A pedido de los vecinos, el Concejo Deliberante sanrafaelino tratará un proyecto para construir un parque en los terrenos abandonados del ferrocarril que separan a la cabecera del distrito de Real del Padre en dos sectores bien definidos en la jerga popular como de "éste y de aquel lado" de las vías.
Esta comunidad, caracterizada por su intensa actividad agrícola, está a 75 kilómetros de la ciudad de San Rafael y a unos 15 de la de General Alvear.
A este distrito pertenecen también los parajes La India, Palermo Chico, Pueblo Nuevo, Rincón del Indio, La Olla y Lote 80.
De acuerdo al proyecto basado en los reclamos de la población y presentado finalmente por el concejal y ex secretario de Obras Públicas de la comuna, Darío Barandalla, se impulsa primero declarar de interés departamental a un proyecto para transformar este lugar abandonado y problemático en un "Parque del bicentenario", con motivo de celebrarse este año esa fecha de la independencia argentina.
Esto también, se expresa en los considerandos, servirá para homenajear en este aniversario a los patriotas de esa gesta y a los pioneros que dieron la vida a la colonia de Real del Padre para consolidar la identidad de esa comunidad que ya proyecta festejar su bicentenario en 2033.
En la primera etapa -relata Barandalla- se realizará una estructura donde se colocarán mástiles de baja altura con banderas de diferentes países en homenaje a los inmigrantes de la colonización y, en el piso, mayólicas para simbolizar que estas tierras también fueron habitadas por los indios Puelches.
En la segunda, se construirá un mástil de más de 60 metros de altura (sería el más alto del país). Posteriormente se concretará la apertura de las calles con el fin de lograr la unión de las diagonales que formarían las simbólicas manos de la unidad del casco urbano y habilitar el Museo de Historia Regional en la antigua estación de trenes con materiales históricos que forman parte del patrimonio local.
La historia del lugar
Según los historiadores, el área que hoy ocupa el distrito de Real del Padre, tuvo como primitivos dueños a los indios Goicos (pertenecientes al pueblo puelche), quienes en la figura de Vicente Goico, cacique de la tribu, adquirieron allá por 1825 la propiedad de esos terrenos que fueron inmediatamente vendidos a Juan Godoy de una forma muy peculiar. Se relata que a cambio entregó 40 yeguas, un lomillo (pieza del recado de montar), diez cajas de vino y un par de espuelas de plata.
Juan Godoy compró luego tierras a Ángel Báez y allí completó la totalidad de los terrenos que hoy conforman la vasta zona de Monte Comán y Real del Padre. La propiedad de los terrenos fue pasando de propietario en propietario hasta que fue adquirida por el Ing. Carlos Wauters quien loteó y vendió terrenos allá por 1910 formándose así la primera colonia en Real del Padre aprobándose poco después los planos de la colonia y pueblo.
La segunda década de este siglo fue decisiva para el nacimiento del distrito de Real del Padre. Para 1914 ya contaba con 900 habitantes. Algunos vecinos formaron la Primera Junta de Fomento y solicitaron, al gobernador de la Provincia, autonomía distrital, pidiendo separar a Real del Padre de Monte Comán, distrito al que pertenecían hasta ese entonces.
Los progresos alcanzados en esos últimos tres años bastaron para que el Gobierno provincial autorizara tal autonomía y oficializara el 23 de noviembre de 1914 el funcionamiento de la Primera Junta de Fomento de Real del Padre, conformada por laboriosos inmigrantes que llegaron a estas tierras ávidos de trabajo y paz.
Según la tradición oral el origen de su nombre es atribuido a la acción evangelizadora llevada a cabo por el fraile franciscano Francisco Inalicán en estas regiones hacia los años 1805 y 1820.
Este fraile, amigo del General San Martín, se destacó no sólo por llevar la religión de Cristo a parajes sumamente peligrosos sino, también, por su ayuda a los desvalidos, a los pobres y luchar por la justicia en lugares en donde todo se resolvía por las armas.
Solía recorrer los sitios más desolados alejándose en algunos puestos sobre los ríos Diamante y Atuel. Así, por estas zonas, recibía a los lugareños en uno de los puestos o "real" que, por costumbre o para diferenciarlo de otros puestos, se empezó a conocer en la región con el nombre de puesto o "real... del Padre" en fiel alusión al misionero que lo solía visitar.