladas de carbón al año del subsuelo marino. Con el tiempo sus nuevos dueños diseñaron y edificaron unas enormes murallas de hormigón alrededor de la isla para que resistiera las condiciones adversas del clima del lugar.
Después construyeron monstruosos edificios para albergar a los ocupantes y trabajadores. El concreto se convirtió en el principal elemento además del deseado carbón por lo que Hashima se ganó el apodo de “isla sin verde”.
A finales de los 50, sus casi 6000 habitantes vivían en unos 150 edificios. Y la comunidad disponía de un hotel, una gran escuela, restaurantes, cafés, casinos, canchas de tenis, una comisaría y hasta un burdel, según publicó Auto Bild, un sitio especializado en la industria automotriz.
Isla fantasma
Con la llegada del petróleo el carbón como combustible fue perdiendo demanda y la prosperidad de las Hashima llegó su fin. El 15 de enero de 1974 cerró la mina y el 20 de abril los últimos habitantes abandonaron la isla.
En el 2002, Mitsubishi donó la isla a la prefectura de Nagasaki que es quien hoy se encarga del mantenimiento de esta fantasma.
No obstante, en 2015 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco y miles de turistas la visitan todos los años, aunque solo pueden permanecer algunas horas.
Tras la partida de los lugareños las enormes construcciones fueron invadidas por la vegetación que volvió a tomar protagonismos en la isla.
Lado oscuro
No todo fue modernidad y sueldos alto en Hashima. En la década del 40, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo escasez de mano de obra y para continuar con la producción se tomaron a ciudadanos coreanos y prisioneros de guerra chinos para utilizarlos en el trabajo minero.