Hambre de gloria

Algunos “desconocidos” de Primera. Otros buscando una revancha en el club. El nuevo modelo tombino se nutre de jugadores que quieren hacer historia. Dio el primer paso con goleada.

Hambre de gloria
Hambre de gloria

Las dudas quedaron pulverizadas. Los interrogantes tuvieron respuestas lapidarias. Y sí.  El Tomba contestó a puro grito. Sin guardarse nada y goleando.

El conjunto Bodeguero era un gran signo de preguntas en la previa contra Banfield y motivos sobraban: recambio extremos de futbolistas, muchas caras nuevas provenientes del ascenso y un técnico con poco trabajo en el club que haría su debut en el fútbol grande.

Con todo esto sobre las espaldas, el Tomba saltó a la cancha. Y no defraudó. Al contrario, pasó el examen con altura y abrió un camino de ilusión de cara al futuro en el campeonato.

Lejos de apellidos rutilantes, Carlos Mayor eligió a hombres con  enormes ganas de dar un salto de calidad, y estos le respondieron a la perfección, con una actuación sobresaliente desde lo colectivo.

Aún con errores y en plena formación, en este flamante modelo futbolístico parece que hay cosas que no se negocian de ninguna manera... Y una quedó en evidencia...

El hambre de triunfos. Un pibe (Moyano) de la casa en el arco con ansias de consolidarse, tres defensores (Jerez Silva, Aguilera, Cosaro) que se reparten el objetivo de crecer y hacerse un nombre importantes.

Cuatro volantes donde sobresale la experiencia (Rodríguez) y la frescura y el ímpetu de   de otros con menos chapa en búsqueda del progreso (Velázquez, Zuqui, González); dos enganches (Aquino, López) que tiene una misión común: ser los dueños del fútbol tombino en Primera División, nada más y nada menos.

Y para el final sobresale la figura de un delantero (Ramírez) que quiere dejara atrás una etapa de ostracismo donde aportó poco (Colón y Audax Italiano), para volver a ser ese goleador tremendo que se cansaba de romper redes, para dejar en claro que la jerarquía no tiene fecha de vencimiento pese a momentos críticos.

Todo ese cóctel se conjugó para transformar a un equipo que estaba en la mirada de todos, a un elenco con hambre de triunfos y gloria. Voraz. Con el apetito listo para “comerse” a quien se le pusiera adelante.

Las ganas de mostrarse y dejar en claro que con los nombres ya no se ganan partidos, terminaron por construir a un Expreso demoledor. Tremendo.
 Ahora debe seguir  alimentándose con ambición.

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