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hace 19 minutos
Los fenómenos virales parecen irrefrenables. Algunos eligen creer, otros directamente rechazar. Incluso si se los aclara, lo más grave es que muchos se quedan con la primera versión. "Si el tuit tiene tantos miles de likes, no puede ser falso", dirán los creyentes, sin la posibilidad de averiguar un poco más, aún teniendo herramientas digitales precisas y eficaces para la tarea.
¿A qué viene la reflexión? En las últimas horas se viralizó en WhatsApp la imagen de una cebra compuesta por ramas pero totalmente descontextualizada, síntoma común en estos tiempos fugaces y de rápida "comprensión". Fue compartida sin un motivo claro, pero sí acompañada por un violento mensaje. "Ya que las mujeres andan con esa foto del corazón de estado sin hacernos partícipe de ello y sin siquiera contarnos, propongo poner esta cebra c..., que me bajé de Google, en el estado de cada uno de nosotros".
El corazón en cuestión es el que muchos usuarios decidieron utilizar como foto de perfil, con énfasis en el color rosa a modo de acompañar la semana de lucha contra el cáncer de mama. Como suele pasar, la cebra invadió posteos y tuits por doquier. Lo que pocos se fijaron es que la imagen de la cebra tiene un creador y que, como varias veces ocurre, le inventaron un significado totalmente manipulado y falso.
Adrián Pereda vive en Zaragoza, España, tiene 35 años y es licenciado en Bellas Artes. Hace 12 años fue artífice de "De la tierra", una serie de ilustraciones de animales realizadas con elementos vegetales y de paisaje, con rosas, ciervos e híbridos humanos inmersos en un aspecto que recuerda la estética de "Aniquilación", película de 2018 dirigida por Alex Garland.
"Se trata de obras a lápiz en las que busco un juego de doble sentido de la imagen, mi obra es una búsqueda de juegos visuales. Aunque parezca una imagen tétrica, si la encuadrás dentro de la serie de dibujos, tiene otro sentido más amable que el que se hizo viral", contó el artista plástico en una entrevista brindada a Los Andes.
El joven español sigue sorprendido por la repercusión de una de las cebras de esa colección, ya que dista bastante de lo que en verdad representa. "Soy progresista en cuanto a los derechos de cualquier colectivo, me parece increíble que pasen estas cosas", manifestó indignado, debido al sesgo machista que le aplicaron a su creación y, más aún, en contra de la concientización del cáncer de mama, enfermedad que atravesó su mamá.
"Me parece absurdo el significado que le han dado, y una falta de respeto a mi trabajo y a las afectadas. Toda mi obra es un homenaje a lo natural, muchas de mis obras está pintadas sobre materiales reciclados, siempre desde el amor a la naturaleza. La cebra en sí en una pequeña fábula visual sobre los problemas medioambientales", comentó el autor.
Adrián supone que alguien robó su obra del blog Domestika o de algunas de sus publicaciones en Facebook e Instagram. A través del perfil Imaginaciones Mías, el artista muestra sus trabajos, tanto los íntimos como los que protagonizan diversas exposiciones en su natal Zaragoza.
"Son varias ilustraciones de animales terrestres realizados a partir de árboles y elementos de paisaje, todas ellas con lápices de colores sobre papel. Las mostré en varios espacios expositivos alternativos de Zaragoza y las compraron unos muy buenos amigos míos, que las lucen en sus salones", destacó en diálogo con este medio.
Por esas cosas del destino, el ilustrador justo había realizado esta semana un mural de Venus con motivo de la lucha contra el cáncer de mama, que está en un centro de cuidados oncológicos de su ciudad.
"Es curioso también como reflexión. Que hoy en día no somos dueños de nuestra propia información y que unas pequeñas gotas de malentendidos pueden acarrear algo tan viral como esto", lamentó el creador de la famosa cebra.
"No aclares que oscurece" asegura un viejo dicho. ¿Envejeció mal, cierto? Si una ilustración sobre un animal generó semejante confusión, queda meditar qué sucede con el resto de la información que circula y que se impone simplemente por la cantidad de likes. Esta guerra algorítmica nos deja expuestos, una vez más, como presas fáciles a distorsiones cognitivas y reacciones emocionales vacías.
