Hacer renacer Puente del Inca

La hermosa villa de alta montaña, al igual que Las Cuevas, necesita obras y ordenamiento para recuperar su viejo esplendor. En el pasado estaban a la altura de las plazas invernales europeas.

Hacer renacer Puente del Inca

Operadores turísticos, habitantes y la Cámara de Turismo, Comercio e Industria de Uspallata y Alta Montaña bregan desde hace años para conseguir el definitivo desarrollo de la localidad de Puente Inca, punto trascendente en el Corredor Bioceánico y la frontera argentino chilena.

Al igual que la cercana villa de Las Cuevas, Puente del Inca es de una belleza sin igual, que tuvo épocas de esplendor, especialmente en los ’50 y ’60, cuando el hotel de aguas termales, luego destruido por un alud, estaba en servicio, y al que llegaban visitantes del país y del extranjero. Al sector, la publicidad de entonces lo llamaba el “Saint Moritz argentino”.

Desde 2006, el famoso Puente y sus inmediaciones están vedadas al paso de los turistas.

La Comisión Puente del Inca dispone de mucho trabajo acumulado, nacido hace algunos años con el objeto de elaborar un plan de ordenamiento territorial, siendo uno de sus objetivos prioritarios salvaguardar la obra natural, única en el mundo.

La ya citada Cámara de Turismo de Alta Montaña reclama decisiones ejecutivas en forma urgente por el inminente peligro que corre un monumento que no se puede reproducir en ningún otra parte. Hay muchas intenciones, pero los pasos que se dan son lentos y denotan mala gestión, ahora y antes.

Muchas de las acciones podrían ser llevadas a cabo por privados, siempre que el Estado las concesione en un marco de transparencia y con plazos razonables que puedan permitir al inversor recuperar lo invertido y tener lógicos beneficios.

Por lo pronto se deben ejecutar trabajos imprescindibles: reconstruir los espacios edilicios dañados hace más de dos años por la explosión de una caldera en la hostería local; concesionar ese establecimiento, cuyos ocupantes dan lugar, en verano e invierno, a importantes ventas a los comercios de la zona, además de conformar una oferta de alojamiento a los andinistas.

Los lugareños proponen estudiar la posibilidad de captar las aguas de los antiguos baños termales y transportarlas a un punto predeterminado. De esa manera se volvería a generar el turismo de salud, muy requerido por interesados de todas partes, dando ocupación a las camas existentes en la región. La posible reapertura de una villa termal potenciaría servicios gastronómicos y actividades de turismo aventura en la zona.

Una meta más es la puesta en valor de la villa, en el pasado una pujante aldea de montaña con ferrocarril. Hoy malogran la zona una cantidad de edificaciones mal conservadas, usurpadas y vandalizadas.

Igualmente podría ser factible la instalación de un pequeño puente para poder cruzar hacia la margen sur del río Cuevas, que también permitiría visitar la “Copa de Champagne”, que suministra el agua termal al puente, y recuperar la añeja capilla Nuestra Señora de las Nieves, que se salvó de la destrucción del alud de 1965.

Es el momento de poner en marcha estrategias y acciones que posibiliten que Puente del Inca recupere su pasado de hito turístico. Contrario a otras plazas que necesitan reinventarse para imponerse como destinos turísticos, la geografía imponente de la zona, la geoforma única del puente, la nutrida historia que conlleva el paso del Qhapaq Ñan (Camino del Inca), la Ruta Sanmartiniana y la obra centenaria del ferrocarril y el impactante cerro Aconcagua obligan a  rápidas, efectivas y consensuadas decisiones  políticas, al alcance de los diferentes organismos públicos competentes en esa parte del territorio.

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