Hablemos de bullying

La especialista María Zysman nos apunta aspectos esenciales sobre este nuevo flagelo que es casi una moda en nuestras sociedades actuales.

Hablemos de bullying
Hablemos de bullying

La mediatización de muchas problemáticas y la sobreinformación que mezcla conceptos diferentes bajo un mismo aspecto, hacen que problemáticas como el bulliyng se vean recurrentemente mencionadas y, por ende, confundidas con otras situaciones.

Por ello, la especialista en Bullying, y referente nacional en el tema, María Zysman (licenciada en Psicopedagogía, directora de Libres de Bullying, y autora del libro “Bullying. Cómo prevenir e intervenir en situaciones de acoso escolar”) acerca definiciones, reflexiones precisas y desafíos para un tema en el que el trabajo integral, de la familia, la escuela y la sociedad misma, sigue siendo vital para encontrar respuestas.

Un concepto manejado difusamente

“Se empezó a hablar tanto del término, que se lo comenzó (erróneamente) a utilizar a veces como sinónimo de cualquier situación violenta que ocurriera (ya no dentro del ámbito escolar) en cualquier instancia de violencia protagonizada por chicos. Entonces se cayó en el error de considerar esas situaciones como ‘Bullying’. Incluso cualquier momento de ‘cargada’ hacia un otro, burla o maltrato (en cualquier ámbito) también fue definido como ‘bullying’. En realidad esto no es así”, precisó la especialista.

- ¿Cómo definirlo?

- Bullying es una palabra que define muy claramente una estructura. Esa estructura se refiere al hostigamiento sostenido y reiterado, de distintas maneras posibles, que se ejerce de un niño o adolescente hacia otro niño o adolescente. Se construye en base a situaciones de asimetría de poder, en una relación que debería ser simétrica y sin jerarquías entre chicos.

Cuando comienzan a aparecer esas jerarquías se empieza a dar esta situación de abuso. Entonces en estos casos y por una sensación de desigualdad percibida por los mismos chicos que lo padecen, entre ellos mismos se ven como que uno está por arriba, y el otro por abajo en esa relación. Por ello insistimos en que para que haya bullying previamente hay situaciones discriminatorias.

- ¿Es como dice el dicho este problema: "se mama desde la casa"?

- Si tengo que ser sincera, considero que sí. Ojalá fuera tan fácil de cambiar. A veces los modelos, o diversos aspectos, que se maman por los chicos son muy inconscientes. Entonces, ya sea para ser igual o diferente de los propios padres, se posicionan en diferentes lugares.

Claro que en las familias que son rígidas, conservadoras, autoritarias y discriminatorias, es muy probable que existan chicos que reaccionen de igual manera, cuando comienzan a ir a una institución escolar. Entonces empiezan a probar, en diferentes escenarios a los de su casa, aquello que ya saben y aprendieron en su hogar. Pero depende también de cómo reacciona esa escuela.

- ¿En qué sentido?

- Imaginemos a un adolescente educado en el maltrato hacia los demás desde la casa, que llega a una escuela en donde eso no se permite, por lo que ese chico, va a tener que hacer un click o, al menos, una modificación. Pero si esa escuela se maneja con los mismos valores de esa familia autoritaria, desvalorizante, poco reconocedora del otro, cuyo hijo es maltratador, lo más probable es que esto se siga construyendo.

- ¿Qué aspectos inciden para que eso se cristalice en el niño?

- Creo que desde la vereda en donde juega un niño, hasta la plaza, los medios de comunicación, y lo que se les propone como objetivos para cumplir (éxitos, triunfos, competitividad, individualismo, belleza, es decir, valores que son absolutamente frívolos) y en donde eso es lo único que impera en una escuela o familia, incide para que todo esto se desarrolle más, en donde el ‘otro’ comienza a perder su valor.

