Arqueólogos estatales descubrieron en la cima de un sitio sagrado preinca -usado con el paso de los siglos como cementerio clandestino- al menos 16 cuerpos de trabajadores chinos que migraron a Perú en el último tercio del siglo XIX y trabajaron en condiciones de semiesclavitud en una hacienda agrícola de la costa del Pacífico.
"Trabajaban en el sembrado de algodón", dijo la arqueóloga peruana Roxana Gómez, quien trabaja en el Ministerio de Cultura y dirige las excavaciones desde 2015.
La migración de ciudadanos chinos a Perú -exclusivamente hombres- fue la más grande hacia el país andino de los grupos extranjeros en el siglo XIX y llegaron como mano de obra para las haciendas agrícolas, la construcción de ferrocarriles y la extracción de excremento de aves en islas del Pacífico, según consenso de los expertos.
Los arqueólogos limpiaban un cuerpo hallado junto a su pipa para fumar opio, que poseía una base de porcelana adornada con dibujos de conchas marinas azules. Gómez dijo que el consumo de opio, comercializado por los ingleses y cuyo monopolio de venta en Perú pertenecía a los hacendados, era una "práctica común" entres los migrantes, por encima del alcohol y las hojas de coca.
El cuerpo del trabajador chino, de edad aún no determinada, también tenía un tintero, dos sombreros de algodón, un pantalón de mezclilla azul y poseía a la altura del pecho una especie de caja plana de madera en la que los arqueólogos presumen que podría estar su contrato de trabajo o algún documento de valor para los historiadores que estudian la migración.
Otro de los cuerpos que los estudiosos limpiaban era el de un joven que tiene el cráneo fracturado, por lo que los arqueólogos creen que tuvo una muerte violenta.
El cráneo del fallecido aún conserva una tradicional trenza de cabellos negros a la altura de la nuca, está vestido con una chaqueta verde y parte de los dedos de sus pies aún están intactos.
"Los chinos en Perú tuvieron una vida horrible"
Marco Valderrama, otro de los arqueólogos que limpiaba las osamentas, dijo que los chinos en Perú "tuvieron una vida horrible, fueron maltratados por la sociedad peruana". Recordó incluso un famoso juicio de 1861 donde un abogado peruano defendió a un chino llamado Ajasún, quien mató en una hacienda del puerto de El Callao al hombre que le castigaba con crueldad.
Los restos están en un sitio sagrado de una civilización local llamada "Ichma", que floreció antes de ser conquistada por los Incas en 1470. El lugar luego fue absorbido por una hacienda algodonera donde los trabajadores chinos enterraron a sus muertos debido a que no podían ser llevados a los cementerios por no ser católicos, dijo la arqueóloga Gómez.
Pasaron hasta 120 días en barcos llamados "infiernos flotantes"
Según el historiador taiwanés Diego Chou, experto en emigración china a Latinoamérica, entre 1849 y 1874 llegaron a Perú entre 80.000 y 100.000 chinos. Según explicó, muchos fueron secuestrados o engañados y pasaron hasta 120 días en barcos llamados "infiernos flotantes" hasta arribar "medio muertos" al puerto de El Callao, el más importante de Perú.
En su libro "Los chinos en Hispanoamérica", publicado en 2002, Chou escribió que al llegar al puerto peruano los chinos eran comprados al precio promedio de 400 dólares. Empezaban a trabajar en la madrugada por 12 horas y en la noche eran encerrados y vigilados para evitar que escaparan.
"En la 'cárcel nocturna' empezaba otra vida: descanso, opio, rememoramiento, peleas, amistad, comercio menudo, enfermedades, homosexualidad", añadiendo que "la ausencia de mujeres chinas y el prejuicio racial les hacía difícil hasta el comercio sexual".
Gómez, la jefa de los arqueólogos estatales, dijo que "todo cambia" con el tiempo. "Antes los chinos llegaron como semiesclavos, ahora China domina el mundo", dijo.