Hablar se puede, ofender no se debe

Todos, por una cuestión elemental de respeto, deberíamos tener responsabilidad en nuestros comentarios y más si afectan a terceros.

Hablar se puede, ofender no se debe
Hablar se puede, ofender no se debe

Frecuentemente, en la vida de todos los días de las personas, hay momentos en los que más vale mantenerse callado para evitar problemas innecesarios o provocar agravios sobre los que después es difícil volver.

También con lamentable reiteración, y siempre hablando en lo que concierne a la existencia de personas comunes, en el transcurso de una discusión con un jefe en la relación laboral o con amigos o familiares, un comentario hiriente o fuera de lugar, puede abrir situaciones que conducen a un enojo permanente entre unos y otros.

Esto vale y tiene trascendencia en las esferas de las relaciones cotidianas, y estas realidades trascienden a pequeños círculos.

Pero, en los últimos tiempos y en escenarios tan sensibilizados como los que la ciudadanía está viviendo en razón de las inminentes elecciones primarias generales, muchos políticos, a veces candidatos u otras veces no, se extralimitan en comentarios que deberían haber evitado.

Salvo que se quiera hacer de la disputa un modo de vida del que, tal como vamos, parece que no saldremos nunca.

Tomemos como ejemplo algunas expresiones de personajes públicos que consideramos desafortunadas y que pudieron haberse evitado.

Por ejemplo, en ese marco ponemos el exabrupto vertido por el ex jefe de Gabinete del gobierno anterior, Aníbal Fernández, quien en declaraciones periodísticas de hace algunos días dijo que preferiría poner sus hijos al cuidado del femicida y múltiple asesino Ricardo Barreda antes que hacerlo con la actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.

Desde muchos ambientes se fustigó al abogado y actual precandidato a concejal de Pinamar por lo inapropiado de su comentario, pero una de las mayores críticas partió desde su misma fuerza.

La precandidata a legisladora porteña kirchnerista, la juvenil Ofelia Fernández, le recordó a través de su cuenta de Twitter que sus dichos invisibilizan “nuestra pelea por dejar en claro quiénes nos matan y como nos matan”. Más claro, echar agua en ese vaso de la discordia.

Aunque no son de ahora sino de meses atrás, todavía se recuerdan por desacertadas las declaraciones de Elisa María “Lilita” Carrió en Córdoba cuando dijo textualmente: “Gracias a Dios que murió (José) De la Sota, porque ahí sabrían qué es una denunciadora”, sostuvo la legisladora de la Coalición Cívica durante un acto del que había participado en Cruz del Eje para apoyar la candidatura de Mario Negri.

Fue tal la indignación que generó Carrió que desde su Twitter aclaró: “Las palabras sólo puede ser entendidas desde lo espiritual y en el contexto que fueron dichas. En ningún momento celebré la pérdida del ex gobernador De La Sota. De los que no creen, no puedo hacerme cargo”.

Sin embargo, el daño estaba causado. La aclaración no produjo los efectos deseados por la otrora candidata a presidenta de la Nación.

Enrique Dussel, el filósofo mendocino radicado en México, decía en sus clases de Filosofía en décadas pasadas, que debíamos respetar al otro como si fuera “una fina copa de cristal”, a la que hay que tratar con delicadeza para que no se rompa.

Sería un buen ejercicio que pudiéramos alcanzar esa consideración hacia los demás, y para empezar la cruzada tendría que ser adoptada por los representantes políticos dando el ejemplo y aprender a callarse en el momento oportuno.

“La prudencia -rematamos citando al gran William Shakespeare- es una forma de valentía”.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA