El caso de Benjamín Sánchez mantuvo en vilo al país en las últimas horas. Con tan solo 5 años, se perdió en El Salado, San Juan, y sobrevivió a una noche en soledad. Su épica historia recuerda a una acontecida 46 años atrás, cuando un chico de 4 años permaneció 83 horas perdido entre los cerros de Marayes y Pie de Palo, en Caucete.
En 1973, el protagonista fue Ceferino Isidro Contreras. Deambuló durante tres noches y recorrió más de 40 kilómetros en un agreste paisaje cubierto de espinas. En los primeros días de mayo, el niño se alejó unos metros de su padrastro y su madre, Pedro Flores y Rosa Contreras, respectivamente. En medio de la jornada laboral, ellos lo perdieron de vista, lo que dio pie a un intenso operativo de búsqueda.
No había esperanzas de hallar al pequeño Ceferino con vida, pero una pista los hizo cambiar de parecer. Cerca del cerro Pie de Palo había pequeñas huellas de sus pies y una zapatilla.
A las 19.30, el grupo por fin observó al niño. Estaba inmóvil, tendido debajo de un arbusto. Corrieron desesperados y cuando lo alzaron se produjo el milagro: Ceferino entreabrió sus ojos y, como pudo, pidió agua, tal como pasó con Benjamín este lunes.
El cuadro de Ceferino era más grave: no reunía fuerzas ni siquiera para mover sus brazos, tenía heridas en sus pies, sus manos y otras partes del cuerpo. Sus labios estaban partidos, hinchados, resecos. No llevaba calzado y estaba casi desnudo, detalla en su crónica Diario de Cuyo.
El niño de 4 años fue llevado, primero a lomo de mula y después en ambulancia, hasta el hospital César Aguilar, donde finalmente logró recuperarse. Los médicos le dieron el alta una semanas más tarde, ya que su evolución había sido rápida.