Hernán Lacunza, el nuevo ministro de Hacienda, brindó una ronda de entrevistas con distintos medios gráficos y digitales el viernes por la tarde. El funcionario, con rostro cansado, pidió un mate cocido antes de empezar el reportaje.
-Asumió dando señales de que estabilizar el dólar es su prioridad.
-El dólar hizo una corrección después de las PASO. El resultado electoral fue una sorpresa para el mercado. Y para nosotros. El tipo de cambio llegó al nivel que es el más alto en los últimos 12 años, con lo cual está largamente por encima del equilibrio de mediano plazo, más que suficiente para equilibrar la relación comercial y financiera de Argentina con el resto del mundo. No hay razón ni de competitividad ni de flujo de capitales que pueda justificar otra corrección. Cualquier demanda adicional a este precio es meramente especulativa.
- ¿Se puede sostener entonces el tipo de cambio?
-Las reservas están para eso, para evitar un impulso que se traslade a los precios o una volatilidad excesiva, inútil y nociva. El Presidente me dijo “cuidá a los argentinos” y en la Argentina sabemos que en los períodos electorales hay turbulencias cambiarias como en 2015 y 2017.
-¿Diría que es un tipo de cambio fijo este de $ 57?
-No. Pero tampoco es un dólar sometido a las fuerzas libres de la oferta y la demanda donde se mezclan razones de mercado, racionales y especulativas. Para cuidar a los argentinos hay que dar una referencia nominal del tipo de cambio. La semana anterior no es que se paralizaron las ventas de autos e inmuebles... ¡era difícil dar precios para la indumentaria! Para reestablecer los contratos cortos es clave dar una referencia con el dólar.
-¿Por qué no baja el riesgo país?
-Porque no se sabe quién gobernará después de diciembre.
-¿Puede bajar?
-Irá bajando en la medida que haya concurrencia entre los candidatos sobre algunos principios macroeconómicos básicos que deben trascender a un gobierno: no mentir con las estadísticas, cuidar el superávit fiscal y que el default no sea una opción.
-¿Estudia más medidas para el bolsillo?
-Puede ser. El Presidente me solicitó cuidar a los argentinos y eso significa estabilidad cambiaria pero también dar alivio a los bolsillos. Pero las medidas no deben pensarse como anuncios puntuales sino integrales; de lo contrario puede salir el tiro por la culata. Podría ser peor si se dan medidas con costo fiscal que agraven el déficit y comprometen el acuerdo con el FMI.
-¿Y para la inflación habrá más medidas? Se espera un salto en agosto y setiembre...
-Repito lo mismo, ya se tomaron medidas y hay que esperar. La economía es parecida al cuerpo humano. Cuando se aplica una dosis de $ 80.000 millones como la semana pasada no es que ya están en la calle esos recursos y se sienten en la góndola, surtidor o bolsillo. Son un montón de beneficiarios que demorarán en ver mejoras en su poder de compra.
-¿Cómo cayó en el FMI el paquete expansivo de medidas fiscales que anunció el Gobierno?
-No me hicieron ningún tipo de comentarios. Compartimos nuestras proyecciones fiscales. Yo las hice públicas el martes. A nosotros nos da que las medidas no tienen costo fiscal porque los $ 80.000 millones se compensan con el aumento de la recaudación.
-¿Hay dólares suficientes para pagar la deuda y cumplir el programa de Letras?
-Hay unos US$ 60.000 millones de reservas en el Banco Central [N.E.: el viernes cerraron en US$ 58.259 millones].
-¿Subiría retenciones para fortalecer la recaudación?
-El tablero de opciones que tenemos incluye todo tipo de propuestas que están bajo análisis. No anticipo lo que no tengo decidido y tampoco desmiento nada porque si no, no termino más. Nuestro enfoque de medidas, vuelvo a repetir, es integral: evaluamos cómo afecta una medida a un sector en particular pero también qué beneficios o perjuicios implica para el resto.
-Cómo el congelamiento de las naftas a las provincias productoras.
-Las provincias no pierden sino que dejan de ganar porque sus recaudaciones no captarían el aumento de los precios de los combustibles que se registraría si no se fijaran. Pero la medida no baja sus ingresos.
- ¿Qué hay con la ofensiva del PJ para frenar la baja del IVA en alimentos y Ganancias que perjudica a las provincias?
-La rebaja constituye un alivio para los ciudadanos que viven en esas provincias y, en todo caso, el mayor costo lo sufrirá la provincia de Buenos Aires.
-¿Pero el reclamo de las provincias no es justo?
-El federalismo significa que cuando la recaudación aumenta se comparten los beneficios. Pero cuando viene la mala el esfuerzo debe ser compartido. La medida tiene vigencia hasta fin de año. Pero habría que discutirlo en el Presupuesto 2020 si se piensa extender en el tiempo.
-¿Es un ministro de Hacienda que conduce una economía para ganar una elección o evitar un colapso?
-Los dos objetivos son concurrentes. Para ganar una elección hay que tener una economía estable y la estabilidad derrama sobre el resto. La situación de la tasa de interés, el precio de las naftas, el empleo y las provincias se agravan si el dólar no se calma.
-¿Qué economía dejaría si termina su gestión en diciembre?
-Una con un punto de partida más saludable que en 2015. Cambiamos los déficit gemelos por superávit, el dólar es más competitivo y las tarifas están corregidas en una gran proporción.
-La oposición no dice lo mismo: más inflación, más deuda y un déficit financiero elevado
-Por eso son oposición, porque no pensamos igual.
-Cómo hincha de Racing, ¿diría que hasta octubre es paso a paso?
-Es una buena definición. Estabilidad, alivio y, por último, proyectar el 2020. Paso a paso.
-¿Qué estaba haciendo exactamente cuando le ofrecieron este trabajo?
-Almorzando con mi familia, en Neuquén, me había escapado por el fin de semana largo. La noche anterior había hablado con María Eugenia Vidal unas dos horas sobre la situación económica. Al otro día me llamó para avisarme que Dujovne había renunciado y había consenso en la mesa chica para que fuera una alternativa. Me gustó la idea y dije que estaba dispuesto. Hay que estar donde hay que estar en estos momentos; no hay espacios para especulaciones personales. Vidal me pasó ahí mismo con el Presidente y me tomé el primer avión. Dejé el almuerzo.