Acá estamos hablando de un chico que, permeado por todo eso, no le da el valor que tiene el otro como persona, por el solo hecho de ser persona. Entonces ya sea que el otro esté sometido, o porque uno somete, lo que se está perdiendo es ese valor. Es mucho más filosófico desde el lugar que lo vemos nosotros.

- ¿Qué se le aconseja al docente en este sentido?

- Que se involucre, que no mire para otro lado, que sepa oler el clima que hay en su aula, que brinde respuestas que no tengan connotaciones discriminatorias a sus alumnos, que haga una reflexión propia acerca de cómo es él o ella como docente, en relación a los padres de sus alumnos; porque muchas veces nos encontramos con docentes que se quejan de que sus alumnos se llevan mal, pero ellos mismos desprecian y discriminan a los padres de esos chicos. Entonces se está dando un discurso totalmente incoherente e individualista.

- ¿Sentís que se ha ido modificando un poco el tema del incremento del bullying?

- Hay estadísticas que son falsas. No hago investigación pero tengo mucho contacto en el terreno, en la calle, y por todo el país por donde doy vueltas. No se trata de que los chicos estén hechos unos demonios, que haya que buscarlos y encerrarlos en un loquero. Hay estadísticas que dicen que, seis de cada diez chicos, le tienen miedo a un compañero y eso no da matemáticamente, ni los otro cuatro alcanzan. Se inventan, dibujan o interpretan algunos datos de la realidad quién sabe para qué fines. Nosotros lo que vemos es que el tema de la información con las redes sociales disparó muchísimo para brindar datos al respecto.

- ¿Qué síntomas puede ver un papá o mamá en su hijo respecto a este tema?

- Los chicos que la pasan mal, y que son hostigados, en general hacen un cambio de comportamiento; tanto en la conducta en sí (alimentación, sueño, carácter), como en el rendimiento escolar). Se trata de niños que buscan la forma de defenderse, no pueden atender ni concentrarse en la escuela. Esto hace que muchas veces se disfrace el problema con otros trastornos, cuando en realidad no se puede concentrar porque lo hostigan, lo molestan o humillan. El chico que es hostigado siempre quiere pertenecer, no es que le da lo mismo. Si le diera igual, no pasaría por este problema. Son chicos que no quieren hablar de la escuela o que lloran todo el día y justifican el llanto con otras cosas.

- ¿Qué hace un papá si la escuela no da respuesta?

- El cambio de colegio es una herramienta cuando uno se da cuenta que, desde la escuela, no se hace nada para ayudar a un hijo. Ahora acá hay cosas para pensar: por un lado, qué es lo que la familia pide a la escuela; por el otro, qué es lo que la familia reconoce que la escuela hace, o no. Esto es importante porque también se da para mucha confusión. Hay escuelas que no hacen nada, eso es verdad. Hay otras que hacen, pero que tal vez, no lo que los padres quieren. Lo importante es que la escuela acepte que ese problema existe, más allá de las características del chico en cuestión, y que haga algo para ayudarlo. El problema no es solamente de ese niño; si el colegio no hace nada para ayudarlo, como papá o mamá, lo tengo que cambiar, aunque tampoco sea suficiente.

- ¿Por qué no lo es?

- Porque ese niño debe tener un acompañamiento terapeútico, ya que necesita entender por qué le pasó; es decir por qué lo agarraron a él y no a otro. Además, en cuánto lo dañaron, para así dar a ese chico herramientas para el nuevo colegio. De lo contrario es probable que le vuelva a pasar, o que se transforme incluso en un hostigador para salvarse; a veces pasa. Lo que hay que modificar es que no haya hostigadores ni hostigados.

El tema es complejo y no hay fórmulas mágicas. Se debe llevar a cabo una gran introspección, revisar la convivencia en la escuela como maestros, revisarse como modelo de identificación con los hijos y alumnos, y ver de qué manera se pueden ofrecer puentes alternativos para desmadejar a conciencia, y desde cada área, la compleja trama del bullying.

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