La capital de la República dio un paso importante en materia ambiental. Desde el primer día del año que acaba de comenzar, los hipermercados, supermercados y autoservicios chinos de Buenos Aires tienen prohibido entregar bolsas de plástico a sus clientes.
La medida, que busca evitar la contaminación, forzará a los vecinos a volver a las bolsas de tela o los changuitos, o buscar alguna de las bolsas ecológicas que reparte el Gobierno porteño en forma gratuita.
En Mendoza todavía no hay una ley similar que prohíba en forma general la utilización de esos perniciosos elementos, aunque hay un fuerte interés de la Secretaría de Ambiente en avanzar sobre el tema.
El debate sobre qué hacer con las bolsas de polietileno que se entregan en los supermercados y otras bocas de expendio de mercaderías es de larga data, teniendo en cuenta que es un material no biodegradable.
La bolsa de plástico es un producto estrella de nuestra cultura cotidiana de usar y tirar, que malgasta grandes cantidades de materiales y energía en su fabricación y que cuando son abandonadas en el ambiente, por los motivos que fuere, producen un desagradable espectáculo, contaminan suelos y cursos de agua, siendo nuestras tradicionales acequias las más perjudicadas por este producto arrojado sin control al interior de las mismas.
En 2004 fue aprobada una ley provincial que tendía a la prohibición progresiva del elemento en cuestión, pero nunca llegó a aplicarse en plenitud, y desde entonces muchos departamentos tomaron la iniciativa y fueron aprobando ordenanzas específicas con las que restringen paulatinamente -hasta llegar a prohibir- la entrega de las bolsas en los ámbitos de sus jurisdicciones.
Godoy Cruz ha avanzado en este camino ecológico, en el que también se han aplicado Lavalle, General Alvear, Junín, Rivadavia, San Martín, Guaymallén, San Rafael y Mendoza. Aunque no en todos se aprecia una tolerancia cero a esta metodología, más allá de las normativas, algunas cadenas de supermercados la han aplicado por su cuenta.
Mientras la Provincia decida adoptar a pleno esta conducta ambiental e imitar lo que hizo la ciudad de Buenos Aires, en buena proporción los ciudadanos podemos hacer un valioso aporte y comenzar a habituarnos a llevar los implementos de tela, que a veces se olvidan en el hogar al momento de ir a realizar el abastecimiento para la casa o, si se puede, adquirir los recipientes reutilizables que ofrecen ya muchos establecimientos. Otros podrán apelar a los cestos de mimbre o los canastos, y no faltará quien devuelva protagonismo a un viejo conocido, el changuito. Hasta se pueden utilizar las cajas vacías en buen estado de la reposición de mercaderías.
Aunque pensamos que pasará mucho tiempo todavía hasta que se dejen de emplear las bolsas plásticas, hay que empezar. Y los desafíos seguirán porque verdulerías, carnicerías, pescaderías y pequeños autoservicios continuarán entregando sus productos en los contaminantes envases.
Mendoza debe adoptar pronto las normativas que en forma general habiliten un necesario cambio en el consumo general de plástico, un material altamente contaminante que causa la degradación del ambiente, promoviendo la reutilización de bolsas de compras biodegradables lo que resultará una mejor opción en términos ambientales, situación que disfrutaremos, en especial las generaciones venideras.