El desembarco de Quilmes en la industria del vino trae consigo un gran interrogante: se trata de una “grande” que será punta de lanza y traccionará detrás de ella al resto de la categoría, y con ello a pequeños elaboradores y productores. O se trata de un “gigante” que viene a cristalizar, algo que ya viene pasando en la industria, la concentración y con ello los problemas de manual que ya se conocen. Habrá que dejarlo correr un poco para ver.
Pero también trae varias certezas, los actores del sector ya se conocen, se tienen medidos y al margen de alguna que otra sorpresa cada uno sabe qué lugar ocupa. No hay sorpresa. Pero este “forastero” ya está proponiendo un esquema distinto: buscará satisfacer a nuevos consumidores y además tiene un gran poder de fuego en el mercado. Llega a 300 mil puntos de ventas en un día.
Boom o debacle, lo cierto, es que la entrada en el segmento de gama media y alta, de ser medianamente exitosa, es probable que marque un punto de inflexión en la industria y que además plantee productos y combinaciones antes impensados para el sector.